Las últimas novedades en el campo de la pediatría, en un lenguaje accesible para los padres.
La siesta de los niños no sólo beneficia a sus cuidadores que tal vez necesiten un descanso. Para los niños de 4 a 5 años, dormir la siesta durante el día podría ayudarles a reducir la hiperactividad, la ansiedad y la depresión, según muestran los hallazgos de un estudio reciente.
En un estudio de 62 niños que se clasificaron en dos grupos de los que dormían la siesta (77 por ciento) y los que no (23 por ciento), los investigadores encontraron que los que no lo hacían tenían mayores niveles de ansiedad, hiperactividad y depresión.Los hallazgos del estudio fueron presentados el 8 de junio en la reunión anual de Associated Professional Sleep Societies en Seattle.
Los niños que dormían la siesta lo hacían una media de 3.4 días a la semana, hallaron los investigadores. Los datos del estudio se basaron en los informes de los padres o de los cuidadores sobre los patrones de la siesta, la hora de levantarse y la de acostarse en una semana típica en la vida de un niño. También se incluyeron en el análisis la evaluación del comportamiento y los factores demográficos de las familias de los niños.
"La edad en la que los niños están listos para dejar de dormir la siesta varía mucho. Animo a los padres a incluir un periodo de 'descanso' en su horario diario que permitirá al niño dormir la siesta en caso de que sea necesario", aconsejó el autor principal Brian Crosby, becario posdoctoral de psicología en la Universidad Estatal de Pensilvania, en un comunicado de prensa de la American Academy of Sleep Medicine.
Aún no se ha establecido una edad óptima para que los niños dejen de dormir la siesta, apuntó Crosby. Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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Una queja común de los padres son los problemas durante el sueño. Les recomendamos leer esta serie de tres artículos publicados en BebésyMas.com sobre lo que deben y lo que no den hacer para que sus hijos duerman mejor. También hay otros enlaces de interés sobre el tema.
Trastornos del sueño en Lo Nuevo en Mi Pediatra
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Los niños de 3 a 6 años que roncan tienen más síntomas de depresión y ansiedad, así como también problemas de lenguaje y atención, que sus pares sin ronquidos, informaron investigadores finlandeses.
"Nuestro estudio muestra a los ronquidos como un posible factor de riesgo de problemas de humor y fallas cognitivas en los niños en edad preescolar", dijo a Reuters Health la doctora Eeva T. Aronen, del Hospital Central de la Universidad de Helsinki.
Entre 43 preescolares que roncaban al menos una o dos veces por semana, según lo relatado por sus padres, y 46 niños de la misma edad que no manifestaban ronquidos, el equipo de Aronen halló una mayor tasa de problemas de humor, especialmente síntomas de ansiedad y depresión, entre los roncadores.
"En general, el 22 por ciento de los chicos que roncaban tenían síntomas de desórdenes del humor lo suficientemente severos como para requerir evaluación clínica, comparado con el 11 por ciento de los niños sin ronquidos", dijo Aronen.
"Sorpresivamente y contra nuestras expectativas, los tipos de problemas conductuales como la agresividad y la hiperactividad no fueron más frecuentes entre los niños en edad preescolar que roncaban", añadió la experta.
Según un informe del estudio, publicado en Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics, los niños roncadores también eran más proclives a tener otros problemas del sueño, como pesadillas, hablar mientras dormían, o dificultades para ir a la cama.
Pruebas del funcionamiento cerebral también sugirieron la existencia de algunas diferencias importantes entre los roncadores y aquellos chicos sin ronquidos, incluida la menor capacidad de atención y lenguaje entre los niños que no roncaban.
Los ronquidos son un síntoma común de respiración desordenada durante el sueño, lo cual es provocado por una obstrucción en las vías aéreas superiores mientras se descansa.
Aronen y sus colegas creen que conocer la salud mental y el impacto sobre el desarrollo de la respiración desordenada durante el sueño en los niños en edad preescolar ayudará a los pediatras y otros profesionales médicos a reconocer el problema de sueño subyacente.
"Esto hace posible la intervención antes de los malos rendimientos escolares o antes de que se desarrollen síntomas emocionales y/o conductuales más complejos", escribió el equipo.
Publicado en el Journal Of Developmentmental Behavioral Pediatrics
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Los niños obesos que no pueden respirar mientras duermen padecen más somnolencia diurna excesiva que los chicos más delgados que también son roncadores crónicos, demostró un estudio publicado en la revista Pediatrics.
Los síntomas en los niños con sobrepeso son "sorprendentemente reminiscentes de los patrones de somnolencia diurna excesiva en los adultos con apnea obstructiva crónica", escribieron los doctores David Gozal y Leila Kheirandish-Gozal, de la University of Louisville, en Kentucky.
Esto sugiere, agregó el equipo, que la apnea obstructiva del sueño se muestra distinta en los niños obesos que en los de peso normal, lo que sería importante para el tratamiento de la enfermedad y el conocimiento de cómo altera la función de orgánica.
Ambos investigadores habían observado previamente que entre los niños con problemas de sueño, el cansancio diurno era el síntoma principal en los obesos, mientras que la somnolencia tendía a manifestarse como falta de atención e hiperactividad en los chicos con peso normal.
Para investigar la hipótesis de que los niños con ronquidos igualmente graves serían más propensos a tener somnolencia diurna si son obesos, el equipo estudió a 50 chicos de entre 6 y 9 años, saludables y con peso normal que roncaban habitualmente y los comparó con 50 niños obesos y roncadores, con el mismo género, edad y etnia.
El equipo observó a los niños mientras dormían durante toda una noche en el laboratorio y luego les hicieron una prueba múltiple de latencia del sueño para evaluar el nivel de somnolencia diurna a través de la cantidad de tiempo que demoran los niños en dormirse durante el día.
El test incluyó la posibilidad de que los niños durmieran una siesta de 30 minutos cada dos horas, a partir de las 8 de la mañana. Cada niño tuvo cinco oportunidades de dormir siesta. En promedio, los niños obesos demoraron 12,9 minutos para dormirse y los no obesos, 17,9 minutos. Veintiún niños obesos tenían una latencia de sueño de 12 minutos o menos, lo que se observó en sólo cinco chicos con peso normal.
La somnolencia diurna estuvo más sólidamente asociada con la cantidad de veces que un niño se despertaba por hora debido a alteraciones respiratorias.
Esto sugiere, según los autores, que la fragmentación del sueño sería más frecuente en los niños obesos y que la deficiencia de oxígeno durante el sueño tendría un papel importante en la producción de la respuesta biológica que eleva la somnolencia diurna.
Mientras que la apnea obstructiva del sueño era más frecuente entre los chicos obesos que en los más delgados, aquéllos sin el trastorno seguían siendo aún más propensos a sentir somnolencia diurna excesiva que los niños más delgados.
La obesidad y la apnea obstructiva del sueño, explicaron los investigadores, son trastornos asociados con la inflamación sistémica de bajo grado.
De modo que ambas condiciones podrían actuar juntas para aumentar aún más el nivel de sustancias orgánicas promotoras de inflamación y somnolencia, sugirió el equipo.
Si bien el mecanismo detrás de esa relación exige más investigación, el equipo concluyó que, por ahora, debería pesquisarse la apnea obstructiva del sueño en niños con síntomas de somnolencia diurna excesiva que no pueden permanecer despiertos.
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Dejar que los adolescentes duerman un poco más al comenzar el día escolar más tarde podría reducir sus probabilidades de lesión o muerte por accidente de coche, encuentra un estudio reciente.
Los investigadores encontraron una disminución de 16.5 por ciento en los índices de accidentes vehiculares en los conductores adolescentes cuando las escuelas secundarias locales cambiaron el inicio de clases de 7:30 a.m. a 8:30 a.m.
¿La posible razón? Más sueño, una conducción más alerta, afirmaron los investigadores.
Tras la pubertad, los adolescentes están biológicamente programados para dormirse aproximadamente una hora más tarde cada noche, explicó Fred Danner, psicólogo de la Universidad de Kentucky que fue coautor del estudio. Este cambio en sus relojes biológicos entra entonces en conflicto con tener que levantarse más temprano para asistir a la secundaria que cuando asistían a la intermedia, añadió.
"Es como si estuvieran funcionando con hora del Oeste en un mundo de la costa Este", apuntó Danner. La gente culpa a las computadoras y a permanecer despiertos hasta tarde para escribir correos electrónicos a los amigos de la privación de sueño de los adolescentes, agregó. "Pero hay pruebas de que sus fases cambian en al menos una hora. Así que la biología presiona por un horario más tarde, y los sistemas escolares para comenzar una hora antes. Para el final de la semana, [los chicos] son un desastre, y nuestro estudio muestra que en realidad podrían haber tenido un accidente".
En el estudio, los investigadores encuestaron a unos 10,000 estudiantes de Kentucky de sexto a doceavo grado sobre sus hábitos de sueño y funcionamiento diurno, lo que incluía los accidentes de coche. Rellenaron las encuestas dos veces, primero en 1998, cuando la escuela comenzaba a las 7:30 a.m., y una vez más en 1999 cuando la hora de inicio se había cambiado a las 8:30 a.m.
Además de la disminución de 16.5 por ciento en los accidentes de coche, los investigadores también encontraron que el número de estudiantes que dormía al menos ocho horas por noche aumentó de 35.7 por ciento en 1998 a 50 por ciento después de que se implementó una hora de inicio más avanzada.
El estudio aparece en la edición del 15 de diciembre de la revista Journal of Clinical Sleep Medicine.
El adolescente promedio probablemente necesite al menos ocho horas y posiblemente nueve horas de sueño, apuntó Danner. Y tan poco como una hora menos de sueño por la noche puede tener un efecto acumulativo. Eso significa que para el final de la semana, los adolescentes están tan trastornados como si hubieran permanecido despiertos durante 24 horas seguidas, explicó Danner.
Los conductores fatigados causan al menos 100,000 accidentes al año, y la mitad de estos conductores tienen entre 16 y 25 años de edad, según la National Sleep Foundation. Una encuesta de 2006 de la fundación reveló que el 28 por ciento de los estudiantes de secundaria se duermen en la escuela, y que 51 por ciento han conducido somnolientos. Otro estudio reciente mostró que la privación del sueño también lleva a problemas de seguridad en estudiantes universitarios. Una encuesta de 262 estudiantes de la Universidad del Norte de Texas encontró que el 17 por ciento reportó haberse quedado dormido mientras conducía.
Aunque el estudio de la Universidad de Kentucky tiene limitaciones estadísticas, "si uno duerme más tiene menos sueño y menos probabilidades de tener un accidente. Simplemente es lógico", afirmó el Dr. Francisco Perez-Guerra, ex director del Centro Scott & White de Trastornos del Sueño de la Universidad de Texas A&M.
"Durante años hemos hablado de que las mañanas comiencen más tarde para los niños", añadió. "No se trata de una idea nueva".
Sin embargo, hay obstáculos prácticos y políticos que habrá que vencer para que los sistemas escolares cambien el horario escolar de los estudiantes de secundaria. "Si se pudiera lograr, debería hacerse. La pregunta es si se puede", planteó.
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Dormir bien todas las noches protegería a los niños de ser adultos obesos, sugirió un nuevo estudio.
Un equipo de investigadores halló entre más de 1.000 personas estudiadas desde el nacimiento hasta los 32 años, que las que habían dormido muy pocas horas durante la niñez eran más propensas que el resto a ser adultos obesos.
Aún tras considerar otros factores, como el peso infantil, la exposición a la televisión y el nivel de actividad física en la adultez, esa relación entre la falta de sueño y el riesgo de obesidad se mantenía durante toda la vida.
Esto respalda la idea de que los hábitos de sueño tempranos tienen un efecto directo sobre el peso en el largo plazo, opinó el autor principal del estudio, el doctor Robert John Hancox.
"Aunque no podemos probar que esa sea una relación causa-efecto, el estudio aporta evidencia sólida de que sería así", dijo a Reuters Health.
Los resultados obtenidos por el equipo dirigido por Hancox, de la Universidad de Otago, en Dunedin, Nueva Zelanda, fueron publicados en la revista Pediatrics.
Varios estudios previos hallaron que los adultos y los niños que duermen pocas horas corren alto riesgo de tener sobrepeso. Pero Hancox señaló que éste es el primer estudio que demuestra esa relación en el largo plazo.
El estudio incluyó a 1.037 hombres y mujeres controlados desde el nacimiento, entre 1972 y 1973, hasta los 32 años. Cuando los participantes tenían 5, 7, 9 y 11 años, sus padres informaron el horario habitual para acostarse a dormir y para levantarse.
El equipo halló que a medida que disminuía la cantidad de horas de sueño en los niños, aumentaba el índice de masa corporal (IMC) en la edad adulta.
El IMC es una medición del peso en relación con la estatura.
Los adultos que habían dormido pocas horas durante la niñez (menos de 11 horas por noche) tenían un IMC mayor que los que habían dormido las horas recomendadas.
"El descanso inadecuado en la niñez tendría consecuencias de largo plazo", explicó Hancox- Los resultados, indicó el equipo, sugieren que el control del peso sería otro motivo para que los niños duerman bien a la noche. Los expertos recomiendan que entre los 5 y los 12 años, los chicos duerman 11 horas y que los adolescentes duerman entre 8,5 y 9,5 horas.
Hoy, los niños están durmiendo menos que las generaciones previas, indicó Hancox. Esa tendencia, agregó, estaría promoviendo el aumento de la obesidad.
Nadie sabe con certeza por qué la falta de sueño está asociada con un mayor peso corporal. Una teoría, según estudios en laboratorios sobre el sueño, dice que la falta de horas de sueño altera el equilibrio normal de las hormonas que estimulan y suprimen el apetito. Además, los niños somnolientos estarían demasiado cansados como para hacer actividad física durante el día.
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Estudio asegura que se debería tener en cuenta en quienes tengan antecedentes de ronquidos o apnea
Según un estudio de la Universidad de Virginia, los niños que tienen cuellos más grandes tienen más probabilidades de desarrollar un trastorno respiratorio del sueño.
Los investigadores examinaron a 215 niños entre los 18 meses y los 18 años que fueron remitidos a un centro pediátrico del sueño. De esos niños, el 37.3 por ciento eran obesos y tenían mayor frecuencia de ronquidos.
El tamaño del cuello de los niños, en posición sentado y con el cuello en posición neutral, se midió. Se utilizaron valores de saturación promedio de oxígeno y del índice de apnea hipopnea (IAH) como indicadores de la gravedad del trastorno respiratorio relacionado con el sueño.
El tamaño del cuello ajustado a la edad se relacionó con el índice de masa corporal (IMC) y el peso, y mostró una mayor correlación con el IAH que con el IMC, el peso o el tamaño de las amígdalas. El estudio halló que el tamaño del cuello también mostró una correlación inversa intensa con la saturación media de oxígeno y era un mejor predictor que el IMC, el peso o el tamaño de las amígdalas.
"Los niños que tienen mayores tamaños de cuello para su edad deben ser examinados por ronquidos, apnea, somnolencia excesiva e hiperactividad. El tamaño del cuello debería tomarse en cuenta en la evaluación clínica de los niños que tienen antecedentes de ronquidos y apnea", aseguró en una declaración preparada la Dra. Pearl L. Yu, autora del estudio.
Se esperaba que la investigación fuera presentada en la reunión anual de Associated Professional Sleep Societies en Baltimore.
Los trastornos respiratorios relacionados con el sueño afectan la respiración durante el sueño. El tipo más común es la apnea obstructiva del sueño (AOS), que tiene lugar cuando el tejido que está en la parte posterior de la garganta colapsa y obstruye la vía respiratoria.
La AOS tiene lugar en cerca del 2 por ciento de los niños pequeños, según la información de respaldo de un comunicado de prensa sobre el estudio. La AOS puede desarrollarse en niños de cualquier edad, pero es más común entre los estudiantes de preescolar, cuando las amígdalas y los adenoides son grandes en comparación con la garganta. La AOS también es común entre los niños obesos.
En el principio de la infancia, la AOS puede retrasar el ritmo de desarrollo de un niño. Si la AOS no se trata, también puede conducir a hipertensión.
Etiquetas: TRASTORNOS DEL SUEÑO
LA TELEVISIÓN PODRÍA ESTAR AFECTANDO EL SUEÑO DE SUS HIJOS.
Los expertos señalan que ver televisión, sobre todo antes de ir a la cama, está asociado con patrones de sueño irregulares para los más pequeños
Puede parecer una buena idea: dejar a su hijo pequeño ver un poco de televisión para ayudarlo a dormir.
Pero un cuerpo creciente de investigación halla que los bebés y los niños menores de tres años que ven televisión, incluso mucha TV durante el día, se enfrentan a interrupciones del sueño y a horarios irregulares para ir a la cama o para tomar la siesta.
"Sabemos que muchos padres, quizás demasiados, confían en la tele y los videos como parte de la rutina de sueño de sus hijos", señaló el Dr. Dimitri Christakis, pediatra de la Universidad de Washington y coautor de "The Elephant in the Living Room: Make TV Work for Your Kids" (El elefante en la sala: Haga que la televisión beneficie a sus hijos).
"Ver televisión antes de ir a la cama hace que para los niños sea más difícil conciliar el sueño", agregó. "Hay datos científicos que lo avalan".
Como prueba, Christakis hizo alusión a un estudio reciente que dirigió junto con otra colega, la Dra. Darcy Thompson de la Universidad de Washington, que halló que los niños menores de 3 años que veían televisión estaban en mayor riesgo de alteraciones del sueño. Otros estudios han analizado los efectos de ver televisión en niños mayores y adolescentes, y también han encontrado una relación entre la televisión, las alteraciones del sueño y horas más tardías para ir a la cama.
Christakis y Thompson examinaron los datos de una encuesta nacional de niños entre los cuatro y 35 meses de edad, y evaluaron las entrevistas realizadas a los padres de más de 2,000 niños. El resultado: el 27 por ciento de los niños tenía horarios irregulares para ir a la cama y casi el 34 por ciento tenía horas irregulares para tomar la siesta.
El problema es que el número de horas frente a la televisión estaba asociado con una mayor probabilidad de horario de sueño irregular, aunque no pudo establecerse de modo definitivo una relación de causa y efecto. En promedio, los bebés menores de doce meses veían 0.9 horas de televisión; los de doce a 23 meses 1.6 horas diarias; y los de 24 a 35 meses 2.3 horas al día.
Thompson explicó que tener un horario regular de sueño es importante, porque influye sobre la calidad y la cantidad de sueño de los niños. Y los hábitos de sueño saludables pueden prevenir problemas como resistencia a la hora de acostarse o despertarse por las noches, apuntó.
Thompson destacó que una posible explicación era que ver televisión puede hacer que el horario de sueño sea irregular. Otra es que el sueño irregular conduce a ver más televisión, un tipo de círculo vicioso.
Otra duda es si el momento de ver televisión, por ejemplo, antes de acostarse, tiene un impacto sobre el sueño. En teoría, razonó Thompson, los niños que ven muchos programas de contenido violento o inapropiado para su edad podrían experimentar alteraciones del sueño sin importar la hora a la que ven esos programas. Otros podrían argumentar que ver contenidos perturbadores antes de ir a la cama bloquea el sueño.
El mensaje de fondo, de acuerdo con Christakis, es el siguiente: "Si su hijo tiene problemas para dormir, preste atención a sus hábitos televisivos y vea si tienen algo que ver. No es necesario modificar sus hábitos si no tiene problemas para dormir".
La Dra. Nancy Maynard, pediatra de la Clínica de Great Falls en Great Falls, Montana, estuvo de acuerdo.
"Les digo a los padres que es bueno limitar la cantidad de televisión durante el día a menos de dos horas frente a una pantalla, ya sea de televisión, computadora o videojuegos", destacó.
"Además, no es bueno usar la televisión como ayuda para ir a la cama", recomendó Maynard. Esto es así incluso para los estudiantes de secundaria, agregó.
Maynard dijo que entendía porque los padres de niños pequeños pueden verse tentados a aparcar sus niños frente a la televisión antes de acostarlos. "Les ayuda a permanecer en un mismo lugar. Pero no les ayuda a hacer los cambios que el cerebro necesita para pasar al estado de sueño. Y puede que hasta lo empeore. La información visual pone a los niños más activos".
"Lo veo como ir a una feria", le dice Maynard a los padres cuando les recomienda que no permitan que sus niños vean la tele antes de acostarse. "Usted está en mitad del camino, con todas esas luces y ruido. No sé cómo muchas personas pueden relajarse en ese tipo de ambiente".
¿Tiene un niño pequeño con problemas para dormir? Los National Institutes of Health le ofrecen estas sugerencias:
mipediatra, trastornos del sueño, mupr5301272wa,
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ESTUDIO RELACIONA LA DURACIÓN DEL SUEÑO CON EL PESO INFANTIL
La cantidad de horas que duerme un niño varía según el día o la estación del año, pero los que duermen poco siempre tendrían más riesgo de padecer sobrepeso, sugirió un nuevo estudio. En un seguimiento a 591 niños hasta los 7 años, un equipo de investigadores halló que, en general, los chicos tendían a dormir un poco menos los fines de semana y en verano que en los días de semana y otras épocas del año.
Aquellos que dormían poco a los 7 años presentaban más riesgo de sobrepeso o problemas de conducta, según publica la revista Sleep.
El equipo halló que los niños que dormían menos de 9 horas por noche eran tres veces más propensos que los que descansaban más a tener sobrepeso u obesidad.
Del mismo modo, los que dormían menos cantidad de horas eran más propensos a tener problemas de conducta y síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), según cuestionarios que respondieron padres y maestros.
Los resultados sugieren que la falta de horas de sueño adecuadas induciría el aumento de peso y otros problemas en los niños, señaló el equipo dirigido por el doctor Edwin A. Mitchell, de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda.
Estudios previos hallaron indicios de que la falta de sueño puede aumentar el peso. Aunque se desconocen las causas, una teoría sostiene que la deficiencia de sueño altera las hormonas que regulan el control del apetito y el metabolismo.
En el estudio, destacó Mitchell, la relación entre la falta de sueño y el peso se mantuvo tras considerar los hábitos físicos de los niños y la exposición a la televisión, dos factores clave del riesgo de sobrepeso infantil.
Esto sugiere que la falta de sueño tendría un efecto "real" sobre el peso, dijo el autor a Reuters Health.
En general, los médicos recomiendan que los niños en edad escolar duerman 10 a 11 horas por noche y que los preescolares descansen 11 a 13 horas. Los niños de 7 años que participaron en el estudio durmieron, en promedio, 10 horas.
Los resultados, opinaron los autores, destacan la importancia de que los niños duerman la cantidad de horas recomendadas.
"Nuestros resultados sugieren que la duración del sueño sería, por lo menos en parte, un factor de riesgo modificable de otras consecuencias de la baja calidad de la salud en la infancia, incluida la obesidad", concluyeron los expertos.
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LOS BEBÉS ANSIOSOS TIENEN MAS PESADILLAS EN LA EDAD ESCOLAR
Las posibilidades de que los niños en edad preescolar tengan pesadillas se relacionarían con el temperamento en los primeros años de vida, lo que sería evidente a los 5 meses de edad, sugirió un estudio.
Un equipo de investigadores en Canadá halló durante un seguimiento a 987 niños desde la infancia temprana hasta los 6 años de edad que la mayoría tenía sueño feos ocasionalmente y que algunos los tenían con más frecuencia.
Las probabilidades de tener pesadillas, y continuamente durante la edad preescolar, eran más altas para los niños considerados más ansiosos o bebés "difíciles".
Los resultados sugieren que las pesadillas en los niños "son de naturaleza hereditaria y están asociadas con las características de la personalidad que se pueden medir a los 5 meses de edad", escribió el equipo en la revista Sleep.
Un estudio previo sobre mellizos y gemelos sugirió que las personas pueden heredar cierta vulnerabilidad a tener pesadillas, dijo a Reuters Health el doctor Tore Nielsen, uno de los coautores del estudio.
En la investigación, la posibilidad de tener "sueños malos" a partir de los 2,5 años se identificó precozmente a través de signos de ansiedad a los 5 y 17 meses, explicó Nielsen, profesor de Psiquiatría de la University of Montreal.
Los factores de estrés ambientales, como el primer día de escuela, conspiran contra una vulnerabilidad heredada a tener pesadillas, explicó Nielsen.
Según el estudio, el porcentaje de niños con malos sueños ocasionales fue estable entre los 29 meses y los 6 años de edad (alrededor de dos tercios en cada edad), según explicaron los padres. Y menos del 2 por ciento de los niños a esas edades tenía pesadillas.
Cuando los investigadores analizaron los informes de las madres sobre el temperamento de sus hijos durante la infancia, el equipo observó diferencias entre los niños que no habían tenido pesadillas y los que las habían tenido permanentemente en los primeros años de vida. Los chicos del segundo grupo tendían a ser más inquietos y a llorar más a los 5 meses y a ser más difíciles de calmar a los 17 meses de edad, según indicaron las madres.
Los resultados plantean el interrogante sobre si calmar el estrés continuo de los niños reduciría las pesadillas más adelante en la infancia, indicaron los autores.
En el estudio, ciertas rutinas de los padres, como sacar de la cama a los niños de 2 años para calmarlos cuando están alterados, estaban relacionadas con una reducción del riesgo de pesadillas en años posteriores.
El estudio no analizó la efectividad de las estrategias para calmar la ansiedad de los bebés y los niños, o su influencia sobre las posibilidades de tener pesadillas más adelante, explicó Nielsen.
Pero, agregó el experto, según otros estudios un buen punto de partida sería mejorar los lazos tempranos con los hijos, o "apego".
El equipo halló también que puede ser muy útil con los niños mayores pedirles que "dibujen el sueño" y compartirlos en familia.
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LOS NIÑOS QUE DUERMEN MENOS PESAN MÁS.
Según los investigadores, los patrones de sueño de los niños también varían según la estación y el día
Una investigación reciente señala que los niños que duermen menos de nueve horas por noche son más propensos al exceso de peso o la obesidad.
Los niños que no duermen lo suficiente también tienen un aumento de más de tres por ciento en la grasa corporal, en comparación con los que duermen más de nueve horas cada noche. Los investigadores también informaron que los patrones de sueño de los niños varían según la estación y el día. Los niños duermen menos horas en el verano y los fines de semana, según el estudio.
Los investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda estudiaron los patrones de sueño de 591 niños de siete años con actigrafía, un método no invasivo basado en el movimiento utilizado para estudiar los patrones de vigilia y sueño y los ritmos circadianos. Los niños fueron evaluados al nacer, al año, a los tres años y medio y a los siete años.
El equipo halló que los niños durmieron en promedio 10.1 horas. Durmieron menos horas el fin de semana que entre semana, en el verano y cuando la hora de irse a la cama era después de las 9 p.m. También durmieron menos horas si no tenían hermanos menores.
El equipo de investigación informó que, además de mayor peso y grasa corporal, los periodos de sueño más cortos se correlacionaron con mayor volatilidad emocional.
"El sueño es importante para la salud y el bienestar durante la vida", aseguró en una declaración preparada Ed Mitchell, autor líder. "Pocos estudios han medido objetivamente la duración del sueño. En este estudio de gran tamaño sobre el sueño entre los niños de siete años, hubo una variación considerable en la duración del sueño. La duración del sueño fue cuarenta minutos mayor en el invierno que en el verano y 31 minutos mayor entre semana que el fin de semana. Una menor duración del sueño se relacionó con un aumento de tres veces en el riesgo de exceso de peso u obesidad del niño. Este efecto fue independiente de la actividad física o del tiempo que pasaran frente al televisor. La atención al sueño en la infancia podría ser una estrategia importante para reducir la epidemia de obesidad".
La American Academy of Sleep Medicine recomienda que los niños de preescolar duerman entre once y trece horas por noche, y los de edad escolar entre diez y once.
La academia sugirió a los padres le den a los niños la oportunidad de obtener la cantidad recomendada de sueño manteniendo una rutina constante de irse a la cama en un ambiente relajado. Los niños quizá duerman mejor si tienen un padre con el que puedan relacionarse antes de irse a la cama en lugar de televisión o juegos de video. Los alimentos, las bebidas y los medicamentos que contienen cafeína son todos enemigos del sueño, según la academia.
El estudio aparece en la edición de enero del Journal of Sleep.
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