Fiebre elevada, debilidad y cansancio fueron los síntomas con los que un pequeño de tres años ingresó en el Centro de Investigación Médica de Trinidad y Tobago en abril de 2004. Pocas semanas después, en junio, murió de neumonía. Tenía la infección por VIH.
La sorpresa llegó para los médicos que lo trataron cuando dos meses antes de su fallecimiento descubrieron que sus padres no tenían el virus de la inmunodeficiencia humana y, por lo tanto, no pudieron transmitírselo. A partir de este hallazgo, averiguaron la verdadera historia de la familia y la causa de la infección por VIH en el niño: la leche que tomaba de otra mujer.
Por razones económicas, la madre del pequeño tuvo que volver a la jornada completa en su trabajo inmediatamente después del parto. Como, por esta situación, ella no podía hacerse cargo de la alimentación de su hijo, le pidió el favor a su sobrina, embarazada en aquella fecha de siete meses.
Publicado en El Mundo Salud