Sábado 28 de Marzo de 1998


Los piquetes de insectos en los niños


Dr. Carlos Alfredo Mena Cedillos*

         Frecuentemente nos preguntamos si algunas lesiones que aparecen en la piel de nuestros hijos son piquetes de insectos y con justificada razón por la frecuencia del problema; sin embargo la mayoría de las veces nos queda la duda si realmente el niño fue picado por uno de estos bichos o lo que es peor aún, desconocemos cuál fue ese malhechor.
         Aunque el tema lo abordamos como "piquete de insecto", éste toma mayor relevancia cuando el niño desarrolla cierta sensibilidad al mismo, con lo que se hace más aparatoso y diseminado, lo cual se llama "prúrigo por insectos", pues la mayoría de las lesiones corresponden a una reacción inmunológica, más que a un piquete directo. Este es un proceso que podríamos comparar con una "alergia lenta" por lo que lleva unos cuantos días o a veces hasta semanas después del contacto, aunque éste no se siga llevando a cabo. Es factible observarlo en niños desde los seis meses o un año de edad y muy raro después de los ocho años de edad, aunque esto no quiere decir que no se pueda ver en otras edades.

         ¿Qué insectos pueden picar a mi hijo?

         Un gran número de insectos "pican", sin embargo otros muerden y otros, por el simple contacto de sus secreciones, pueden despertar una reacción en la piel del niño. Para tener una idea de cuál insecto es el que está picando a nuestro hijo debemos tener en cuenta el área geográfica en la que vivimos; en términos generales los insectos que podríamos decir que son los más molestos, son las chinches de cama, los zancudos o mosquitos y las pulgas, pero hasta de las cucarachas se ha dicho que pueden provocar reacciones en la piel de los niños. Si estamos en una costa o lugar de bajo nivel sobre el del mar, o un lugar caluroso, probablemente sean frecuentes los zancudos. En un lugar de altura como lo es la ciudad de México son frecuentes las chinches, mucho más de lo que imaginamos, ya que a veces rechazamos la idea de su existencia en nuestras casas por el hecho de considerarse un animalito de suciedad; esto es parcialmente cierto, ya que requiere de un lugar abandonado para poner sus nidos y reproducirse (bodegas, terrenos baldíos, apilamientos de objetos, principalmente de madera, etc.), pero una vez que hemos tenido la mala suerte de ser visitados por estos indeseables huéspedes, el problema se vuelve un martirio, ya que no se eliminarán con el aseo de rutina (sacudir, barrer, trapear) y se hace necesario fumigar, además, en lugares estratégicos como son muebles de madera, cabeceras de las camas, costuras de colchones, marcos de puertas y ventanas. Incluso sabiendo de quién se trata, se vuelve difícil su erradicación, precisamente por sus costumbres: el ser nocturna y los lugares en donde acostumbra esconderse, así como por algunas características: su tamaño (menor a 4 mm.) y su color, que se confunde con la madera que tanto le gusta.
         El otro insecto que frecuentemente nos ocasiona molestias es la pulga que a diferencia de la chinche, es diurna y muerde, no pica, lo cual conduce a que las lesiones tiendan a ser más de tipo "moretoncito" y predominantemente en extremidades inferiores; por otro lado, es más fácil sospechar al agente causal sobre todo cuando tenemos el antecedente de convivencia con perro o con gato.

         ¿Cómo sé cuando a mi hijo lo está picando un insecto?

         Definitivamente no es fácil distinguir quién es el agresor exacto, pues muchas otras patologías pueden producir lesiones muy similares; independientemente del insecto causal, se dice que de cualquiera de ellos, las lesiones características son las pápulas (elevaciones sólidas, bien definidas, de aproximadamente de 2 a 5 mm.), a veces ronchas, y la consecuencia del rascado que induce la comezón que presentan los niños, es decir, algunas costras de sangre puntiformes. En el caso de un piquete aislado, podemos tener pocas lesiones y la comezón se limita al lugar donde éstas se encuentran, pero en el caso de los niños que desarrollan la sensibilidad exagerada (prúrigo), podemos tener múltiples lesiones y una comezón generalizada; además, estos niños pueden presentar otro tipo de lesiones como vesículas (de ahí que frecuentemente lo confundan con varicela), ampollas y hasta hinchazón de manitas o pies, aunque esto ya es muy raro.
         La topografía afectada nos puede orientar hacia el malvado agresor, sin olvidar también la influencia de la zona geográfica: así tenemos que los mosquitos tienden a picar más en zonas expuestas como cara y antebrazos, ya que es un insecto volador; las chinches buscan las zonas cubiertas y calientes, teniendo predilección por el tronco, especialmente con distribución en cinturón; las pulgas prefieren las extremidades inferiores, ya que es un insecto diurno y saltador. Aunque he sido repetitivo con el caso de los niños muy sensibles que desarrollan prúrigo, no está de más recordar que a pesar de ser éstas las zonas más afectadas, en ellos puede ser más diseminado y tendríamos que apoyarnos en algunos datos que antes mencioné y otros agregados: los zancudos pican en forma difusa, las chinches dejan lesiones en pares, hileras o agrupadas y las pulgas dejan caminitos, frecuentemente de tres lesiones.
         Debido a la comezón que provoca, los niños se rascan y esto puede favorecer la entrada de infecciones principalmente por bacterias; esto es cierto sobre todo cuando se descuidan algunos aspectos de higiene y el niño anda con las uñas sin cortar y además, sucias; es la complicación más frecuente, le llamamos impétigo vulgar, afortunadamente es benigna en la mayoría de los casos y puede remitir con simples aseos de agua y jabón, a veces un antiséptico suave y excepcionalmente con un antibiótico tomado.

         ¿Qué debemos hacer?

         No existen vacunas u otros medicamentos para evitar definitivamente este tipo de respuesta a los insectos, y sólo el tiempo y el propio sistema de defensa del niño, logran finalmente adaptarse y dejar de responder en forma tan extrema; lo único que se puede hacer ese evitar el contacto con los bichos agresores; en forma muy general se incluye la fumigación, colocación de mosquiteros, uso de repelentes, tratamiento de los animales convivientes que pueden ser posibles vectores de pulgas: perros y gatos o de otros artrópodos como los "corucos" o "tlazahuates" (aves, roedores, etc.). De no haber costras o piel "llorosa", se puede aliviar la comezón con el uso frecuente de cremas lubricantes inertes (como la cold cream); los antihistamínicos se deben dejar a la prescripción del pediatra o dermatólogo para casos más intensos.


* Jefe del Servicio de Dermatología

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