¿Qué hacer si mi hijo es obeso?



Sandra D. Rangel de la Garza


La obesidad se define como un incremento de peso 20 por ciento mayor al peso esperado para la talla. Es el resultado de la combinación de factores genéticos (la herencia) y ambientales como son la estación del año, la región geográfica en donde se radica, que afectan directamente en el tipo de alimentos disponibles, el ingreso económico familiar, la educación, la familia y la religión que tiene influencia directa en la selección de alimentos para el consumo del niño, así como la actividad física, que por lo general está disminuida.


¿Qué riesgos puede tener mi hijo si no se controla su obesidad?



Se ha hablado de que el 14 por ciento de los niños que son obesos a los 6 años, el 41 por ciento a los 7 años y el 70 por ciento a los 13 años son adultos obesos, y el riesgo de padecer enfermedades del corazón y diabetes es mucho mayor en un obeso y de consecuencias graves, por lo que estamos obligados a realizar un diagnóstico y tratamiento adecuado a edades tempranas para evitar el daño físico y psicológico que la obesidad tiene como consecuencia, ya que se presentan desde problemas en crecimiento hasta la disminución del autoestima, ya que son discriminados sobre todo para participar en ciertos juegos o actividades; además de ser objeto de burla y de apodos entre niños de la misma edad.



¿Qué tratamiento se debe seguir?


Para determinar el tratamiento es indispensable realizar una valoración nutricional completa que incluya la toma de medidas antropométricas como peso, talla, pliegues cutáneos (que nos hablan del porcentaje de grasa corporal), la valoración bioquímica, un análisis de sangre para verificar el valor en la sangre de sustancias relacionadas directamente con el estado de nutrición, una encuesta dietética para conocer los alimentos que consume de manera regular, horarios y hábitos de alimentación en general y una valoración clínica completa. Con estos datos se realiza una valoración completa y se dan las pautas del tratamiento a seguir.
En general en niños obesos se detecta una mala técnica alimentaria y una actividad física escasa por lo que es fundamental elaborar un programa de educación que promueva el cambio de hábitos y comportamiento del niño
ante los alimentos, una dieta especial, promover mayor actividad física y sobre todo brindar apoyo familiar y social.


¿Es necesario poner a dieta a mi hijo?


Debemos entender que "dieta" se define como el conjunto de alimentos que se consumen en un día, en el caso de un niño obeso es necesario diseñar una dieta especial para el niño que debe ser calculada dependiendo del peso y la talla (grado de obesidad), la actividad física y los hábitos o costumbres que tenga. No es recomendable emplear dietas con muy bajo aporte de energía ya que se puede comprometer el crecimiento y desarrollo del niño, debemos tomar en cuenta que las dietas de reducción comunes son diseñadas para adultos sin tomar en cuenta las características físicas de cada uno de ellos, por lo que no son recomendables para su uso en niños. Con una dieta adecuada y un incremento en la actividad física controlada el niño debe bajar de 1 a 2 kilogramos por mes.
Es recomendable incrementar a cinco el número de comidas al día ofreciendo menor cantidad de alimentos en cada una en lugar de las tres comunes con gran cantidad de alimentos en cada una. Y no utilizar alimentos "bajos en calorías" que han sido diseñados principalmente para adultos y que su empleo en niños no está justificado.



¿De qué depende el éxito del tratamiento?


El éxito del tratamiento depende de la decisión del niño y su familia, de la disminución en el consumo de alimentos y en el aumento de la actividad física especialmente en cantidad e intensidad de ejercicio de manera rutinaria programada para el niño y sus características físicas. Además de llevar a cabo actividades complementarias como caminar lo más posible para ir de un lugar a otro, subir escaleras en lugar de usar el elevador, etcétera.
El apoyo de los padres de familia es indispensable. Es necesario evitar que haya al alcance del niño
golosinas, postres, refrescos, etcétera, se deben preparar los alimentos de la manera más natural posible y ofrecer cantidades adecuadas para un niño. Incrementar el consumo de fruta, verdura, leguminosas, carne blanca, cereales integrales, moderar el consumo de carne roja y disminuir el consumo de frituras comerciales, alimentos endulzados o azucarados, fritos, capeados, empanizados, refrescos, y evitar el agregar a los alimentos crema, queso, mayonesa, mantequilla, catsup, etcétera.
Es importante detectar y dar tratamiento a la obesidad lo más tempranamente posible para evitar sus complicaciones a largo plazo.


Nutrióloga adscrita al Departamentode Nutrición y Gastroenterología.



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