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Cuando nos enfrentamos a la
muerte de un ser querido Dr. Michael
Breidsprecher Tamm
La
muerte es un hecho en nuestras vidas de la que no podemos escapar. No
sólo es un hecho que descubre la manera de cómo
visualizamos cada uno de nosotros la vida, su significado y
trascendencia. A pesar de que en nuestro país la festejamos, nos
burlamos de ella, lo cierto es que no estamos preparados para
enfrentarla, y más que enfrentar a la muerte propia, no estamos
preparados para despedirnos de aquellos seres de los cuales aún
no habíamos pensado en despedirnos.
Este
es el tema que me ocupa en este breve escrito y el cual relaciono con mi
experiencia de trabajo en la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica
del Hospital Infantil de México "Federico Gómez".
Cuando
hablamos de la muerte, preferimos evitar el tema, escapamos y buscamos
un tema que nos sea más fácil de manejar, que nos haga
sentir más cómodos; más es nuestra huida cuando nos
referimos a la muerte de un niño, aquí el hecho de
rehuir el tema y el hecho es franca.
Cuando
pensamos la manera de abordar este hecho se observa que
independientemente de las reacciones que los padres tengan ante la
muerte, diferentes en intensidad, la gran mayoría de ellos
atraviesan por una serie de periodos claramente identificables. Estas
variaciones en las reacciones en los estados de ánimo se
circunscriben a factores tales como: la estructura familiar y su momento
en el desarrollo del ciclo vital, la edad que el paciente tiene o tenía,
la cercanía entre los miembros de la familia y las expectativas
que se tienen o tenían de este hijo, el lugar que el paciente
ocupa en la familia.
Todos
estos factores influyen directamente en la forma como se va a enfrentar
la muerte, cómo se va a vivir después la pérdida y
cómo se va a restablecer la familia. Junto con estos factores en
mi experiencia profesional, el factor que considero como piedra angular
para el manejo emocional posterior al fallecimiento hace referencia a "la
causa del fallecimiento", ya sea ésta un accidente o una
enfermedad, esto va acompañado de otro elemento importante: "la
culpa", que se encuentra presente a pesar de que no en todos los
pacientes la falta del cuidado materno/ paterno fue la causa del
fallecimiento.
Otro
factor de importancia va a ser el manejo que el personal médico y
paramédico realicen sobre la información que brindan a los
padres, padres de familia de quienes se espere encontrar sumamente
irritables, temerosos y ansiosos, entre muchos otros sentimientos.
Así,
cuando unos padres se encuentran ante la noticia de que su hijo(a) puede
fallecer y/o ya ha fallecido, la primera reacción observada es de
estremecimiento, de desconcierto; se tornan incrédulos ante la
noticia, la niegan. La gran mayoría de los padres no pueden creer
que eso haya pasado, solicitan al médico que se verifique si los
datos son correctos -es posible que se hayan equivocado de paciente-.
Estas reacciones se acompañan de llanto, dolores en cualquier
parte del cuerpo, aislamiento, deseo de querer escapar del lugar en
donde se encuentran y salir corriendo sin dirección ni rumbo.
Esta negativa a creer que el paciente falleció puede ser
confirmada con "permitirle" a los padres que vean el cuerpo de
su hijo. Esta confrontación puede servir para ayudar a los padres
a entrar en contacto con la realidad, sin embargo, si no sabe cómo
manejarse puede ser contradictoria para los familiares, creando en ellos
intensos sentimientos depresivos. Ante la negativa de encontrar
respuesta a sus demandas, los padres comienzan a manifestar síntomas
de depresión. Comienzan a sentir que sus esperanzas se van
apagando, la realidad de la muerte se va haciendo cada vez más
presente y comienzan a visualizarla como un hecho real.
Finalmente,
después de un largo tiempo, algunos de estos familiares aceptan
este lamentable hecho y aprenden a vivir con él.
¿Por
qué unos familiares se pueden reintegrar a su vida y otros no lo
logran con la misma facilidad? Parte de la respuesta se centra en
encontrarle un sentido a la muerte -el paciente-, así como buscar
un nuevo sentido a su vida, -como individuos, como familia y como
sistema de un grupo social-. La estructura de personalidad de los
padres, la experiencia y superación de experiencias por
fallecimientos anteriores, puede contribuir o perjudicar que este nuevo
sentido se logre. La experiencia por la cual atraviesan los padres y
familiares es muy dolorosa, y en muchas ocasiones lleva un tiempo
considerable superar esa experiencia; en otras ocasiones no logra
superarse, y es en estos casos en donde los sentimiento de tristeza, vacío
y soledad se muestran persistentes y van agravando la integridad no sólo
de los individuos, también la de los sistemas, llamados familia y
sociedad.
Psicólogo clínico, adscrito al
servicio de Psiquiatría y Medicina del Adolescente.
Si
quiere consultar a algún pediatra del cuerpo médico del
Hospital Infantil de México llame al 588 9791, dónde
recibirá respuesta a sus dudas.
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