La crisis de los antibióticos

Entrevista con Yair Aharonowitz Un investigador de la Universidad de Tel Aviv advierte que cada día son menos efectivos los medicamentos contra las infecciones


     Dormidos en sus laureles por creer que con el descubrimiento de los antibióticos ganarían para siempre la batalla contra las enfermedades de origen infeccioso, de la década de los setenta a mediados de los noventa, los científicos y las compañías farmacéuticas decidieron no invertir más en el desarrollo de nuevos antibióticos, y esto fue un costoso error que hoy preocupa y ocupa a la comunidad científica, aseveró el investigador israelí Yair Aharonowitz, en entrevista exclusiva durante su reciente visita a México.  


     Aharonowitz, Vicepresidente y decano para la investigación y el desarrollo de la Universidad de Tel Aviv, quien dirige a un equipo multidisciplinario que busca desarrollar una metodología para crear nuevas formas de a las bacterias, señaló que en la actualidad se reportan cada vez más casos de resistencia a los antibióticos y, por tanto, de enfermedad y muerte de pacientes que antes hubieran sanado sin mayor problema.


     "Estamos atrapados en la batalla contra las enfermedades infecciosas, por el abuso de los medicamentos se ha generado un círculo vicioso y los médicos se están quedando sin balas. A cada nuevo antibiótico que parece eficaz, sobreviene una resistencia más feroz que nos ha impedido aniquilar a las nuevas cepas de bacterias", señaló con preocupación Aharonowitz.


     Agregó que los antibióticos, desde su origen en 1940 hasta ahora, se han enfocado en sólo cinco blancos de acción para aniquilar a las bacterias (actuando contra el DNA), y el reto ahora es encontrar nuevas formas, diferentes a las anteriores (atacar el metabolismo, la estructura o la fisiología de la bacteria), para ganar tiempo al proceso de una nueva reacción.

Consecuencias del Abuso

Los antibióticos fueron descubiertos hace 55 años, cuando la penicilina mostró sus virtudes para curar a los cientos de miles de pacientes heridos e infectados que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial; en aquellos años, Estados Unidos, el Reino Unido y las compañías farmacéuticas conjuntaron voluntades y capital para crear productos capaces de combatir infecciones.


     A partir de ese momento, durante la década de los 50 y 60, hubo un desarrollo fenomenal de diferentes antibióticos sumamente efectivos.


     Sin embargo, las mieles del éxito provocaron que la industria creyera haber ganado finalmente la batalla, y que durante 20 años dejara de invertir en investigación, lamentó Aharonowitz.
"El monto económico para desarrollar un medicamento es tan alto - quinientos millones de dólares desde que un científico genera una idea hasta que la droga llega al mercado- que las compañías ya no quisieron seguir invirtiendo", explicó. 


     Los científicos advirtieron que el abuso de los antibióticos podía acarrear el deterioro en la efectividad, pero nadie los escuchó; el comercio, la cura inmediata y las cuantiosas ganancias cegaron a todos, señaló.


     El decano indicó que el exceso se cometió en dos frentes, el primero es la agricultura y ganadería, en donde los antibióticos se han usado de manera metódica y en cantidades estratosféricas, como suplementos alimenticios, para promover el rápido y efectivo crecimiento de plantas y animales; el segundo es la medicina halópata, tanto por los pacientes que se autorrecetan, como por los médicos que, sin esperar a saber si la infección es bacteriana, recetan antibióticos buscando la cura mágica.


     Esta falta de control generó grandes ganancias a los fabricantes de medicamentos y a las compañías productoras de animales, prosiguió Aharonowitz, pero también trajo consigo una presión genética en el ambiente que motivó el desarrollo de nuevas cepas de bacterias, cada vez más difíciles de combatir.

     En busca de Nuevas Fórmulas

     La pregunta ahora es cómo producir nuevos medicamentos de manera rápida, cuando podría tomar hasta 10 años hacerlo, y cómo educar a la población, a los granjeros y a los médicos para utilizarlos de manera apropiada.


     Aharonowitz señaló que hoy, con el impacto revolucionario de la biología molecular y de las ciencias genómicas, hay varias líneas de trabajo multidisciplinario a nivel mundial; hay quienes trabajan en la creación de vacunas que coadyuven a prevenir anticipadamente las enfermedades infecciosas; mientras que otros equipos combinan las ciencias genómicas con las herramientas de la bioinformática para determinar nuevos puntos de ataque y crear nuevos antibióticos.


     La Universidad de Tel Aviv trabaja junto con científicos de Vancouver y San Diego, financiada por compañías alemanas, norteamericanas e inglesas, para encontrar, en el menor tiempo posible, mecanismos que combatan al estafilococo aureus, que es el causante del 40 por ciento de las infecciones postoperatorias en los hospitales del mundo. Esta bacteria respondía hasta hace unos 3 ó 4 años a la vancomicina, que es el antibiótico más efectivo en el mercado, pero hay casos ya documentados en Inglaterra, Canadá y España en los que se ha probado la resistencia a este medicamento, según el investigador.


     "Este es un verdadero problema y el riesgo es que no haya solución para los pacientes que adquieran una infección después de una cirugía", aseveró.


     De tres años a la fecha se conocen en su totalidad las secuencias de los cromosomas que integran la mayoría de las bacterias infecciosas, y esto les ha permitido buscar nuevos blancos de acción.
Para poder determinar los cromosomas que son particulares de la bacteria y que no existen en el ser humano, los investigadores comparan hoy los genomas del microorganismo con los del ser humano, y pueden determinar qué parte de la información es específica de esta.


     "Digamos que la bacteria tiene mil genes y que el humano tiene 50 mil genes, y que de los mil genes de la bacteria, 900 tienen funciones similares a los que encontramos en el ser humano, entonces con metodología de bio informática buscamos cuáles son los 100 genes restantes que hacen que la bacteria tenga una identidad propia. Con esta información podemos atacar sólo a la bacteria y no al ser humano", explicó el investigador israelí.


Hoy en día, en el campo de la ingeniería genética se cuenta con las herramientas para generar un "knock out" de gen por gen, añadió, con ello, de los que dan especificidad a una bacteria se puede ir eliminando uno por uno, para saber cuáles de ellos son imprescindibles para ésta.


     "Así, de los 100, podemos identificar a 10 que sabemos que si los eliminamos, la bacteria morirá", indicó.


     Al combinar la ingeniería genética con la bio informática, Aharonowitz está confía en que los investigadores definirán qué parte del genoma de la bacteria es un blanco potencial que puede ser eliminado sin afectar al ser humano.


     "Creo que muy pronto lograremos los resultados esperados", expresó.


     Si bien reconoció que la Universidad de Tel Aviv no define la vanguardia en biología molecular ni en ingeniería genética, sí es pionera en combinar las ciencias de la computación y la bio informática con el proyecto del genoma.


     Desde su perspectiva, la batalla contra las bacterias es inevitable y permanente, pero con la bio informática, el hombre hoy puede conocer los cambios en el patrón de virus y bacterias y hacer pronósticos a futuro.


     "Si sabemos el modelo matemático y las tendencias del cambio, si tenemos un buen modelo basado en matemáticas lógicas, podemos hacer predicciones de qué pasará con las bacterias en el futuro cercano y en el lejano. Estamos en mejor situación que antes al conocer la estructura genética de los micro organismos; pero no podemos cantar victoria. Estos son complicados y cambiantes y aún hay facetas desconocidas en la interacción de éstos con el cuerpo humano", concluyó.



Publicado en el periódico Reforma de la Cd. de México el 31 Marzo 2001



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Revisado:13/07/10

 

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