Sábado 14 de Febrero de 1998 |
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¿Omegas para mi hijo?Dra. Nut Georgina Toussaint Los "omegas" son un tipo de lípidos, es decir, forman parte del grupo de las grasas. Estas últimas se encargan de una gran variedad de funciones en el organismo como por ejemplo; proveen energía, influyen en el sabor y textura de los alimentos, y hacen posible la absorción de vitaminas como la A, D, E y K. Habitualmente uno no necesita preocuparse de ingerir en particular ningún tipo de lípido; el organismo puede obtenerlo a través de otros nutrimentos como los hidratos de carbono. Sin embargo, en el caso de los "omegas", éstos no pueden ser sintetizados, por lo que se les llama "esenciales" y tienen que ingerirse en los alimentos. Los "omegas" son parte del grupo de poliinsaturados y se agrupan en dos "familias"; la "omega 3" y la "omega 6". La familia de "omega 3" tiene un importante papel en el desarrollo y fisiología del ser humano, debido a que forman parte de la estructura de las neuronas, cerebro, retina y nervios periféricos. Cuando existe falta de ellos en el cuerpo, se presenta una disminución de la visión, alteraciones en la retina, cambios en el comportamiento, hiperactividad y probablemente una reducción de la capacidad cognoscitiva. Los "omega 3" son suplementados durante la etapa fetal por la madre a través de la placenta y al nacer por la leche humana. La familia de "omega 6", es esencial recubriendo cada una de las células del organismo, y participa en actividades hormonales e inmunológicas. Son indispensables para mantener la piel en estado saludable, ayudándola a mantenerse suave y flexible, protegiéndola de infecciones, regulando la temperatura y pérdida de agua. Cuando existe falta de ellos en el organismo se presenta retraso en el crecimiento, lesiones cutáneas, alteraciones en la reproducción y hepáticas. Los recién nacidos, los lactantes y los preescolares son los individuos que están más en riesgo de presentar deficiencias de los omegas, debido a que sus necesidades nutrimentales se encuentran incrementadas por el crecimiento. Lo anterior hace que sea importante que la mujer desde antes del embarazo presente reservas adecuadas de omegas y más aun durante el embarazo y la lactancia. Estudios clínicos en recién nacidos pretérmino demuestran una mejoría en el desarrollo neurológico y cognoscitivo de los niños cuando las dietas maternas contienen omegas en cantidades elevadas, pero aún los resultados en recién nacidos de término no son concluyentes. Si la madre no amamanta, los sucedáneos de inicio y continuación de la leche humana (fórmulas) que se utilizan tienen suficiente cantidad de omegas. Actualmente se están adicionando en cantidades más elevadas sobre todo en las preparaciones para prematuros. Existe la idea nueva, por influencia de los países desarrollados, de que los niños deben consumir del total de su dieta diaria, una proporción menos al 30-35 por ciento, que es la recomendación actual mundial, en forma de lípidos. Lo anterior surge como una respuesta para prevenir las enfermedades crónico-degenerativas que aquejan a dichos países. Sin embargo el problema en México en los menores de 5 años no es el exceso de energía, sino la falta de ella, lo que ha llevado a problemas importantes de desnutrición a nivel de salud pública. Por lo que para países como el nuestro es importante seguir manteniendo el consumo de lípidos sobre todo en los niños. Los alimentos contienen usualmente una mezcla de los diferentes grupos de lípidos. Generalmente hablando, los de origen animal contienen cantidades elevadas de lípidos saturados como el colesterol, y los aceites vegetales son relativamente ricos en poliinsaturados (canola, girasol, maíz, cártamo, soya), así como los vegetales verdes. Con algunas excepciones, como por ejemplo el aceite de coco y el de palma contienen una alta proporción de lípidos saturados y el aceite de oliva contiene predominantemente monosaturados. Una dieta saludable o recomendable contiene un bajo porcentaje de lípidos saturados y una adecuada cantidad de poliinsaturados. La forma de lograr una dieta así, es reducir la ingestión de las carnes rojas altas en lípidos, evitar la preparación de alimentos con grasas como la manteca y aumentar la ingestión de alimentos como carnes magras y blancas, y alimentos ricos en fibra: como cereales integrales, frutas y verduras frescas. Una manera de modificar el consumo de carnes rojas, es el promover la ingestión de peces de piel azul de 2 a 3 veces por semana, tales como el atún, la sardina, la macarela, arenque, trucha y salmón. Y con lo anterior, podemos asegurar una ingestión adecuada de poliinsaturados como los de la familia de omegas, sin reducir la proporción en la dieta formada por los lípidos sobre todo en los niños. Dra. Nut Georgina Toussaint Jefe del Servicio de Nutrición Si quiere consultar a algún pediatra del cuerpo médico del Hospital Infantil de México llame al 588 9791, dónde recibirá respuesta a sus dudas. |
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