Sábado 20 de Diciembre de 1997




¿MI HIJO BEBE ALCOHOL?



Dr. Davis Servín Hernández

         Sabemos del daño que se produce en la familia cuando uno de sus miembros ingiere bebidas alcohólicas: se lastima la convivencia familiar, un hijo abandona el hogar o el padre no trabaja. Esto es preocupante, por lo tanto, ya sea que el riesgo del alcoholismo se vea lejos o cerca de nuestra propia familia, es importante conocer la respuesta a algunas preguntas relacionadas con el posible consumo de alcohol de los hijos.
         ¿Sospecho que mi hijo bebe alcohol?
         El consumo de alcohol se sospecha cuando se presentan conductas como: irritabilidad o depresión, desobediencia, calificaciones bajas en la escuela, escaparse de clases, desinterés por las cosas a las que antes se dedicaba, incurrir en riesgos no calculados, falta de sueño o poco apetito. Estas manifestaciones se encuentran comúnmente en jóvenes que toman bebidas alcohólicas, pero no son determinantes. En otras palabras, no en todos los que presentan dichas conductas se está dando el consumo de alcohol.
         Si un padre observa que su hijo presenta alguna de tales conductas, es muy importante que no haga afirmaciones o acusaciones de antemano respecto a la ingesta de bebidas alcohólicas, tampoco se recomienda que pretenda hacerle a su hijo un examen para comprobar que sí toma alcohol. Más bien, las conductas antes mencionadas son como un foco que se prende para que los padres miren algo que debe prestársele especial atención, lo mismo puede tratarse del consumo de bebidas alcohólicas, de alguna otra situación familiar o algo relacionado con el desarrollo psicológico de los hijos. Aún más, si una condición así se presenta debe considerarse que es una oportunidad para hacer más grandes y más fuertes los lazos de confianza y de comunicación con los hijos y tomar las decisiones adecuadas para solucionar cualquier problema.
         ¿Cómo saber si mi hijo, que ha probado alcohol, necesita atención médica?
         Existe la necesidad de atención médica, debido al alcohol, cuando: se bebe más cantidad conforme pasa el tiempo, hay desesperación, nerviosismo, irritabilidad o temblores al dejar de tomar, hay incapacidad para detenerse una vez que se inicia la ingesta de las primeras copas, se presentan molestias físicas (dolor en el hígado, pérdida de peso, calambres) o no se detiene el consumo a pesar de conocer los riesgos. Lo anterior, sin embargo, generalmente se encuentra cuando ya se lleva mucho tiempo tomando alcohol. Si se ha descubierto que un hijo ha ingerido bebidas alcohólicas, y se desea tomar acciones más oportunas, es necesario ver cuáles han sido las posibles repercusiones, por ejemplo, que ya no se dedique a los estudios como antes, que empiece a dejar de cumplir las reglas de la familia, si a causa de quien bebe alcohol el resto de los hermanos o hermanas se están comportando de manera distinta, si él tiende al aislamiento o si frecuenta personas que es sabe que consumen mucho alcohol. Aun más, debe observarse si estas situaciones se repiten. Por ejemplo, puede haber alguien que tomó alcohol, sin avisar llegó muy tarde a su casa y al día siguiente no asistió a clases, pero no lo vuelve a hacer; mientras que puede haber alguien que ha consumido alcohol, ha faltado a la escuela en repetidas veces, ha dejado de contribuir con las tareas en la casa o muchas veces ha llegado muy noche. En el primer caso puede bastar el hablar con el hijo una sola vez, en el segundo caso es fundamental mejorar la comunicación con el hijo y buscar una atención médica y psicológica con el fin de evitar problemas mayores futuros.
         Si mi hijo ya tiene problemas con el consumo de alcohol, ¿cómo puedo ayudarlo?
         1.- No dejar pasar el tiempo sin poner la atención apropiada. Es difícil para los padres aceptar que su hijo tiene un problema con el alcohol, tal vez unas veces porque es algo no bien visto socialmente y otras porque no se sabe qué hacer. Lo más importante es atender oportunamente el problema; recordemos que las malas opiniones vienen de la falta de comprensión y que, por otro lado, no nacimos sabiendo qué hacer respecto a los hijos, haciéndose necesario aprenderlo.
         2.- No es útil asumir la culpa como padres o hacer recaer una culpa exagerada al hijo que ha tomado bebidas alcohólicas, si de una u otra parte se cometieron errores, éstos deben ser tratados con calma y, de preferencia, bajo la orientación de un psicólogo familiar.
         3.- Ser padres muy permisivos o muy rígidos es contraproducente. Si un hijo está tomando alcohol y hay repercusiones por ello, la mejor forma de ayudarlo no es sobreprotegerlo o castigarlo. Hay que apoyarlo sí, también hay que ser muy firme con él, pero los extremos no son buenos.
         4.- Internarlo en algún lugar no es la primera opción, ocasionalmente puede ser una solución transitoria pero no se ataca la causa.
         5.- Ya que el consumo de alcohol por los hijos puede reflejar diversas situaciones, es necesario buscar atención adecuada tanto médica como psicológica, tomando en cuenta también que debe participar la familia completa.


*Jefe del Departamento de Educación
Médica Continua.

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