Los niños que nacen tras un tratamiento de reproducción asistida generalmente se adaptan bien en términos psicológicos, según ha demostrado un sondeo de la City University, de Londres (Reino Unido), que publica “Fertility and Sterility”. Sin embargo, estos niños que carecen de un lazo genético con uno de los padres, ya sea porque se utilizó inseminación artificial o donación de óvulos, raramente conocen las circunstancias de sus nacimientos. En tanto que la mayoría de los niños que nacen por fertilización in vitro (FIV) con óvulos y esperma de sus padres conocen los detalles de su concepción.
Los autores ya había demostrado que cuando los niños alcanzaban alrededor de 4 años y medio de edad, la ovodonación estaba relacionada con un mayor bienestar psicológico dentro de la familia, en comparación con la inseminación artificial, la FIV y la adopción. Además, habían señalado que ninguno de estos niños tenía problemas psicológicos.
Los investigadores han publicado ahora los resultados de nuevas entrevistas, realizadas al mismo grupo de madres e hijos cuando los niños llegaron a los 12 años.
Las entrevistas con las madres demostraron que en la mayoría de los casos, las habilidades parentales no variaron significativamente entre los tres grupos de fertilización: ovodonación, inseminación artificial o FIV.
No obstante, las madres que recibieron óvulos donados presentaron niveles más bajos de sensibilidad para atender la ansiedad y los temores de sus hijos que las madres tratadas con inseminación artificial.
Por el contrario, las mujeres sometidas a inseminación artificial tendían a preocuparse en exceso por sus hijos, más que quienes fueron madres por ovodonación.
Los autores de la encuesta destacaron que las diferencias entre esos dos grupos eran relativamente pequeñas, lo que sugirió que todas las madres aún seguían respondiendo bien, y agregaron que no hubo diferencias importantes en la expresión de calidez, supervisión y disciplina.
Los investigadores hallaron que sólo cuatro de los 17 niños nacidos por ovodonación y dos de los 35 chicos concebidos por inseminación artificial conocían su origen. En cambio, 26 de los 34 niños nacidos por FIV estaban informados.
Según los investigadores, las parejas que recurren a la donación de óvulos o inseminación artificial no hablan de ello con sus hijos debido a que padecen un mayor estigma social. Esas madres están convencidas de que contarles a sus hijos sus orígenes podría dañarlos.
Fertility and Sterility 2006;85:610-618 Resumen publicado en Jano On-line25/04/2006 08:10