Dr. Romeo S. Rodríguez Suárez*
La epidemiología a nivel mundial de los virus de la influenza muestra una diseminación anual de Asia atravesando el Océano Pacífico hacia Norte América.
Los aislamientos sentinela que se llevan a cabo en Asia son importantes para predecir lo que ocurrirá cada año en Norte América. Debido a que el virus de la influenza cambia su estructura periódicamente se forman nuevas capas hacia las cuales la población no tiene anticuerpos. De ese modo aunque sólo existen tres serotipos principales del virus de la influenza A, debido a sus arreglos genéticos, el virus se comporta epidemiológicamente como si existieran muchos más serotipos.
Los virus de influenza A son denominados de acuerdo a la fecha y el lugar de su primer aislamiento y por el tipo H y N (por ejemplo A/Shanghai/11/87, lo que significa que el virus de influenza es A, fue aislado en Shangai, en noviembre de 1987 y es el subtipo H3N3). En años epidémicos existe generalmente una cepa que es fundamentalmente diferente en composición antigénica de cepas prevalentes en otros años previos. La incidencia de infección por la influenza es entonces muy superior a cualquier otra infección respiratoria.
La diseminación del virus de la influenza es rápida, debido a que el periodo de incubación es corto y la diseminación del virus por los que padecen la infección es prolongada. El periodo de incubación es usualmente de dos a tres días pero en extremo pueden variar de 1 a 7 días. La diseminación del virus comienza un día antes de la presentación de la enfermedad clínica y dura de una a dos semanas dependiendo de la cepa viral. La transmisión ocurre cuando se inhalan partículas y aerosoles de la tos de gente infectada por el virus o por contacto directo con objetos contaminados. En general los virus de la influenza A producen una enfermedad más severa que la causada por los virus de la influenza B. Las tasas de mortalidad pueden ser muy elevadas durante años epidémicos. La mortalidad es mucho mayor entre lactantes, la gente de la tercera edad o en aquellos con enfermedades debilitantes crónicas como enfermedades pulmonares y cardiacas. La influenza es la única enfermedad infecciosa que puede afectar significativamente, en años epidémicos, las tasas brutas de mortalidad para un país dado.
Una de las terribles epidemias de este siglo estuvo relacionada con el virus de la influenza A y fue la pandemia en el invierno de 1918-1919 que causó la muerte de aproximadamente 25 millones de personas a nivel mundial y de 550 mil personas en los Estados Unidos. La otra gran epidemia de este siglo es desde luego la epidemia de SIDA que hasta finales de 1998 había causado la infección a cerca de 33 millones de personas y que infecta a 16 mil personas ¡por día! Afortunadamente en los últimos 75 años no han ocurrido epidemias por el virus de la influenza tan terribles como la de 1918-1919, aunque cada año surgen brotes de este virus en diferentes países,
incluyendo México, que afectan fundamentalmente como ya se mencionó a ciertos grupos de edad o con enfermedades crónicas.
Síntomas y Manifestaciones Clínicas.
Aunque las manifestaciones clínicas de la influenza están directamente relacionadas con la edad, la neumonía bien definida debe considerarse como una manifestación relativamente infrecuente de una enfermedad generalizada que tiene un fuerte componente respiratorio. El epitelio ciliado respiratorio es el afectado con necrosis seguida de cicatrización. Usualmente no es posible determinar sobre la base de los síntomas los niveles del tracto respiratorio afectados.
La influenza clásica sin neumonía es usualmente una enfermedad con presentación repentina de fiebre, dolor de cabeza, y síntomas generales. Los síntomas respiratorios se limitan generalmente a dolor de garganta, tos, coriza y descarga nasal. En niños pequeños el rango de síntomas respiratorios es similar a la de infecciones con otros virus respiratorios. En años epidémicos una proporción importante de infecciones respiratorias del tracto medio y superior, son debidas al virus de la influenza. Los niños mayores y los adultos no es probable que tengan fiebre superiores a los 39 C, pero sufren escalofríos, fuertes dolores musculares y una enfermedad prolongada. En lactantes menores y mayores la fiebre y la mayor parte de los síntomas respiratorios desaparecen en 2-5 días. En este grupo sin embargo no son frecuentes la diarrea, el dolor abdominal y el vómito. La fiebre y la irritabilidad sin ningún foco de infección son también característicos de la influenza en lactantes menores.
Cuando se presenta la neumonía puede ser debido a la influenza o a una neumonía bacteriana, debida a la disminución de las defensas del huésped tanto sistémicas como locales causadas por el virus de la influenza.
En cualquier grupo de edad la enfermedad como mencionamos antes es más severa en pacientes con enfermedades pulmonares o cardíacas subyacentes. Tales pacientes explican la mayor parte de las admisiones hospitalarias y las muertes por el virus de la influenza.
Tratamiento y Prevención.
Existen varios fármacos que se pueden utilizar para prevenir y tratar el virus de la influenza A como la amantadina y otros. En varios estudios estos medicamentos han mostrado una efectividad que varía del 50 al 91% para reducir los síntomas una vez que se han presentado. Si se utilizan en lugar de la vacunación, entonces deben prolongarse durante todo el periodo en el que se espera que aparezca la temporada de la influenza (otoño, invierno y primavera). Lo anterior creemos que es poco práctico y muy costoso. Además la seguridad de la amantadina no se ha determinado para niños menores de un año de edad.
Vacuna Contra la Influenza.
La vacuna de la influenza es muy efectiva. En muchos países se administra rutinariamente a personas de la tercera edad (65 años o mayores), o a pacientes más jóvenes pero con enfermedades crónicas especialmente cardiacas, pulmonares y renales así como a pacientes que tienen algún defecto en su sistema inmune. También puede administrarse a los hermanos de pacientes con estas enfermedades crónicas con la idea de que no lleven el virus de la influenza y lo diseminen en el hogar.
En el momento actual esta vacuna no forma parte ni en México ni en otros países como los Estados Unidos del esquema normal de vacunación, dado que esta enfermedad no es seria en niños o adultos sanos.
La vacuna para los individuos en quienes está indicado debe aplicarse lo más tempranamente antes de que comience el invierno (octubre-noviembre) de cada año. Deberá repetirse anualmente, ya que cada año el virus modifica sus características y composición antigénica, por lo que la vacuna de un año sólo protegerá para ese año en particular.
* Director General y Coordinador de la Clínica de enfermedades por Daño Inmunológico.
Si quiere consultar a algún pediatra del cuerpo médico del Hospital Infantil
de México llame al 5 228 9917 ext 1241, donde recibirá respuesta a sus dudas.
Revisado:13/07/10