La vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), desarrollada por los laboratorios Merck Sharp & Dohme con el nombre de Gardasil, fue aprobada el 8 de junio pasado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para su distribución en Estados Unidos y podrá ser administrada a mujeres y niñas de 9 a 26 años, aunque México se había ya convertido, el 1 de junio, en el primer país del mundo en suscribir el uso de este medio de prevención.
Asimismo, el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) recomendó, el 29 de junio que la vacuna se aplique a todas las niñas de 11 y 12 años de edad en Estados Unidos, lo que significa que será incorporada en el esquema de vacunación de las escuelas, previa autorización estatal.
La ACIP sugirió también que la vacuna fuera incluida en el programa Vacunas para los niños, lo que la colocaría al alcance de un gran número de niñas de bajos recursos.
"Será así la primera vacuna contra una enfermedad de transmisión sexual en la cartilla de inmunizaciones para niños, la primera destinada a prevenir el cáncer y la primera dirigida a un solo género", señaló un artículo publicado por el Washington Post.
La importancia de esta vacuna no radica simplemente en que se establece de esta manera un control preventivo de la enfermedad viral de transmisión sexual más frecuente en el mundo, sino que dicha enfermedad se ha asociado, según lo afirman múltiples estudios, al 99.7 por ciento de los casos de carcinoma cervicouterino, el tipo de tumor maligno que ocupa el segundo lugar en incidencia mundial (y primero en México) entre las mujeres, con 270 mil fallecimientos al año.
En Estados Unidos se diagnosticarán aproximadamente 9 mil 710 casos de cáncer cervicouterino en el año 2006 y morirán 3 mil 700 mujeres por esta causa. En México, según la Organización Panamericana de la Salud, se detectaron 12 mil 516 casos en el año 2002 y murieron 5 mil 777 mujeres.
La vacuna previene los cuatro tipos más usuales del virus: 16, 18, 6 y 11, los dos primeros involucrados con el 70 por ciento de los casos de cáncer cervical.
Los ensayos clínicos de eficacia y seguridad efectuados en mujeres de 16 a 26 años, muestran que las reacciones adversas se circunscriben a unos cuantos casos de dolor en el sitio de inyección y de fiebre baja. El nivel de protección contra la "infección persistente por VPH" fue del 99 por ciento entre las más de 20 mil mujeres que participaron en las pruebas.
El impacto de la vacuna -habrá que decir vacunas, pues la farmacéutica Glaxo Smith Kline está a punto de conseguir la aprobación de la FDA para su vacuna Cervarix- en lo que a la prevención del cáncer se refiere no se notará de manera inmediata, tendrán que pasar varios años para determinar el impacto epidemiológico de estos recursos preventivos.
Es importante considerar que existen otras variedades oncogénicas (causantes de cáncer) del VPH, además de las incluidas en las vacunas, que a pesar de ser menos frecuentes y menos agresivas, no eliminarán por completo la necesidad de la toma del Papanicolau.
Los porcentajes de aceptación entre padres de familia para la vacunación de rutina de las adolescentes han sido muy altos, casi del 80 por ciento en la mayoría de las comunidades encuestadas, según la revista New Scientist.
Pero no todo son buenas noticias y los habituales aguafiestas se hacen presentes en lo que debiera ser un hito en la historia de la salud de la mujer.
Los representantes de la llamada derecha cristiana de Estados Unidos, en la forma del Consejo de Investigación de la Familia, han manifestado que "suministrar la vacuna contra el VPH a mujeres jóvenes podría ser potencialmente peligroso".
Se podría pensar que ya que el antedicho es un "consejo de investigación", probablemente los sesudos expertos que lo componen deben haber encontrado una causa relacionada con la inocuidad o la eficacia de la vacuna que hacen riesgosa su aplicación. No, el peligro consiste en que: "las jóvenes podrían verlo como una licencia para practicar el sexo premarital".
Exactamente el mismo argumento medieval que en el caso del condón y el sida: la enfermedad como profiláctico contra la concupiscencia.
Artículo de Enrique Goldbard
hgoldbard@medscape.com
Publicado en la sección Vida del periódico Reforma de la Ciudad de MéxicoFecha de publicación: 2006-07-22