|
¿MI HIJO BEBE ALCOHOL?
Dr. Davis Servín Hernández
Sabemos del
daño que se produce en la familia cuando uno de sus miembros
ingiere bebidas alcohólicas: se lastima la convivencia familiar,
un hijo abandona el hogar o el padre no trabaja. Esto es preocupante,
por lo tanto, ya sea que el riesgo del alcoholismo se vea lejos o cerca
de nuestra propia familia, es importante conocer la respuesta a algunas
preguntas relacionadas con el posible consumo de alcohol de los hijos.
¿Sospecho
que mi hijo bebe alcohol?
El consumo
de alcohol se sospecha cuando se presentan conductas como: irritabilidad
o depresión, desobediencia, calificaciones bajas en la escuela,
escaparse de clases, desinterés por las cosas a las que antes se
dedicaba, incurrir en riesgos no calculados, falta de sueño o
poco apetito. Estas manifestaciones se encuentran comúnmente en jóvenes
que toman bebidas alcohólicas, pero no son determinantes. En
otras palabras, no en todos los que presentan dichas conductas se está
dando el consumo de alcohol.
Si un padre
observa que su hijo presenta alguna de tales conductas, es muy
importante que no haga afirmaciones o acusaciones de antemano respecto a
la ingesta de bebidas alcohólicas, tampoco se recomienda que
pretenda hacerle a su hijo un examen para comprobar que sí toma
alcohol. Más bien, las conductas antes mencionadas son como un
foco que se prende para que los padres miren algo que debe prestársele
especial atención, lo mismo puede tratarse del consumo de bebidas
alcohólicas, de alguna otra situación familiar o algo
relacionado con el desarrollo psicológico de los hijos. Aún
más, si una condición así se presenta debe
considerarse que es una oportunidad para hacer más grandes y más
fuertes los lazos de confianza y de comunicación con los hijos y
tomar las decisiones adecuadas para solucionar cualquier problema.
¿Cómo
saber si mi hijo, que ha probado alcohol, necesita atención médica?
Existe la
necesidad de atención médica, debido al alcohol, cuando:
se bebe más cantidad conforme pasa el tiempo, hay desesperación,
nerviosismo, irritabilidad o temblores al dejar de tomar, hay
incapacidad para detenerse una vez que se inicia la ingesta de las
primeras copas, se presentan molestias físicas (dolor en el hígado,
pérdida de peso, calambres) o no se detiene el consumo a pesar de
conocer los riesgos. Lo anterior, sin embargo, generalmente se encuentra
cuando ya se lleva mucho tiempo tomando alcohol. Si se ha descubierto
que un hijo ha ingerido bebidas alcohólicas, y se desea tomar
acciones más oportunas, es necesario ver cuáles han sido
las posibles repercusiones, por ejemplo, que ya no se dedique a los
estudios como antes, que empiece a dejar de cumplir las reglas de la
familia, si a causa de quien bebe alcohol el resto de los hermanos o
hermanas se están comportando de manera distinta, si él
tiende al aislamiento o si frecuenta personas que es sabe que consumen
mucho alcohol. Aun más, debe observarse si estas situaciones se
repiten. Por ejemplo, puede haber alguien que tomó alcohol, sin
avisar llegó muy tarde a su casa y al día siguiente no
asistió a clases, pero no lo vuelve a hacer; mientras que puede
haber alguien que ha consumido alcohol, ha faltado a la escuela en
repetidas veces, ha dejado de contribuir con las tareas en la casa o
muchas veces ha llegado muy noche. En el primer caso puede bastar el
hablar con el hijo una sola vez, en el segundo caso es fundamental
mejorar la comunicación con el hijo y buscar una atención
médica y psicológica con el fin de evitar problemas
mayores futuros.
Si mi hijo
ya tiene problemas con el consumo de alcohol, ¿cómo puedo
ayudarlo?
1.- No dejar
pasar el tiempo sin poner la atención apropiada. Es difícil
para los padres aceptar que su hijo tiene un problema con el alcohol,
tal vez unas veces porque es algo no bien visto socialmente y otras
porque no se sabe qué hacer. Lo más importante es atender
oportunamente el problema; recordemos que las malas opiniones vienen de
la falta de comprensión y que, por otro lado, no nacimos sabiendo
qué hacer respecto a los hijos, haciéndose necesario
aprenderlo.
2.- No es útil
asumir la culpa como padres o hacer recaer una culpa exagerada al hijo
que ha tomado bebidas alcohólicas, si de una u otra parte se
cometieron errores, éstos deben ser tratados con calma y, de
preferencia, bajo la orientación de un psicólogo familiar.
3.- Ser
padres muy permisivos o muy rígidos es contraproducente. Si un
hijo está tomando alcohol y hay repercusiones por ello, la mejor
forma de ayudarlo no es sobreprotegerlo o castigarlo. Hay que apoyarlo sí,
también hay que ser muy firme con él, pero los extremos no
son buenos.
4.-
Internarlo en algún lugar no es la primera opción,
ocasionalmente puede ser una solución transitoria pero no se
ataca la causa.
5.- Ya que
el consumo de alcohol por los hijos puede reflejar diversas situaciones,
es necesario buscar atención adecuada tanto médica como
psicológica, tomando en cuenta también que debe participar
la familia completa.
*Jefe del Departamento de Educación
Médica Continua.
Si quiere consultar a algún pediatra del cuerpo médico
del Hospital Infantil de México llame al 588 9791, donde recibirá
respuesta a sus dudas.
|