Los berrinches, un problema cotidiano 

Dr. Sergio Muñoz Fernández* 
Una queja común que podemos escuchar por parte de los padres es: "Doctor, mi hijo hace berrinches  y no sé qué hacer con él, y lo peor es cuando se tira al suelo, patalea y golpea las cosas; además me muero de vergüenza, y no sé qué actitud tomar cuando me los hace en la calle o en el super, y por lo general le tengo que comprar lo que quiere, porque a veces no falta alguna persona que intervenga diciendo: 'Para eso quieren a los hijos, para maltratarlos', y eso lo hace sentirse a uno muy mal".
Con base en lo anterior es muy importante considerar que en el desarrollo del niño y en el recién nacido hay diferentes fases, y por lo menos hasta que no desarrolla un lenguaje con intención; el llanto es la principal expresión de su comunicación, si tiene hambre llora y sucede lo mismo si tiene frío o cuando está sucio. Ante estas manifestaciones la madre va regulando las necesidades de su bebé y va generando en él la capacidad de esperar, esto es que cuando el niño llora no necesariamente la madre tiene que dejar lo que está haciendo para atenderlo en su demanda, y de esta forma crea la frustración óptima necesaria que le permite al bebé poco a poco ir dándose cuenta que no todo puede llegar de inmediato y encontrará la forma de tranquilizarse. Por ejemplo, cuando encuentra su dedo lo succiona y cede el llanto.
En muchas ocasiones lo que nos llega a pasar como papás es que ante el llanto y la demanda de nuestro bebé nos gana la ansiedad y acudimos de inmediato, y a veces sin importar lo que estemos haciendo y desde luego esto no va a favorecer esa frustración óptima que mencionamos líneas arriba. Uno se preguntaría: ¿Puede el bebé identificar que su llanto genera un movimiento inmediato por parte de los padres?, la respuesta es sí, ya que desde edades tempranas el bebé puede registrar con cierta claridad los sentimientos y las emociones que tiene la madre o bien quienes lo rodean, así como la forma de conducirse, y es de esta manera como se van dando y perpetuando las modalidades de ciertas conductas.
La modalidad que nos ocupa son los  berrinches que efectivamente es una conducta que se puede perpetuar y la podemos observar incluso en la edad adulta, y todo porque no se supo poner los límites a tiempo.
Muchos padres preguntan si el ponerle límites al niño cuando hace berrinche no provocará "que se traume", y esto es lo que justamente los detiene para detener este tipo de expresiones que el niño tiene, y desde luego no las va a abandonar mientras le den los resultados deseados, y esto es lo que provoca un circulo vicioso difícil de romper y que lleva a la perpetuación de esta conducta. Quién no ha visto a un adulto que le solicita a su jefe inmediato un permiso, y cuando éste le es negado prorrumpe en llanto hasta que el jefe, molesto, le concede dicho permiso, y una vez que traspasa el umbral de la puerta el llanto desaparece como por arte de magia.
Como podemos ver es más problemático no poner los límites a tiempo, además de que cuando éstos no son puestos verdaderamente, nuestro hijo muchas veces nos llega a rebasar y a sacar de nuestras casillas, porque demanda no sólo que le compremos cosas, sino también que quiere dormir con nosotros, que no quiere comer lo que se le prepara en casa sino únicamente lo que le gusta, que algún día en particular no lo llevemos a la escuela, que lo dejemos quedarse con sus abuelos y así sucesivamente. Cuando todo lo anterior se presenta la sensación es de no saber qué hacer y a veces llegamos a reaccionar de acuerdo con nuestro estado de ánimo, si estamos enojados le pegamos o bien le gritamos y esto desde luego sí provoca alteraciones en su desarrollo emocional, pero no lo hace abandonar su modalidad de conducta, porque el mensaje es confuso y el límite no está claro. 
Entonces nos preguntamos qué hacer con los berrinches que hace nuestro hijo. En primer lugar tenemos que estar conscientes e como papás somos la autoridad y la guía de nuestros hijos, por lo tanto tenemos que educarlos y enseñarlos a respetar límites y no creer que si frenamos la conducta del berrinche lo vamos a traumar. 
Debemos dejar que el niño haga berrinche hasta que se canse, sobre todo cuando es en casa y que no tenga lo que quiere, recordemos que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, así que cuando le decimos a nuestro hijo que no puede dormir con nosotros, cuando se canse de llorar se irá a su cama cansado y se dormirá.
Cuando en el super nos hace un berrinche lo sugerible es cargarlo y sacarlo de éste, lo que provoca que desaparezca el estímulo y entienda que cuando es no, es no.
Finalmente remarco de nuevo que nuestro hijo no se va a traumar si le ponemos límites y, por el contrario, lo vamos a llevar al terreno de las negociaciones con nosotros, lo cual es mucho más maduro.

* Jefe del Departamento de Psiquiatría y Medicina del Adolescente 

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