¿Tiene mi hijo trastornos de conducta?



Dr. Sergio Muñoz Fernández*



Una de las preocupaciones más importantes que tienen los padres es saber si su hijo tiene trastornos de conducta, ya sea porque a veces es "desobediente, berrinchudo y en muchas ocasiones demandante con ellos, sobre todo cuando quiere obtener algo que le gratifica". Esta preocupación es aun mayor si el niño es enviado de la escuela para una valoración psicológica como condición para continuar en la misma, ya que su "conducta" se ha vuelto de difícil control. Desde un punto de vista práctico, tanto los padres como el maestro quien hace estas canalizaciones deben tener presente que éstos son problemas, a veces cotidianos, de expresiones de la conducta en los niños.
El psiquiatra o el psicólogo de los niños y adolescentes debe de tener un especial cuidado cuando llegan al hospital o a la consulta este tipo de solicitudes, ya que, a mi juicio, en los últimos años se ha exagerado el uso del término de "trastorno de conducta", o más bien una gran cantidad de condiciones de cambio en el comportamiento del niño son encerrados bajo este rubro, lo que muchas veces trae como consecuencia una estigmatización del niño, lo que provoca alteraciones en éste, sobre todo en lo que se refiere a su autoestima, ya que se siente mal consigo mismo, devaluado y no aceptado.
Con todo lo anterior la pregunta obligada es: ¿Qué es un trastorno de conducta? Considero conveniente en este momento tomar un marco referencial como es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Psiquiátricos, que nosotros conocemos como DSM IV, y el cual define al trastorno de conducta como un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que se violan los derechos básicos de los otros, o importantes normas sociales adecuadas a la edad del sujeto.
Los niños adolescentes con este trastorno generalmente inician comportamientos violentos y reaccionan agresivamente frente a otros; pueden mostrar una actitud de fanfarronería, amenazadora e intimidatoria, y frecuentemente están buscando pleito e incluso llegan a utilizar armas que provoquen daño físico. Pueden a ser crueles con las personas y con los animales, mienten con suma facilidad e incurren en robos que a veces pueden incluir o no enfrentamientos con la víctima. Otras características son el rechazo a la escuela, irse frecuentemente de pinta y a veces se acompaña de fugas de casa, que puede ser por horas o días.
Como característica básica en estos niños o adolescentes podemos observar una ausencia de sentimientos de culpa, no se sienten mal por lo que hacen, sin embargo, llegan a aprender que por lo regular hay que mostrar que se sienten mal para obtener ganancias pero reinciden en este tipo de conductas.
Ahora bien se considera que en la presentación de este tipo de trastornos inciden fundamentalmente componentes intrafamiliares como son padres con serios problemas de conducta, que son agresivos, maltratadores y que tienen en muchas ocasiones adicciones al alcohol o a alguna droga. Desde luego cabe destacar la asociación de este tipo de problemas con familias muy alteradas.
Como podemos ver entonces, el uso del término de "trastorno de conducta" en muchas ocasiones es mal utilizado, sobre en todo en niños que presentan otro tipo de problemática, como los que son sumamente inquietos, que se distraen que pueden ser impulsivos, pero que en la mayoría de los casos nos podemos dar cuenta que no tratan de romper ni violentar ninguna regla social, y que, además, manifiestan sentirse genuinamente mal si incurrieron en alguna falta y tienen la capacidad de poder o intentar reparar la falta que hayan cometido.
Por otra parte, no olvidemos que nuestro hijos van a ir aprendiendo las reglas y las normas del juego conforme se las vayamos enseñando, y esto incluye los límites y la disciplina, ya que si un chico con un "X" patrón de comportamiento obtiene un beneficio, ese patrón lo seguirá utilizando en tanto no se le añade o se le enseñe que no es adecuado.
Por tomar un ejemplo cualquiera y de los más comunes, el berrinche que mencionábamos al principio. En este caso el niño pequeño no sabe otra forma de expresarse y, lógicamente, cuando no tiene lo que desea llora y patalea; si este tipo de comportamiento hace que llegue lo que desea lo seguirá utilizando hasta que los padres decidan utilizar otra estrategia que lleve al niño a un nivel un poco más elevado de comportamiento, como sería quizá empezar a "negociar" con los padres y así sucesivamente.
Finalmente lo que quiero recalcar es que tengamos cuidado en no utilizar indiscriminadamente el término de trastorno de conducta, que, como mencione al principio, estigmatiza al niño y altera su desarrollo.

Jefe del Departamento de Psiquiatría y Medicina del Adolescente.

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