MI PEDIATRAMI PEDIATRA

Por Dr. Roberto Murguía Pozzi

FEBRER0  2001                                                                              VOL. 6     Nº 2 

     LA IMPORTANCIA DE LLEVAR AL NIÑO CON EL PEDIATRA

     Hace unos días atendí a un paciente que presentaba mucho catarro y una tos que no cedía con ningún tratamiento, por lo que su mamá lo llevó con el especialista en oídos, nariz y garganta. A pesar de los medicamentos el niño continuaba empeorando, así que su mamá decidió acudir con el pediatra. Cuando lo examiné, encontré que presentaba síntomas de asma bronquial. Al preguntarle a la madre cómo se había explorado al niño, me comentó que el especialista lo revisó muy bien de los oídos y de la garganta, pero que nunca le colocó el estetoscopio en su pecho; por esto, difícilmente hubiera podido llegar al diagnóstico correcto.

     En otras ocasiones, he visto niños pequeños con problemas respiratorios frecuentes que ya están recibiendo tratamiento con vacunas para la alergia, simplemente porque como tienen catarros de repetición, la abuelita o algún pariente "diagnosticaron" esta enfermedad. Y el problema real es que el niño acude a alguna estancia o guardería y presenta infecciones respiratorias repetidas que no tienen nada que ver con alergia.

     También es común recibir pacientes que ya fueron directamente con el especialista gastroenterólogo únicamente por dolor de estómago o por una simple diarrea.

     En otra ocasión me habló el especialista en oídos, nariz y garganta para pedirme que valorara a un recién nacido que presentaba muchos estornudos, catarro y tos; sus padres habían decidido, erróneamente, que el bebé tenía un problema de nariz, cuando se trataba de un resfriado común de los que trata el pediatra.

     También vemos que las adolescentes son llevadas directamente al ginecólogo cuando inician los síntomas del desarrollo o presentan su primera menstruación; igualmente niños o niñas que son llevados con el cirujano general porque "le notaron una bolita en el pecho" o adolescentes con acné que van directamente con el dermatólogo; situaciones todas ellas normales del inicio de la pubertad que el pediatra puede tratar y explicar a la familia; también es frecuente ver que llevan al niño a sacar radiografías porque recibió un golpe o le hacen análisis de sangre sin haber sido antes valorado, lo que además del gasto innecesario puede ocasionar problemas.

     Estos son varios ejemplos que demuestran la falta de información de los padres, quienes no saben con quien llevar a su hijo y toman una decisión equivocada. Desconocen la importancia de que los niños y adolescentes sean atendidos por especialistas dedicados exclusivamente a la pediatría.

     Es por esto que queremos resaltar la importancia de llevar a los niños y adolescentes con el especialista pediatra quien, en caso necesario, enviará algún paciente con el subespecialista, que de preferencia debe ser también pediatra.

     El pediatra es un especialista que estudia la materia los mismos años que otros especialistas de adultos como el cirujano, el internista o el ginecobstetra. Muchos de nosotros tuvimos que hacer una residencia rotatoria de posgrado, recibiendo así un año más de entrenamiento en las especialidades básicas antes de entrar a la residencia de pediatría. Realizamos la especialidad durante varios años –actualmente son tres– , en los cuales vivimos dentro de un hospital –esto es lo que se conoce como la residencia en pediatría–, y hacíamos guardias de noche y de fin de semana. En México nos tocó trabajar en los primeros años de la residencia 36 horas continuas por por sólo 12 de descanso. Al término de la residencia recibimos el título de Especialistas en Pediatría, mismo que tiene que ser reconocido o revalidado por una institución de enseñanza superior, como por ejemplo la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, una vez obtenido el título universitario, los pediatras en México debemos presentar un examen en el Consejo Mexicano de Certificación en Pediatría y cada 5 años debemos obtener la recertificación. Ésta se logra con un sistema de puntuación a base de la asistencia a cursos, congresos –regionales, nacionales o mundiales–, participación en actividades de docencia, exámenes, actualización por medio de revistas especializadas en pediatría, participación en cursos a distancia por Internet o pertenecer y participar en las actividades de los Colegios y Asociaciones de pediatría del país. Como vemos, un buen pediatra nunca deja de estudiar. Muchos pediatras hacen además una subespecialidad durante varios años más, como por ejemplo neonatología, que se encarga de los recién nacidos, cirugía pediátrica, cardiología, neurología, ortopedia, infectología, urgencias y medicina crítica, oftalmología, neumología y muchas más. Todos ellos tienen dos títulos: el de pediatra y el de la subespecialidad.

     Toda esta preparación va encaminada a que el pediatra esté capacitado para atender todas las necesidades de salud de los niños y adolescentes. El pediatra vigila el crecimiento y desarrollo de los niños, desde su nacimiento –el momento más importante en la vida de un ser humano–, acudiendo al momento del parto o Cesárea, asistiendo su llegada al mundo, vigilando y orientando sobre su alimentación, dando instrucciones a los padres sobre la prevención de las enfermedades y promocionando y aplicando las inmunizaciones o vacunas, vigilando la salud mental, la condición física, los problemas conductuales, emocionales o relacionados con la familia, los de aprendizaje y otros problemas escolares, la prevención y control del consumo de drogas en los adolescentes, los problemas de la pubertad y otros relacionados con la adolescencia.

     Es importante que los padres entiendan que en cuestiones de salud los niños tienen unas necesidades muy diferentes a las de los adultos; los niños no son unos "adultos chiquitos". Algunos problemas que vemos cuando un médico de adultos atiende a los niños son los errores en la dosificación de los medicamentos. A un niño no le damos "una cucharadita" de un medicamento porque " lo vemos gordito" y media cucharadita porque "lo vemos flaquito"; los medicamentos en los niños los dosificamos basados en su peso o en el cálculo de su superficie corporal, de ahí que en ocasiones a un niño le puede corresponder una dosis igual a la que se utiliza en un adulto y esto puede parecer una dosis excesiva a las personas que no se dedican a la medicina de niños y, a la inversa, si se indica una dosis pequeña parecería que no tendrá el beneficio terapéutico esperado. Hay muchos medicamentos que hasta la fecha no están aprobados para su uso en niños pero son muy empleados en adultos, como por ejemplo los antibióticos del grupo de las quinolonas o las tetraciclinas que pueden ocasionar manchas permanentes en los dientes. Los medicamentos con cortisona de alta potencia que se emplean para la piel de los adultos pueden tener consecuencias en la piel de un niño, como causarle estrías o envejecimiento prematuro, por lo que para ellos usamos solamente los de baja potencia y cuando su uso está muy justificado. Las técnicas quirúrgicas de la cirugía pediátrica son muy diferentes a las de los adultos. Un cirujano de adultos que opera a un niño pudiera recurrir a técnicas muy agresivas. Recuerdo el caso de una niña de 11 años que fue llevada con el cirujano porque tenía una bolita en un seno y éste le practicó una extirpación pensando que era un tumor, sin tener idea que éste es un síntoma de la pubertad. Podrán imaginarse la tragedia.

     En muchas ciudades no hay hasta la fecha todas las subespecialidades de la pediatría por lo que los especialistas de adultos tienen que tratar a los niños, así que les recomendamos siempre permanecer en comunicación con el pediatra, en especial, para rectificar las dosificaciones de medicamentos y discutir con ellos las diferencias de tratamiento entre los niños y los adultos.

     En términos generales, los problemas de prevención y de tratamiento de la mayoría de las enfermedades agudas las trata el pediatra y los problemas de tipo crónico o que requieren estudios más especializados los debe atender el subespecialista pediatra. Como un ejemplo podemos citar el niño que presenta un dolor súbito e intenso en el oído acompañado de fiebre y al que se le diagnostica infección del oído. Éste lo debe tratar el pediatra. Pero si este mismo niño tiene infecciones recurrentes durante más de tres meses seguidos, no responde a los tratamientos adecuados ni de prevención con antibióticos o presenta sordera, el pediatra lo referirá al especialista otorrinolaringólogo pediatra o audiólogo pediatra para valorarlos y decidir si requiere operarse y colocar los llamados tubos de ventilación.

     Para terminar, el pediatra, a diferencia del médico de adultos, quiere a los niños, su trabajo es con niños, está acostumbrado a su llanto, a verlos temblar por fiebre muy alta, a verlos correr por todo el consultorio y la sala de espera, a tocar todo lo que está a su alcance, incluyendo el estetoscopio y el instrumental médico, a los adolescentes que discuten con su mamá porque los llevó con el pediatra "siendo que ya no son unos niños" y a ver y sentir la angustia de los padres que tienen a su hijo gravemente enfermo.

     Es importante señalar que el Pediatra está capacitado para tratar desde un recién nacido prematuro hasta adolescentes de 18 años, aunque de acuerdo a la Academia Americana de Pediatría, hasta de 21 años de edad.

 

 

JOYERÍA METÁLICA EN LA LENGUA

     Una de las "modas " que llegué a pensar que no durarían mucho es la del arte corporal, a base de aplicarse objetos metálicos en diversas partes del cuerpo; sin embargo, ésta sigue ganando popularidad. Ya hemos advertido sobre sus riesgos. En esta ocasión nos referiremos a la aplicación de joyería metálica en la lengua. En un estudio realizado por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén se encontraron muchos riesgos asociados a la perforación de la lengua para aplicar la joyería metálica: el dolor importante –ya que el procedimiento en muchos lugares se practica sin anestesia–, hinchazón o inflamación de la lengua y sangrado prolongado si se perforan vasos sanguíneos durante su aplicación. Los autores reportan los casos de tres señoritas de entre 14 y 17 años. Dos de ellas presentaron fractura de los dientes incisivos centrales como resultado del golpe constante de los dientes contra el objeto metálico. La otra sufrió dolor importante toda una semana después de su aplicación, presentó una inflamación importante alrededor del objeto y tardó en cicatrizar más de dos semanas. Entre las complicaciones de perforar la lengua se encuentran la inflamación de la mandíbula, lesión de las encías, se pueden astillar o fracturar los dientes y, al lesionar la pulpa, se pueden requerir costosas coronas para su reparación, también se provoca aumento importante de la salivación, entumecimiento de la lengua, sangrado prolongado, pérdida del sentido del gusto, el objeto puede interferir con el habla, con la masticación y el mecanismo de tragar, se puede producir la llamada angina de Ludwig, que consiste en una infección de los espacios sublingual (bajo la lengua) y submaxilar en forma bilateral y, por lo general grave; esta infección puede ocasionar una inflamación muy importate de la lengua que la eleva hasta el techo de la boca, lo que puede ocasionar una obstrucción de las vías aéreas y hasta llevar a la muerte por asfixia. También se han reportado casos de tétanos en personas que no estaban previamente inmunizadas y que se aplicaron objetos oxidados. Además, si los materiales no son de buena calidad, pueden dar alergia, tal y como ocurre con la aplicación de aretes u objetos metálicos en otras partes del cuerpo. No podemos dejar de mencionar el riesgo de adquirir Sida o hepatitis b, c ó d. Se han reportado casos de personas que se tragan el objeto metálico o, aún peor, que éste se va hacia las vías respiratorias.

     Hay que considerar que cuando se lleva a cabo un procedimiento quirúrgico en pacientes que tienen alguna enfermedad del corazón, se deben prescribir antibióticos para prevenir una complicación llamada endocarditis bacteriana. Muchos de los establecimientos dedicados a esto no tienen personal capacitado que pueda resolver una urgencia en caso de un incidente durante el procedimiento, como es el sangrado importante que ocasiona estado de choque.

    En algunos lugares está penalizado realizar cualquier procedimiento invasivo en los menores de edad sin el consentimiento de los padres.

 

© Dr. Roberto M. Murguía Pozzi                                                                              1996-2001
 

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