Las últimas novedades en el campo de la pediatría, en un lenguaje accesible para los padres.
Apreciable lector, en esta ocasión lo que quiero compartir contigo es un recuerdo de nuestros juegos infantiles y los juguetes que utilizábamos, es necesario aclarar que provengo de una familia humilde, mi padre era obrero y mi madre ama de casa y en total éramos cuatro hermanos, tres hermanitas y yo el mayor (actualmente 64 años de edad); recuerdo que no sobraba el dinero, lo que me trajeron los Tres Reyes Magos eran juguetes muy sencillos sin embargo para nosotros fueron suficientes aclaro lo anterior porqué acaso para ti fue otra la experiencia, dentro de mis primeros juguetes recuerdo los soldaditos de plomo, luchadores de plástico, carritos con sus rejas de refrescos que para moverlos les amarrábamos un cordel, cañoncitos de plástico que tiraban balines obviamente a corta distancia sin mucha fuerza, pistolas con dardos que en el extremo tenían una ventosa de plástico, pistolas que tronaban fulminantes, pistolas de agua, tuve un triciclo, aunque pedí un rifle de municiones nunca llegó, ni tampoco bicicleta, ni patines de cuatro ruedas (no en línea, no se cuando llegaron a nuestro país).
Tuve pelotas de plástico, carritos de fricción, un juguete que recuerdo con mucho cariño era una lanchita de hoja de lata, que se le ponía una corcholata con una pequeña vela y al hacer ebullición un depósito chiquito con agua, impulsaba la lancha era de mis juguetes preferidos, también unos soldaditos de madera que traían una pequeña pelota del mismo material para tirarlos a distancia, y los juegos con los amiguitos de la cuadra eran las escondidas o escondidillas, el bote escondido, la roña, los encantados, los colores (consistía en escoger un color y sólo lo sabía quien los vendía) llegaba el comprador y si mencionaba un color que tenían los jugadores tenía que pagarlo e inmediatamente después corretear y agarrar al jugador con el color referido, a las hebritas de oro, al avión o bebe leche, a la víbora de la mar, a la cuerda que se brincaba rítmicamente y al final se daba “carne, chile y mole” que era los más rápido que podía girar la cuerda de los extremos, al lobo, al matarilelirelon; es necesario referir que en estos juegos participaban niñas, otro juego era a la “quemada” que consistía en tocar con una pelota al jugador y si se le pegaba con la pelota estaba quemado y perdía, también jugábamos al burro que consistía en que uno de los jugadores se apoyaba en la pared y los demás agachados haciendo filas entre las piernas el resto de los jugadores corrían para montarse en el burro y el primero tenía que hacer un esfuerzo por llegar los más cerca del que estaba apoyado en la pared y así hacerlo más fácil para el resto de los jugadores una vez que el burro estaba cargado había que moverse para tirar a los jugadores que estaban montados y así se turnaban los puestos este juego era sólo para hombres una variante para las mujeres era la “cebolla”.
Al parque liga y ligazo (se cortaban pedacitos de cáscara de naranja y se tiraban con una liga, en Veracruz eran pedacitos de bejuco), También había temporadas para jugar canicas (al hoyito, al ron, a las seguidillas) y había de varias clases todavía me tocaron las hechas de cemento las cuales se quebraban con facilidad y las de vidrio; las clásicas y más baratas agüitas que eran de color azul, blancas, amarillas y los ponches que ya eran más caras y de diversos colores , trompo, balero, yoyo, papalotes, pandorgas o cometas, a las cortadillas, que consistía en una corcholata extendida y aplanada con filo al la cual de le hacían dos orificios en el centro para pasar un cordel y darle movimiento el objetivo era cortar el cordel del jugador contrario.
También un juego clásico era jugar al gato o al timbiriche que consistía en unir puntos para hacer cuadritos ganaba el que hacía más. Otros juegos eran la matatena, que se jugaba con huesitos de chabacano pintados de colores, los palillos chinos, damas chinas con canicas o con fichas, los tableros eran diferentes.
El horario de los juegos se ajustaba al terminar los deberes escolares y algunos que eran obligatorios en el hogar. No teníamos TV y no se inventaban los juguetes electrónicos.
Actualmente se está recomendando 45 minutos de actividad física diaria en los niños y quizá estas líneas sirvan para ofrecerle estos juegos a los niños, es necesario que en la Escuela en el recreo también los niños encuentren actividades que fomenten actividad física; la OMS dicta que en las enfermedades crónicas, inciden de manera perjudicial en la salud: el uso de tabaco, la dieta malsana, la falta de actividad física y el uso nocivo del alcohol, combatiendo estos renglones estaremos cumpliendo con nuestro deber para alcanzar un nivel adecuado de vida saludable.
Por. Dr. Almazan Bonora
Publicado en el Blog para Padres de la Confederación Nacional de Pediatría de México
Etiquetas: OBESIDAD INFANTIL, PUERICULTURA
Labios cerrados, negativas reiteradas, rechazo del biberón… Las madres que ignoran los signos de saciedad de sus bebés tienden a sobrealimentarlos, lo que aumenta el riesgo de sobrepeso en sus pequeños. Al menos esto es lo que sugieren las conclusiones de una reciente investigación.
Los datos de este trabajo, publicado en la revista 'Journal of Nutrition Education and Behavior', remarcan que los hábitos de alimentación tienen un importante rol a la hora de promover una excesiva ganancia de peso en los más pequeños.
Preocupados por el incremento de jóvenes con sobrepeso registrado en las últimas décadas, los autores de este trabajo decidieron analizar si las pautas de alimentación en la infancia más temprana influían de alguna manera en el problema.
Para ello, este equipo de investigadores de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EEUU) realizó un seguimiento durante un año a 96 madres de raza negra o hispana y provenientes de áreas de bajos recursos que alimentaban a sus bebés exclusivamente con lactancia artificial. Se realizaron visitas al hogar de cada participante a los tres, seis y 12 meses de haber iniciado la investigación. Además de una entrevista con la madre para evaluar sus pautas de alimentación, se realizó una comprobación visual de los hábitos y se midió el peso y la talla de los bebés, entre otras medidas.
Además, también se tuvieron en cuenta otros factores que, a lo largo de la crianza del niño, pudieran influir en su peso, como el índice de masa corporal de la madre antes y durante el embarazo, la cantidad de veces que comía el pequeño a lo largo del día, o el mes en que se introducía en la dieta otro tipo de comida distinta a la leche.
Tendencia a sobrealimentar
Según los datos obtenidos por los investigadores, ninguna de las medidas estudiadas predisponía a una mayor ganancia de peso en los bebés hasta los seis meses. Sin embargo, varios factores sí resultaron determinantes sobre el peso del bebé si se llevaban a cabo entre los seis y los 12 meses.
La capacidad de la madre para detectar la saciedad de su hijo cuando comía fue el factor más destacado. Así, las participantes que ignoraban los signos de hartazgo de su bebé tendían a sobrealimentarlos, lo que incrementaba su riesgo de sobrepeso.
Del mismo modo, la cantidad de veces que alimentaban al pequeño a lo largo del día también se asociaba con mayor riesgo de ganancia rápida de peso en la citada franja de edad.
"Una alimentación más frecuente, especialmente con lactancia artificial, es un fácil culpable sobre el que cargar la culpa. Pero, la sensibilidad maternal sobre el estado de saciedad del niño [...] sugiere que una predisposición a no frenar el ritmo de ingesta y a terminar [el biberón] cuando el niño muestra signos de saciedad podría estar anulando la capacidad del niño de autorregular su consumo", comentan los investigadores en su trabajo.
"La sobrealimentación es más probable cuando los niños sólo toman biberón, ya que la actitud de la madre puede deberse más al signo visual de un recipiente sin terminar que a las señales de saciedad de su hijo", añaden.
En el artículo, estos autores recomiendan que nutricionistas especializados ayuden a las madres, especialmente a las que viven en entornos menos favorecidos, a reconocer los signos de hartazgo y a responder a estas señales.
"Este esfuerzo no frenará la crisis de obesidad infantil, pero podría ser un primer paso para reducir la prevalencia de sobrepeso que hoy en día ya es palpable en los jóvenes estadounidenses", concluyen los investigadores, quienes reclaman estudios más amplios sobre el tema.
Etiquetas: ALIMENTACIÓN INFANTIL, CONDUCTA INFANTIL, NUTRICIÓN INFANTIL, OBESIDAD INFANTIL
Las golosinas suelen formar parte de la alimentación diaria de muchas personas, especialmente en el caso de los niños. Si bien su consumo no está prohibido, sí debería moderarse debido a que constituyen un alimento que brinda un alto aporte calórico, pero su densidad de nutrientes es baja.
Atractivas no sólo por su gusto, sabor, y variedad, sino también por sus envoltorios, las golosinas están más difundidas en la alimentación habitual de lo que es realmente recomendable.
Uno de los mensajes elaborados por la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas y que forma parte de las Guías de la Alimentación saludable para la población argentina dice: “Para vivir con salud es bueno disminuir el consumo de azúcar”.
Por lo tanto, es recomendable comer menos golosinas y dulces, para evitar los problemas de sobrepeso y obesidad, tan comunes en estos tiempos. Además, se reduce la probabilidad de desarrollar caries dentales.
El consumo de golosinas en exceso no sólo no es recomendable por la alta cantidad de azúcares y grasas de mala calidad que poseen, sino también debido a que reemplazan el consumo de otros alimentos con mayor densidad nutricional, como son las frutas y las hortalizas, entre otros.
Por esto, se recomienda a las personas sanas, que las golosinas sean consumidas en pequeñas cantidades, como “complemento” del resto de los alimentos básicos.
Para comer entre horas, en vez de optar por golosinas y dulces, se pueden consumir frutas frescas, que constituyen una excelente y saludable elección. También puede optarse por frutas secas como nueces, almendras, avellanas, maníes y otras), o desecadas (orejones y pasas), ya que no poseen tanta azúcar y las grasas que contienen son de buena calidad.
Otro consejo a tener en cuenta es no utilizar las golosinas como premio o castigo de actitudes de los niños. Es muy común que las madres, abuelas o aquellos mayores que tengan menores bajo su cuidado recurran a las golosinas para premiar a los niños ante una buena conducta o, por el contrario, prohíban su consumo cuando el niño no se ha portado bien.
Este perjudicial hábito, no sólo le da más protagonismo a las golosinas del que realmente tendrían que tener en la alimentación habitual, sino que genera en los niños una conducta condicionada por un alimento. El día de mañana, cuando este niño sea un adulto, ante una situación difícil, es muy probable que necesite recurrir a algún alimento para calmar su angustia, ansiedad o depresión. Si ese alimento es una golosina, se facilita, de esta forma, la excesiva ganancia de peso que lleva al sobrepeso y a la obesidad
Etiquetas: ALIMENTACIÓN INFANTIL, OBESIDAD INFANTIL
Los niños pequeños que no pueden parar de comer dulces, o sea, los que tienen más dificultad en aplazar la gratificación, parecen más propensos a tener sobrepeso cuando crecen.
Lo mismo parece ser verdad en los niños pequeños que no pueden prescindir de los juguetes atractivos.
No está claro si estos hallazgos, provenientes de dos estudios que aparecen en la edición de abril de la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, representan un efecto de "naturaleza" o "crianza", pero podrían de cualquier manera resultar en cambios conductuales positivos para ayudar a controlar la epidemia actual de obesidad, dijeron los expertos.
"Hay tan pocos estudios que dan seguimiento al desarrollo de la obesidad con el tiempo, así que el hecho de que pudiéramos capturar algo precoz en el desarrollo de la obesidad y seguirlo en el tiempo hasta la niñez media es poco común", afirmó Meg H. Zeller, profesora asistente de pediatría del Hospital Infantil de Cincinnati.
"El hecho de que se trata de algo conductual es uno de los mejores puntos, porque es algo con lo que se puede trabajar. Se ha identificado algo que es modificable", añadió Zeller, que no participó en los estudios.
Estudios anteriores han relacionado los problemas de peso en la adultez, y los problemas que conllevan como enfermedad cardiaca y diabetes, con problemas de peso anteriormente en la vida, aunque pocos han observado una posible asociación con la capacidad de aplazar la gratificación.
Para el nuevo estudio, se colocó a 805 niños de cuatro años de edad en una habitación con un plato grande y uno pequeño de caramelos, galletas de animales o galletas saladas. Se les dijo que podían comer del plato grande si esperaban a que volviera un adulto. Si no podían esperar, podían tocar un timbre para llamar a un adulto.
El 47 por ciento de los participantes "fracasaron" en la prueba porque tocaron el timbre o simplemente tomaron lo que querían.
Los que fracasaron tenían 29 por ciento más probabilidades de tener sobrepeso siete años después, a los once años de edad. También eran más propensos a tener madres que tenían sobrepeso, lo que podría reflejar factores tanto genéticos como ambientales, aclararon los autores. El segundo estudio encontró resultados similares en una muestra de 1,061 niños de tres años de edad, tanto con juguetes como dos años más tarde, a los cinco, con comida.
Al igual que en el primer estudio, se pidió a los niños que se sentaran solos en una habitación con un juguete durante 150 segundos. Si esperaban al menos 75 segundos para usar el juguete, habían "pasado la prueba". A los cinco años de edad, participaron en una prueba similar, con comida.
Los que no pudieron esperar en ambas ocasiones tenían un índice de masa corporal (IMC, una proporción entre el peso y la estatura) más alto a los doce años de edad, y aumentaron de peso más rápidamente.
Pero no está claro si la respuesta de aplazamiento de la gratificación en realidad causaba los problemas con el peso. Tampoco está claro si se trata de un problema de naturaleza o de crianza.
"No sabemos si es la crianza o algo innato del niño", apuntó la Dra. Julie C. Lumeng, autora principal del estudio de la comida y profesora asistente de pediatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Michigan.
Añadió que es posible que muchos niños, igual que muchos adultos, usen la comida para regular el estado de ánimo.
A pesar de las preguntas sin responder, los hallazgos podrían tener algún impacto inmediato. "Si su hijo tiene dificultades para aplazar la gratificación, podría ayudarle a aprender tales habilidades", señaló Lumeng, científica asistente de investigación del Centro de crecimiento y desarrollo humanos de la universidad.
Una estrategia sería colocar la comida en la despensa, "ya que si no la ven no pensarán en ella". O distraer al niño que pide comida constantemente, o incluso eliminar la comida basura por completo de la casa.
Estructurar un horario de refrigerios y comidas también podría ayudar, aseguró Lumeng.
"Esto realmente da algo para desarrollar una intervención a las personas que están estudiando la prevención de la obesidad, algo tan crítico en este momento", añadió Zeller. "Los pediatras pueden hacerlo, y los padres comprenden la idea de la gratificación aplazada. Vivimos en un ambiente en que la gratificación es tan inmediata".
Etiquetas: CONDUCTA INFANTIL, OBESIDAD INFANTIL
Los pequeños que ganan mucho peso cuando son bebés tienen más posibilidades de convertirse en obesos cuando crezcan, lo que demuestra la importancia de los hábitos alimenticios tempranos, dijeron los investigadores el lunes.
Observar a los niños mientras comen fijándose en las señales sobre cuándo están satisfechos y motivarlos a beber mucha agua podría ayudar a controlar su peso, de acuerdo a dos estudios publicados en la revista Pediatrics.
La tasa de obesidad entre los niños estadounidenses se ha duplicado en los últimos 20 años, y casi un tercio de los niños de Estados Unidos tienen sobrepeso o son obesos.
La epidemia de la obesidad está vinculada a presentar problemas de salud tales como un aumento en el riesgo de tener enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
Los investigadores en la Universidad de Harvard y el Children's Hospital, en Boston, dividió a 559 niños en cuatro grupos basándose en la medición de su peso y estatura al momento de nacer, a los seis meses y a los tres años. Casi uno de cada 10 niños era obeso a los 3.
Aquellos que pesaban más al momento de nacer y aquellos que ganaron casi todo el peso a los 6 meses juntos tienen un 40 por ciento de probabilidad de convertirse en obeso a los 3 años. "(Esto) sugiere que es la rápida obtención de peso en la infancia la que pone a los niños en riesgo" más que un alto peso en el nacimiento, escribió Elsie Taveras y sus compañeros de investigación.
La obesidad a los 3 años no necesariamente se traduce a una obesidad en la niñez o adultez, pero aumenta el riesgo, dijeron.
Los investigadores de Harvard señalaron que es importante educar a los padres y otros cuidadores para que mejoren la dieta infantil y ayudarlos a reconocer cuándo los niños están satisfechos.
Un segundo estudio publicado en la revista por Rebecca Muckelbauer y sus colegas del Research Institute of Child Nutrition en Dortmund, Alemania, descubrió que una forma fácil para evitar que los niños ganen mucho peso era motivarlos a beber más agua.
Fuentes de agua fueron instaladas en las escuelas en las áreas pobres de Dortmund y Essen, Alemania, y 1.641 estudiantes de segundo y tercer grado fueron instados a que bebieran más agua. Ellos bebieron el equivalente a un vaso de agua diario adicional en comparación a los niños que no recibieron la motivación.
Aquellos que bebieron más agua disminuyeron su riesgo de tener sobrepeso en un 31 por ciento.
Etiquetas: OBESIDAD INFANTIL
La realización de períodos más prolongados de ejercicio físico daría mejor resultado para que los niños mantengan un peso saludable que la actividad esporádica acumulada durante el día, sugirió un estudio.
La investigación sobre unos 2.500 niños y adolescentes, de entre 8 y 17 años, determinó que cuanta más actividad moderada a fuerte hacían, menos propensos eran a tener sobrepeso. Pero la forma en la que hacían ese ejercicio también importaba.
Cuantos más períodos sostenidos de entre 5 y 10 minutos de ejercicio hacían los niños por día, menos probabilidades tenían de tener sobrepeso; este beneficio era independiente del tiempo total diario que hacían actividad física.
Aun entre los niños con niveles relativamente altos de actividad física, los que acumulaban la mayor cantidad de períodos de ejercicio sostenido eran un 59 por ciento menos propensos a tener sobrepeso que los que hacían ejercicio esporádicamente durante menos de 5 minutos por vez.
Los resultados fueron publicados en American Journal of Preventive Medicine.
Las guías estadounidenses recomiendan que los niños hagan 60 minutos diarios de ejercicio moderado a fuerte. Aunque no especifican cómo deberían acumularse esos minutos.
Los nuevos resultados sugirieron que, para controlar el peso, los niños deberían tener períodos más prolongados de actividad, según explicó el doctor Ian Janssen, de Queen's University, en Ontario, Canadá.
En algunos casos, dijo a Reuters Health, la mejor forma de lograrlo son los deportes organizados u otras actividades.
De todos modos, Janssen señaló que no todos los deportes son iguales. En el básquet, por ejemplo, hay que quedarse parado mucho tiempo. En el fútbol, en cambio, los niños tienen que correr de un extremo al otro del campo permanentemente.
Según Janssen, se desconoce por qué los períodos de actividad serían tan beneficiosos independientemente del tiempo total que los niños ejercitan. Especuló que prolongar el tiempo de ejercicio tendría efectos hormonales mayores que la actividad esporádica acumulada en el día.
Publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine
Etiquetas: MEDICINA DEL DEPORTE, OBESIDAD INFANTIL
A medida que aumenta el peso de los bebés, se urge a los padres a tomar medidas desde el principio para prevenir la obesidad
Los niños, adolescentes y adultos que tienen exceso de peso no son los únicos estadounidenses que tienen un problema de peso en estos días. La tendencia hacia los bebés más y más grandes está suscitando la preocupación de los expertos en salud también.
Un estudio reciente halló que, actualmente, los bebés estadounidenses de hasta seis meses de edad tienen 59 por ciento más probabilidades de tener exceso de peso que los nacidos hace veinte años.
Y aunque los bebés gorditos podrían percibirse como lindos y saludables, los padres deben tener en cuenta la prevención de la obesidad en las primeras etapas de la vida, advierten los expertos en salud. Eso significa no solo prestar atención al peso de los bebés, sino también al peso de la madre antes de la concepción y durante el embarazo.
"El peso que aumenta una madre durante el embarazo, sobre todo si aumenta más de lo recomendado, se relaciona con más probabilidades de obesidad infantil", señaló la Dra. Christine M. Olson, profesora de nutrición comunitaria de la Universidad de Ithaca, Nueva York.
La propia investigación de Olson halló que eso era así. Le dio seguimiento a 208 parejas de madres e hijos y halló que el peso adicional obtenido durante el embarazo (es decir, más de 11.3 a 15.9 kg o 25 a 36 libras para las mujeres que comenzaron el embarazo con un peso normal) incrementaron sus probabilidades de tener exceso de peso a los tres años de edad. Definió exceso de peso a los tres años como pesar más que el 85 por ciento de los niños a esa edad.
Cerca del cuarenta por ciento de los niños cuyas madres tenían exceso de peso o eran obesas al comienzo del embarazo tenían exceso de peso para los tres años, mientras que apenas el 24 por ciento de aquellos cuyas madres habían tenido peso normal o inferior al mismo durante el embarazo tenían exceso de peso para los tres años.
El impacto fue mayor entre las mujeres que tenían exceso de peso o eran obesas antes de quedar embarazadas.
Para el Dr. Frank R. Greer, profesor de pediatría de la Facultad de Medicina y salud pública de la Universidad de Wisconsin y presidente del comité de nutrición de la Academia Estadounidense de Pediatría, estas relaciones tienen sentido.
"Ciertamente, las madres que tienen exceso de peso están en riesgo de tener bebés con exceso de peso", dijo. "Las madres que tienen diabetes de la gestación (la que se diagnostica durante el embarazo) también están en mayor riesgo". Además, si el padre también tiene exceso de peso, dijo, esto también puede ayudar a predecir si el bebé lo tendrá.
Sin embargo, Greer advirtió que no es un asunto sencillo.
"Predecir la obesidad durante el primera año de la vida es problemático", aseguró Greer. "Obviamente, se puede señalar a los bebés que están en riesgo teniendo en cuenta tanto su peso al nacer como a sus padres. Sin embargo, los pediatras se muestran reacios a hacerlo en las visitas de niño sano antes de que el niño se acerca al percentil 85 de peso", que generalmente se considera como el umbral para la clasificación de exceso de peso.
¿Qué se puede hacer? Greer y Olson tienen varias sugerencias.
Además de lograr un peso saludable antes del embarazo, las mujeres deben seguir las directrices de aumento de peso durante el embarazo, dijeron. Eso significa de 11.3 a 15.9 kg o de 25 a 36 libras para las mujeres de peso normal, más para las que tienen peso inferior al normal y menos para las que tienen exceso de peso. Pregúntele a su médico qué es lo mejor para usted.
Apenas el cuarenta por ciento de las mujeres permanecen dentro de las directrices de aumento de peso recomendadas, según ha hallado Olson.
Olson y Greer estuvieron de acuerdo en que la lactancia durante los primeros cuatro a seis meses puede ayudar a reducir las probabilidades de que un niño tenga exceso de peso. Pero la lactancia exclusiva durante tanto tiempo podría ser un reto, aseguró Olson, sobre todo si una mujer regresa a trabajar.
Olson advirtió que las mujeres deben investigar sobre sus derechos. Por ejemplo, una ley de Nueva York establece pausas durante el trabajo para que las mujeres extraigan la leche con una bomba manual, señaló Olson. Las madres lactantes quizá también deseen pedirles a sus supervisores que les den apoyo y consejos sobre cómo compaginar mejor la lactancia y el trabajo.
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Los hombres que tenían sobrepeso de adolescentes son mucho más propensos a morir antes, de acuerdo con un estudio
Ser obeso a los 18 años aumenta el riesgo de muerte prematura en la edad adulta tanto como fumar más de 10 cigarrillos al día, de acuerdo con investigadores suecos.
El Dr. Martin Neovius del Instituto Karolinska y colegas analizaron los datos de más de 45,000 jóvenes de 18 años de edad que se sometieron a las pruebas de alistamiento del servicio militar en las que se registró su índice de masa corporal (IMC) y su relación con el tabaco. A los hombres se les dio seguimiento durante un promedio de 38 años.
Durante el periodo de seguimiento, murieron 2,897 hombres. La incidencia de muerte fue más alta entre los hombres obesos y más baja entre los de peso normal. En comparación con los que tenían un peso normal a los 18 años, los que tenían sobrepeso eran casi un tercio más propensos a morir prematuramente, mientras que los que eran obesos eran más de dos veces más propensos a sufrir una muerta prematura.
Estar por debajo del peso no aumentó el riesgo, pero estar demasiado delgado (un IMC inferior a 17) elevó el riesgo de muerte prematura tanto como el sobrepeso. El estudio también encontró que los fumadores empedernidos eran más de dos veces más propensos a morir de forma prematura que los no fumadores, y que los fumadores empedernidos que también eran obesos eran casi cinco veces más propensos a morir a una edad temprana que los no fumadores de peso normal.
Sin embargo, los investigadores no encontraron ninguna interacción estadísticamente significativa entre fumar de manera empedernida y la obesidad, lo que según ellos significa que tener sobrepeso a los 18 eleva el riesgo de muerte prematura, independientemente de si el individuo fuma o no.
El estudio fue publicado en línea en la edición del 25 de febrero de la revista BMJ.
En muchos países, un número cada vez mayor de adolescentes fuma y además tienen sobrepeso o son obesos. Los investigadores concluyeron que "el sobrepeso, la obesidad y fumar entre los adolescentes siguen siendo objetivos importantes que ameritan de mayores iniciativas de salud pública".
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Los invitamos a visitar la página de la Asociación para la Promoción y el Consumo de Frutas y Hortalizas 5 al día.
5 al día es una ASOCIACIÓN sin ánimo de lucro cuyo fin consiste en fomentar el consumo diario de FRUTAS Y HORTALIZAS FRESCAS. ¿Por qué 5 al día? Su nombre se basa en la ración mínima de consumo diario de FRUTAS Y HORTALIZAS FRESCAS recomendada por la comunidad científica y médica en una dieta saludable.
Su estrategia es la difusión del mensaje: "Frutas y Hortalizas: 5 al día! Bueno para la salud".
Sus Objetivos son:
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Prevenir la obesidad aumenta la función de los vasos sanguíneos, incluso sin pérdida de peso, según un estudio
Los componentes del síndrome metabólico que aparecen en niños deben ser tratados por médicos que también les exhorten a mejorar su dieta y su rutina de ejercicio, según un informe reciente.
En los adultos, el síndrome metabólico ocurre cuando tienen al menos tres factores de riesgo de los siguientes: obesidad abdominal (una circunferencia de cintura mayor de 35 pulgadas u 89 centímetros para las mujeres y de 40 pulgadas o 102 centímetros para los hombres), un colesterol LDL ("bueno") bajo, triglicéridos altos, glucosa en ayunas alta, y presión arterial alta.
Aunque a veces es difícil diagnosticarlos en los niños, pueden ocurrir agrupaciones similares en la niñez. El informe, que aparece en la edición en línea del 12 de enero de la revista Circulation, pidió a los médicos medir y tratar las piezas individuales del síndrome en los niños al mismo tiempo que intervienen para romper malos hábitos de dieta y ejercicio.
"Los factores de riesgo adversos y las conexiones entre ellos que eventualmente llevan al síndrome metabólico comienzan en la niñez", aseguró en un comunicado de prensa de la American Heart Association la Dra. Julia Steinberger, directora de ecocardiografía pediátrica y cardiología preventiva del Hospital pediátrico de la Universidad de Minnesota en Minneapolis. Fue presidenta del grupo que escribió el informe.
Gran parte del aumento del riesgo se relaciona al aumento continuo en la obesidad infantil, que la asociación cardiaca afirma se encuentra en alrededor del 17 por ciento de todos los niños de 6 a 19 años de edad. Tener un índice de masa corporal en o por encima del percentil 95 para la edad del niño se considera como obesidad.
"Podemos afirmar que la obesidad infantil es nuestro mayor problema", aseguró Steinberger. "Se ha demostrado que cuando la dieta y el ejercicio mejoran en los niños con sobrepeso, la estructura y la función de los vasos sanguíneos mejora incluso sin pérdida de peso".
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Los niños obesos que no pueden respirar mientras duermen padecen más somnolencia diurna excesiva que los chicos más delgados que también son roncadores crónicos, demostró un estudio publicado en la revista Pediatrics.
Los síntomas en los niños con sobrepeso son "sorprendentemente reminiscentes de los patrones de somnolencia diurna excesiva en los adultos con apnea obstructiva crónica", escribieron los doctores David Gozal y Leila Kheirandish-Gozal, de la University of Louisville, en Kentucky.
Esto sugiere, agregó el equipo, que la apnea obstructiva del sueño se muestra distinta en los niños obesos que en los de peso normal, lo que sería importante para el tratamiento de la enfermedad y el conocimiento de cómo altera la función de orgánica.
Ambos investigadores habían observado previamente que entre los niños con problemas de sueño, el cansancio diurno era el síntoma principal en los obesos, mientras que la somnolencia tendía a manifestarse como falta de atención e hiperactividad en los chicos con peso normal.
Para investigar la hipótesis de que los niños con ronquidos igualmente graves serían más propensos a tener somnolencia diurna si son obesos, el equipo estudió a 50 chicos de entre 6 y 9 años, saludables y con peso normal que roncaban habitualmente y los comparó con 50 niños obesos y roncadores, con el mismo género, edad y etnia.
El equipo observó a los niños mientras dormían durante toda una noche en el laboratorio y luego les hicieron una prueba múltiple de latencia del sueño para evaluar el nivel de somnolencia diurna a través de la cantidad de tiempo que demoran los niños en dormirse durante el día.
El test incluyó la posibilidad de que los niños durmieran una siesta de 30 minutos cada dos horas, a partir de las 8 de la mañana. Cada niño tuvo cinco oportunidades de dormir siesta. En promedio, los niños obesos demoraron 12,9 minutos para dormirse y los no obesos, 17,9 minutos. Veintiún niños obesos tenían una latencia de sueño de 12 minutos o menos, lo que se observó en sólo cinco chicos con peso normal.
La somnolencia diurna estuvo más sólidamente asociada con la cantidad de veces que un niño se despertaba por hora debido a alteraciones respiratorias.
Esto sugiere, según los autores, que la fragmentación del sueño sería más frecuente en los niños obesos y que la deficiencia de oxígeno durante el sueño tendría un papel importante en la producción de la respuesta biológica que eleva la somnolencia diurna.
Mientras que la apnea obstructiva del sueño era más frecuente entre los chicos obesos que en los más delgados, aquéllos sin el trastorno seguían siendo aún más propensos a sentir somnolencia diurna excesiva que los niños más delgados.
La obesidad y la apnea obstructiva del sueño, explicaron los investigadores, son trastornos asociados con la inflamación sistémica de bajo grado.
De modo que ambas condiciones podrían actuar juntas para aumentar aún más el nivel de sustancias orgánicas promotoras de inflamación y somnolencia, sugirió el equipo.
Si bien el mecanismo detrás de esa relación exige más investigación, el equipo concluyó que, por ahora, debería pesquisarse la apnea obstructiva del sueño en niños con síntomas de somnolencia diurna excesiva que no pueden permanecer despiertos.
Etiquetas: OBESIDAD INFANTIL, TRASTORNOS DEL SUEÑO
Un estudio publicado por The Journal of Nutrition advierte que los mexicanos han incrementado su consumo diario de calorías a través de las bebidas, al grado que ya rebasan a los estadounidenses.
El estudio titulado “El consumo de energía a través de las bebidas está aumentando entre adolescentes y adultos mexicanos”, realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública, El Colegio de México y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Carolina del Norte, advierte:
“El porcentaje del total del consumo energético diario proveniente de las bebidas en los adolescentes y adultos mexicanos (22.5%) fue mayor que aquel realizado en una investigación nacional representativa de la población de los EUA (21%)”. En contraste, en México, la energía proveniente de los alimentos se mantuvo constante entre 1999 y 2006, según la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999 y la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006.
El aumento en el consumo de bebidas azucaradas coincide con un ascenso grave en los índices de sobrepeso y obesidad en México, el mayor incremento que se ha registrado a escala mundial. El Instituto Nacional de Salud Pública y el Instituto Nacional de la Nutrición han demostrado que el consumo de refrescos aumentó 40% en sólo 14 años (1988-2002).
“Estas evidencias fortalecen las ‘Recomendaciones sobre el Consumo de Bebidas para una Vida Saludable’ de la Secretaría de Salud, que recomiendan dejar de beber refrescos. Es urgente impulsar regulaciones efectivas para combatir lo que es hoy el mayor problema de salud pública del país: la epidemia de obesidad y sus consecuencias en salud”, señaló Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor. Y añadió: “Se debe prohibir la venta de bebidas con alto contenido energético en las escuelas y volver obligatoria la instalación de bebederos de agua potable. De manera paralela, prohibir la publicidad de este tipo de bebidas en los horarios infantiles de TV”.
Para ello es indispensable la colaboración de la Secretaría de Educación Pública y las empresas, ya que la titular de la SEP, Josefina Vázquez Mota, promueve la presencia en las escuelas de las empresas Coca Cola y Pepsico; mientras Conméxico, organismo que agrupa a las empresas procesadoras de alimentos, como Coca Cola, Pepsico y Bimbo, ha realizado un intenso y multimillonario cabildeo en el Congreso Federal para impedir que prospere alguna de las 20 iniciativas que se han presentado en los últimos tres años para regular la comida chatarra (en escuelas, publicidad, etiquetado).
Publicado en The Journal of Nutrition
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Los niños obesos estarían sufriendo daño en sus tiroides, lo que crea un círculo vicioso de metabolismo y sobrepeso, informaron el miércoles investigadores italianos.
La obesidad causaría inflamación, lo que daña la glándula tiroides, encargada de segregar hormonas para regular el metabolismo y otras funciones físicas importantes, indicó el equipo del doctor Giorgio Radetti, del Hospital Regional de Bolzano en Italia.
Los expertos evaluaron a 186 niños con sobrepeso y obesidad durante alrededor de tres años. El equipo evaluó los niveles de hormonas tiroides y anticuerpos antitiroides y obtuvo imágenes de la glándula mediante ultrasonido.
"Nuestro estudio muestra que las alteraciones en la función y estructura tiroidea son comunes en los niños obesos y quizá hayamos descubierto la relación", dijo Radetti en un comunicado. "Hallamos una asociación entre el índice de masa corporal y los niveles de la hormona tiroidea que sugiere que el exceso de grasa jugaría un papel importante en la modificación del tejido tiroideo", agregó el experto.
En un articulo publicado en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, los investigadores señalaron que 73 de los niños tenían tiroides que lucían inflamadas, pero no presentaban la condición llamada tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad autoinmune en la que las células T atacan por error la tiroides.
Pero los niños carecían de los anticuerpos involucrados en la enfermedad.
"Los resultados del ultrasonido son un poco misteriosos", dijo Radetti. "Sin embargo, los hallazgos sugieren la existencia de un estado inflamatorio de bajo grado, que se conoce como una característica de la obesidad", agregó.
Se necesitan más estudios para demostrar si la pérdida de peso normalizaría la tiroides y devolvería la salud a los niños, expresó Radetti.
El mal funcionamiento de la tiroides puede relacionarse con el aumento de peso, aunque estimular la glándula no genera una pérdida automática de los kilos de más.
No obstante, adelgazar ha demostrado restaurar el funcionamiento de la glándula tiroides en algunos casos.
Publicado en la revista Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism
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Prohibir la publicidad de comida rápida en televisión en Estados Unidos podría disminuir un 18 por ciento la cantidad de niños con sobrepeso, informaron investigadores.
Pero el equipo de la Oficina Nacional de Investigación Económica estadounidense cuestionó si sería práctico imponer ese tipo de regulación oficial, que sólo existe en Suecia, Noruega y Finlandia.
"Sabemos desde hace un tiempo que la obesidad infantil ha invadido nuestra cultura, pero se han realizado pocas investigaciones empíricas que identifiquen a la publicidad televisiva como una posible causa", indicó la economista Shin-Yi Chou, de la Lehigh University en Pennsylvania.
"Quizás, esta línea de investigación pueda conducir a un debate serio sobre el tipo de políticas que pueden disminuir la epidemia de obesidad en Estados Unidos", agregó la experta. Para el estudio, financiado en parte por el Gobierno federal, Chou y sus colegas emplearon datos de casi 13.000 niños que participaron del Sondeo Longitudinal Nacional sobre Niñez y Juventud en 1979 y en 1997, ambos lanzados por el Departamento de Empleo de Estados Unidos.
"La medición de publicidad utilizada es la cantidad de horas de mensajes publicitarios televisivos sobre restaurantes de comida rápida que se veían por semana", escribió el equipo en Journal of Law and Economics.
"Nuestros resultados indican que una prohibición de esas publicidades reduciría en una población determinada un 18 por ciento el número de chicos de entre 3 y 11 años con sobrepeso y un 14 por ciento la cantidad de adolescentes de 12 a 18 años con exceso de peso", añadieron los autores.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos estiman que el 13,9 por ciento de los niños de 2 a 5 años tienen sobrepeso, al igual que el 18,8 por ciento de los de 6 a 11 años y el 17 por ciento de aquellos de entre 12 y 19 años.
Los porcentajes han estado aumentando continuamente.
Mirar televisión también es un factor conocido de aumento de las tasas de obesidad, ya sea porque los chicos ejercitan menos o porque puede interferir con el sueño.
El Instituto de Medicina estadounidense informó en el 2006 que existía evidencia convincente que vinculaba la publicidad sobre alimentos en televisión con el aumento de la obesidad infantil.
Un estudio sugirió que los niños veían un promedio de 20.000 comerciales televisivos por año en la década de 1970, lo que aumentó a 30.000 en los diez años siguientes y trepó a más de 40.000 a fines de los 90.
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Dormir bien todas las noches protegería a los niños de ser adultos obesos, sugirió un nuevo estudio.
Un equipo de investigadores halló entre más de 1.000 personas estudiadas desde el nacimiento hasta los 32 años, que las que habían dormido muy pocas horas durante la niñez eran más propensas que el resto a ser adultos obesos.
Aún tras considerar otros factores, como el peso infantil, la exposición a la televisión y el nivel de actividad física en la adultez, esa relación entre la falta de sueño y el riesgo de obesidad se mantenía durante toda la vida.
Esto respalda la idea de que los hábitos de sueño tempranos tienen un efecto directo sobre el peso en el largo plazo, opinó el autor principal del estudio, el doctor Robert John Hancox.
"Aunque no podemos probar que esa sea una relación causa-efecto, el estudio aporta evidencia sólida de que sería así", dijo a Reuters Health.
Los resultados obtenidos por el equipo dirigido por Hancox, de la Universidad de Otago, en Dunedin, Nueva Zelanda, fueron publicados en la revista Pediatrics.
Varios estudios previos hallaron que los adultos y los niños que duermen pocas horas corren alto riesgo de tener sobrepeso. Pero Hancox señaló que éste es el primer estudio que demuestra esa relación en el largo plazo.
El estudio incluyó a 1.037 hombres y mujeres controlados desde el nacimiento, entre 1972 y 1973, hasta los 32 años. Cuando los participantes tenían 5, 7, 9 y 11 años, sus padres informaron el horario habitual para acostarse a dormir y para levantarse.
El equipo halló que a medida que disminuía la cantidad de horas de sueño en los niños, aumentaba el índice de masa corporal (IMC) en la edad adulta.
El IMC es una medición del peso en relación con la estatura.
Los adultos que habían dormido pocas horas durante la niñez (menos de 11 horas por noche) tenían un IMC mayor que los que habían dormido las horas recomendadas.
"El descanso inadecuado en la niñez tendría consecuencias de largo plazo", explicó Hancox- Los resultados, indicó el equipo, sugieren que el control del peso sería otro motivo para que los niños duerman bien a la noche. Los expertos recomiendan que entre los 5 y los 12 años, los chicos duerman 11 horas y que los adolescentes duerman entre 8,5 y 9,5 horas.
Hoy, los niños están durmiendo menos que las generaciones previas, indicó Hancox. Esa tendencia, agregó, estaría promoviendo el aumento de la obesidad.
Nadie sabe con certeza por qué la falta de sueño está asociada con un mayor peso corporal. Una teoría, según estudios en laboratorios sobre el sueño, dice que la falta de horas de sueño altera el equilibrio normal de las hormonas que estimulan y suprimen el apetito. Además, los niños somnolientos estarían demasiado cansados como para hacer actividad física durante el día.
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Las hamburguesas son, hoy en día, el alimento que identifica y caracteriza a las “comidas rápidas” o “comidas chatarra”. Sin embargo, teniendo en cuenta ciertas consideraciones, pueden convertirse en una buena opción para ofrecerles a los niños o a cualquier otro integrante de la familia.
El primer consejo es que sean elaboradas en casa. De esta manera, uno puede conocer los ingredientes que la integran, de qué calidad son y en qué cantidad se encuentran. Para su elaboración, se puede optar por los distintos tipos de carne: de vaca, de pollo o de pescado.
La recomendación es siempre utilizar cortes magros y picarlos; o comprar directamente carne ya picada pero especial, con poca grasa.
El huevo, que se encuentra entre sus ingredientes y que se utiliza como elemento de unión, puede usarse entero, o utilizar únicamente la clara sobre todo en el caso de aquellas personas que por problemas de salud necesiten reducir la cantidad de colesterol que ingieren en su alimentación.
Las hamburguesas, al igual que otro tipo de preparaciones en cuya elaboración se mezclan ingredientes, constituyen una buena oportunidad para incorporar vegetales en la alimentación. Por ejemplo: zanahoria, acelga, cebolla, ají, cebolla de verdeo, berenjenas, etc. Estos alimentos pueden triturarse y mezclarse con los otros ingredientes y de esta manera quedan “ocultos”. En este caso, las hamburguesas son una buena opción para ofrecerles a los niños ya que ellos suelen aceptar este plato sin problemas y en definitiva, están comiendo los vegetales que en ellas se encuentran.
Al momento de cocinarlas, ya sea a la plancha, a la parrilla o al horno, se debe asegurar su cocción completa, verificando que en su interior no haya partes rosadas o que al cortarlas no salga jugo rojo.
Cuando llegue la hora de consumirlas se pueden servir “al plato”, junto con puré de hortalizas (como papa, batata, zanahoria, zapallo, calabaza, etc.) o con ensaladas de vegetales variados en color.
También pueden consumirse en sándwich, pero siempre es bueno también agregar tomate, lechuga o algún otro vegetal para enriquecer la comida con más vitaminas y minerales y aumentar la ingesta de fibra. Otra forma de incrementar la fibra es optando por panes de salvado o aquellos que vienen con semillas.
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La insuficiencia de la legislación nacional y el doble estándar de la industria contribuye al aumento más rápido en el mundo de niños con sobrepeso
Una nueva investigación de CI titulada Junk Food Trap, pone de manifiesto cómo las principales marcas internacionales de comida rápida, como Coca-Cola, Kellogg′s, KFC, McDonald′s, PepsiCo y Nestlé, están utilizando una gama de técnicas publicitarias para influir en las preferencias alimentarias de consumidores preadolescentes y adolescentes.
Desde promociones muy sofisticadas de Internet, al recurso directo del uso de personajes famosos y dibujos animados, la investigación muestra cómo estas empresas crean intrincadas asociaciones de las marcas con juegos para los niños. CI sostiene que esta forma de comercialización de alimentos insanos es la captura de los niños por una dieta de alimentos con alto contenido en grasa, azúcar y sal. Se trata de un importante factor que contribuye al aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad infantil en la región.
Sólo en el sudeste de Asia, se espera que entre 2005 y 2010 el porcentaje de niños con diagnóstico de sobrepeso aumente en un 27,5%*. Se trata del porcentaje que aumenta más rápidamente que en cualquier otra parte del mundo.
Los datos más chocantes
La escala y el alcance de la comercialización de la comida chatarra son asombrosos. En Malasia, por ejemplo, KFC′s Club Chicky (un instrumento de promoción para la cadena de comida rápida del menú infantil) es ahora el club de niños más grande en el país con 58 mil miembros.
Igualmente chocante son los niveles poco saludables de los ingredientes presentes en populares productos comercializados por una marca en la región. Por ejemplo, el estudio encontró en Kellogg′s Frostie hasta 41g de azúcar por cada 100g del producto (15g se considera de alto **), y un Nestle Milo′s Bar Energía que contiene más de 25 gramos de grasa saturada por 100g del producto (5g es ** considerado alto).
Regulaciones débiles
El informe Junk Food Trap pone de manifiesto que la respuesta de los gobiernos y las empresas de la región está muy por debajo de lo que se necesita, incluyendo una completa ausencia de controles sobre información nutricional en la India y la no existencia de leyes en Nepal.
Consumers International sostiene que las empresas se están aprovechando de las malas regulaciones nacionales para promover alimentos poco saludables de una manera en la que en los países desarrollados se han comprometido a poner fin. Es por ello que el movimiento global de consumidores pide un código internacional para restringir la comercialización de alimentos poco saludables para los niños.
Indrani Thuraisingham, Coordinadora de la oficina de Consumers International para Asia-Pacífico, dijo:
"El informe Junk Food Trap muestra cómo la comercialización de alimentos poco saludables hacia los niños por las mayores compañías productoras de alimentos y bebidas no alcohólicas en el mundo, está socavando los esfuerzos para combatir la obesidad. Esto ocurre porque las empresas están aprovechándose de una mala regulación a nivel nacional. Creemos que es hora de que los fabricantes rindan cuentas por sus acciones en las regiones en desarrollo, y es por eso que estamos pidiendo a los gobiernos de los países de Asia-Pacífico apoyar las recomendaciones de nuestro código internacional ".
-International Journal of Pediatric Obesity. 2006, 1: 11_/25 (2006) --UK Food Standards Agency, enero de 2007
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Ángel, de apenas 11 años, desayuna todos los días un sándwich, nunca fruta. En la escuela, ya para la hora del recreo, tiene un hambre atroz. Son las 10:30, la hora de comer sopes, papas fritas y galletas, sin menospreciar el lonche que le preparó su mamá, otro sándwich igual al de la mañana. Para las 12:30, Ángel habrá consumido la mitad de las calorías necesarias para todo un día. Aún le faltan más frituras y dulces que comprará a la salida de la escuela, la comida en casa, las botanas mientras mira la televisión o se entretiene con videojuegos por la tarde y el cereal con azúcar de la cena.
Niños como Ángel le dejan a las tienditas escolares 19,400 millones de pesos al año por la compra de productos altos en grasa, sodio o azúcar. Sin embargo, se trata de un segmento que las propias compañías de alimentos y bebidas no consideran significativo, pues tienen un mercado valuado en 672,000 millones de pesos, según Euromonitor.
Pero lo que el gobierno y los maestros decidan hacer en las escuelas podría ser una ola expansiva que cambie lo que las mamás compren a sus hijos.
Las escuelas se han convertido en el punto de ataque. La obesidad infantil fue la que más creció en los últimos años (subió 33% desde 1999, en menores de cinco a 11 años de edad). Hoy en día, una tercera parte de los niños y de los adolescentes tiene sobrepeso. Además, en las escuelas, donde pasan una tercera parte del día, se da el mayor consumo calórico. Ángel, con 25 kilos de más, podría desarrollar enfermedades que hace unas décadas eran propias de los adultos. Los niños obesos, con padecimientos de grandes, son una bomba de tiempo para el gobierno; el presupuesto ya está diluyéndose en el de por sí caro tratamiento de adultos con diabetes tipo dos, hipertensión o enfermedades cardiovasculares, todas ligadas a la gordura. No es la primera vez que los intereses del gobierno y de una industria se enfrentan en temas de salud. Pero el gobierno tuvo menos problemas para confrontar a la industria del tabaco, dada la evidencia mundial de los daños que causa. Atacar al osito Bimbo o a la chispa de Coca-Cola es como meterse con el Santa Claus de los niños.
En el Congreso se cocina una ley nacional de nutrición, pero la Secretaría de Salud (SS) ya lanzó su primer ataque frontal el 25 de febrero pasado, cuando presentó la ‘Jarrita’, una serie de recomendaciones sobre la ingesta de bebidas hechas por cuatro científicos mexicanos y otros de las universidades de Harvard y Carolina del Norte. De jugos, sólo medio vaso por día, estableció: y los refrescos, mejor evitarlos.
Un día después, el Senado aprobó la ley antitabaco y les robó los titulares. Aun sin reflectores, la ‘Jarrita’ desató una catarata de acciones y marcó un hito en las relaciones empresa-gobierno. El Consejo Mexicano de la Industria de los Productos de Consumo (ConMéxico), que agrupa a las 30 mayores fabricantes de alimentos y bebidas, como Coca-Cola, PepsiCo, Bimbo, Jumex y Unilever, encargó estudios a la Fundación Mexicana para la Salud, para hacer contrapeso a los argumentos del gobierno federal. Además, convocó a cinco de las organizaciones con mayor peso en el país para sumarse a su defensa. Desde entonces se reúne una vez a la semana, en una sala de juntas de avenida Palmas, en el DF, con los representantes de la Confederación de Cámaras Industriales, el Consejo Coordinador Empresarial, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación y el Consejo de la Comunicación.
Nunca antes tantas organizaciones de la industria habían cerrado filas. La intención es frenar la otra epidemia, la de las ‘estrategias antiobesidad’ de gobiernos y congresos. “Satanizar un producto es atacar sólo una parte del problema”, observa Rafael Fernández, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Coca-Cola de México.
ConMéxico contrató a Estrategia Política, el despacho de Gustavo Almaraz, el que unos años antes cabildeó en favor de los casinos en la Ley de Juegos y Sorteos. Cabilderos e integrantes de ConMéxico viajan, desde hace dos años, para frenar las iniciativas en los congresos federal y de los estados.
En 2005, Sonora fue la primera entidad en proponer una reforma a su Ley de Educación para prohibir la venta de los alimentos bajos en nutrientes y bebidas altas en azúcar en las escuelas. Baja California hizo esa modificación legal en noviembre de 2006. En total, 23 estados han emitido leyes o iniciativas en la materia.
La industria sigue la táctica de anticiparse con propuestas para detener proyectos como el de un legislador federal del Partido Verde, que en el último día de sesiones del último periodo ordinario propuso cuatro iniciativas para prohibir los alimentos altos en grasas. O contrarrestar a los directores de escuelas que están eliminando los dulces y refrescos para imponer algo más ‘saludable’.
Las empresas no son neófitas en esto. Nestlé, Kraft, Coca-Cola, PepsiCo, Unilever y cadenas como McDonald’s, Burger King y Pizza Hut han ganado peleas ante tribunales en otros países. En 2002, una demanda judicial de dos adolescentes contra McDonald’s inició una oleada de querellas contra las cadenas de comida rápida.
Hasta ahora, los pocos analistas que se animan a opinar sobre el tema no ven un impacto en las ventas del sector. “Hay un hecho y es que no pueden dejar de vender, Bimbo va a seguir vendiendo sus Chocorroles; quizá sí hay repercusión tanto en sus costos como en desarrollo de productos reformulados (con cambios en su contenido) y, posiblemente, enfoquen más su publicidad a las nuevas tendencias saludables”, estima Marco Reyes, analista de Ixe.
A la madre de Ángel le gustaría que en su escuela dejaran de vender ‘comida chatarra’, tanto la industrial como la que ofrecen las cooperativas escolares y los puestos callejeros en forma de pambazos, gorditas y churros. “Allí no puedo controlarlo”. La probabilidad de que Ángel siga siendo obeso en la edad adulta es de 50%, y antes de eso podría desarrollar hipertensión o diabetes. “Si no se detiene la obesidad en niños, la actual generación de padres puede ser la primera que entierre a sus hijos”, añade Agustín Lara, director de Programas en el Adulto y en el Anciano, el único funcionario de la SS que habló con Expansión. “La expectativa de vida que se había ganado en tres generaciones se está perdiendo”, advierte.
En casa tampoco hay mucho control. Ángel pasa tres horas al día frente al televisor o con sus videojuegos, y come verduras y frutas, con suerte, una vez a la semana.
Juego de niñosLa primera alarma la dio la Organización Mundial de la Salud (OMS), hace cinco años, cuando identificó la obesidad como enfermedad, y aconsejó regular el contenido de los alimentos. En México, la obesidad apareció como un tema a vigilar, apenas en 2006, cuando por primera vez los resultados de una Encuesta Nacional de Salud encendieron la alerta: 70% de la población total con problemas de peso; obesidad (40%) o sobrepeso (30%). Lo que despertó el pánico fue la rapidez con que se esparcía entre los menores. El dramatismo era mayor en Baja California Sur, Yucatán y DF donde era superior a 35% de la población infantil. Mauricio, un capitalino de ocho años, ya sabe algo de esto. Según su nutrióloga, que lo ve desde mayo, pesa 15 kilos de más. Un día antes de cada consulta se enrolla plásticos en el abdomen y procura comer menos de lo indicado en la dieta, que rompió el resto de la semana.
“Las empresas somos atacadas y señaladas como responsables, pero es un problema multifactorial”, opina Jorge Meyer, vicepresidente de Relaciones Corporativas de PepsiCo. Éste es el argumento favorito de la industria cuando es señalada como causante de este padecimiento. Si en algo coinciden académicos, doctores e industria es que la obesidad debe atacarse por varios flancos.
Pocas escuelas tienen patios amplios o espacios para correr y profesores de educación física suficientes. “Movemos los brazos, damos tres vueltas al patio y, al final, quien quiera juega al futbol”, describe Ángel. El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) concluyó, en un estudio al sur del DF, que los niños sólo tienen nueve minutos de actividad intensa o moderada, de un total de 40 que dura la clase. ”Eso una vez a la semana, en lugar de dos como marca la Secretaría de Educación, y lejos aún de los 150 minutos recomendados internacionalmente”, dice Juan Rivera Dommarco, director adjunto del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, del INSP. Algo que refuerza el problema es el vacío de modelos. “El profesor no juega al futbol con nosotros”, se queja Ángel. Algunos adultos tampoco dan el mejor ejemplo. Un estudio de Ipsos Health reveló que 73% de las personas con obesidad considera que tiene el peso correcto.
La paradoja es que en México conviven pobreza y obesidad –80% de los diabéticos y con hipertensión son de estratos económicos bajos, registra la SS. Algunos estudios señalan que la desnutrición aumenta la propensión a engordar. Quien fue desnutrido al inicio de su vida, se acostumbró a metabolizar menos nutrientes. Y al recibir alimentos con más regularidad, tiende a almacenar energía en forma de grasa.
Son justamente los mexicanos con menos ingresos quienes encuentran un aliado en estos alimentos de menor costo que los productos light o más nutritivos. Su gran densidad energética aminora la sensación de hambre. “Cuanto más bajo el poder de compra más alto el contenido de grasas, azúcares y aditivos”, indica un estudio del Centro de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Guadalajara.
“Si no se reconoce (el problema), no puede ser tratado”, dice Agustín Lara, de la SS. Ya una vez México ignoró señales. La diabetes asociada a la obesidad tiene ya rasgos de pandemia: 10 millones de mexicanos, el triple que hace 25 años. Se omitió el análisis y la previsión; ya hace 20 años se advertían cambios en los hábitos alimenticios.
Uno de los productos que ha ganado más lugar en el estómago de los mexicanos es el refresco. Lo que preocupa a autoridades y académicos es que se toma como líquido vital: 160 litros anuales por habitante. “Es el país donde más se consume Coca-Cola en el mundo”, confirma Fernández. En medio de la crisis alimentaria, sus ventas crecieron 11% en el primer trimestre del año.
Por eso es que el estudio de la ‘Jarrita’ golpeó duro a esta industria, que vende 12,700 MDD al año, según estimados de Euromonitor. La función de las bebidas es hidratar el cuerpo, no nutrir; sin embargo, hoy en día 21% de las calorías que consumen los mexicanos las obtienen ahí.
La industria calificó el estudio como inconsistente. “No toma en cuenta el contexto en que se ingieren ni a los productos no industrializados, ¿por qué prejuzgar que es mejor un agua de limón con dos kilos de azúcar que un refresco?”, señala Jaime Zabludovsky, presidente de ConMéxico. “Es válido tomar un refresco cuando te apetezca, si sabes que te hidrata y proporciona un pequeño placer. Al parecer hay gente que cree que venimos a sufrir a este ‘valle de lágrimas’”, dice Fernández, vicepresidente de Coca-Cola en el país.
Gestión de crisisLos congresos de los estados decidieron no esperar a esa ley nacional que no llega, y tomar acciones. La andanada no ha parado. Este año, han sido propuestos cambios en las leyes en seis estados. “Existe el federalismo, incipiente, pero existe”, señala en defensa Florentino Castro, secretario de Educación Pública de Sinaloa, donde el nuevo reglamento escolar permite certificar como escuelas ‘saludables’ a las que venden alimentos con valor nutricional.
En ocasiones, las propuestas de legisladores y funcionarios no resuelven el problema. Como en Sonora, donde algunos maestros hicieron de lado los productos procesados y comenzaron a vender pizzas, chilorio y pozole. Otras escuelas venden plátanos con chocolate para que los niños coman fruta o vasitos con mango, al doble de precio de un paquete de frituras.
Lo más grave no es la amenaza inmediata a las ventas, más bien hay un problema más duradero: el daño en la imagen de sus marcas. “No es tanto por el impacto económico, el solo hecho de prohibir genera una percepción negativa hacia el producto”, dice un cabildero que lidia con los estados más aguerridos.
Cambiar el lenguaje es otra de sus prioridades. “Nuestros productos son botanas divertidas que deben consumirse como tal, no como sustitutos de alimentos”, argumenta Meyer, de PepsiCo, dueña de Sabritas. Pero hay quienes ven en este discurso una falacia. “Si no usaran publicidad infantil podrían sostener el argumento, pero inducen de manera perversa patrones de consumo en la población vulnerable. Si las botanas las comes diario, por supuesto que son malas”, observa Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Nutrición.
La organización El Poder del Consumidor tiene documentado que México es el país con la mayor cantidad de anuncios de estos alimentos en televisión: se transmiten 39 anuncios por hora, sigue Australia, con 29, y EU, con 24. Lo que antes era considerado como opcional ya es señalado como obligación para la industria. “La publicidad de productos alimenticios… no debe explotar la falta de experiencia y la credulidad de los niños”, dice la OMS en un llamado mundial.
“(Las empresas) están pasando por un momento crítico y deben tomar acción inmediata; quien no le invierta duro en estrategias de orientación al consumidor finalmente perderá más porque serán empresas sobrerreguladas”, abunda Francisco del Cueto, de la consultora de comunicación especializada en control de riesgos y manejo de crisis Del Cueto y Asociados. Un primer pasoLa industria sabe que le conviene adelantarse a una regulación inspirada en las pautas de la OMS. ConMéxico entregó el gobierno federal una propuesta de etiquetado, y tiene línea directa con el Congreso, que le informará de cuanta iniciativa surja.
‘Reducir’ y ‘tips saludables’ se convirtieron en palabras clave para la industria, a partir de la declaración de la OMS. “Las empresas están conscientes de que el contenido de sus productos puede contribuir al problema de obesidad aunque no lo reconocen públicamente. Por eso es que están haciendo versiones más saludables… y quitar esa imagen de que sus contenidos no son buenos”, señala Mónica Feldman, analista de Euromonitor.
Kraft sacó, desde 2005, los anuncios de TV para niños de seis a 11 años que no siguieran algún criterio nutricional (propiedades funcionales, reducido o bajo en grasas, azúcar o sodio, o libre de grasas trans). Y ha reducido las porciones de algunos productos. “Hoy, la mayoría de nuestros 33 tipos de galletas tiene presentaciones individuales”, dice Sonia Bozzi, directora de Asuntos Corporativos y Gobierno para México y Latinoamérica.
Kellogg’s se comprometió a que cada porción de sus cereales no exceda dos gramos de grasas saturadas y 230 miligramos de sodio, antes de 2009. Y en mayo pasado Coca-Cola y Pepsi anunciaron que eliminarán, este año, en todos los mercados, la publicidad y la mercadotecnia de bebidas dirigidas a menores de 12 años.
Un informe de JP Morgan y la administradora de inversiones Insight Investment ubicó a las europeas Danone, Unilever y Nestlé y a la estadounidense Kellogg’s, como las más activas en la transformación de sus estrategias. “Las estadounidenses tienden a centrarse en su mercado local, y hacen menos en otros mercados, principalmente en países en vías de desarrollo”, dice el análisis. Kraft y Cadbury quedaron en un nivel intermedio, mientras PepsiCo, Coca-Cola y Heinz se ubicaron en último lugar.
Las europeas reformularon sus productos a partir de las recomendaciones de la OMS, de limitar los contenidos de grasas saturadas y ácidos grasos trans, azúcares libres y sal, y de dar información comprensible al consumidor y adoptar prácticas responsables en su promoción y venta.
Unilever comenzó el plan gradual en 2004, y a la fecha redujo todas las grasas trans. Bimbo disminuyó entre 5 y 7% el contenido de grasa, azúcar y sal en 20% de sus 5,000 productos, asegura Brenda Salgado, coordinadora del Programa de Nutrición.
Pero lograr que una galleta más saludable no sepa a cartón es todo un desafío para la industria. “La idea es que se mantenga el mismo sabor y textura, por ejemplo, al cambiar azúcares por edulcorantes o la manteca de cerdo por aceites más sanos; el costo de esa sustitución es otro desafío”, reconoce José Montejano, director de Ingeniería en Industrias Alimentarias y Biotecnología del Tec de Monterrey.
Las raciones son otro frente de batalla. Grupo Bimbo lanzó presentaciones más pequeñas de sus botanas Barcel y galletas Ricolino. Pero las porciones son irrelevantes si el consumidor ignora cuánto debe consumir. La OMS recomienda a las empresas usar etiquetados con información clara que le permita tomar decisiones a los compradores. En México, es más sencillo entender el manual de un motor turbocargado que una etiqueta nutricional.
“La etiqueta obliga a declarar el contenido de sodio, pero sólo con decir que contiene tantos miligramos de sodio el consumidor no sabe si es mucho o poco”, dice Nidia Coyote, subdirectora de Políticas de Riesgos de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
Las dos normas que regulan el etiquetado de los alimentos y las modificaciones al contenido de los productos tienen 10 años de vida. La negociación con la industria para actualizarlas y homologarlas al referente internacional –Codex– lleva dos años y pocos avances. Además, aunque está comprobado el daño del consumo de grasas trans, exceso de sodio o azúcar, México aún no obliga a las empresas a declararlo. “No hay norma que regule cuánta sal o grasa saturada debería tener un producto”, advierte Coyote.
Kellogg’s fue pionera en incluir al frente de sus empaques una gráfica que indica el porcentaje de calorías, grasas y azúcar que lleva su contenido en el marco de una dieta de 2,000 calorías. Esta es una de las opciones que analiza la autoridad para ser incluida, por norma, dentro de los productos, y es un referente de ConMéxico para el plan de autorregulación de sus 30 empresas.
El cambio no será fácil. “A veces la gente se queja por las porciones pequeñas”, reflexiona Salgado, de Grupo Bimbo. Ahora, Unilever hace malabares para remplazar las grasas trans por otras más sanas, algo que podría dificultarle llegar a su meta de 2009, de reducir grasas en general. Según sus propias metas, antes de 2010 habrán terminado de reformular sus productos o reducir porciones. “Si no cumple con nuestros criterios globales de nutrición (los productos) no podrán anunciarse a niños menores de 12 años desde enero de 2009”, dice Ríos, de Kellogg’s.
La meta del gobierno frente a la obesidad no es tan precisa. Legislar o prohibir hábitos de alimentación y recomendar más actividad física es imposible. Por ahora, la SS quiere que la enfermedad no rebase el 35% para 2011 (ahora está en 30%), y al menos desea reducir 17%, en promedio, la mortalidad por diabetes y enfermedades cardiovasculares. “No vamos a dejar este país con menos gorditos de los que existen –dice Lara–. Sí vamos a diminuir el ritmo de crecimiento”.
Padres y maestros podrían tener que ver en eso. Algunas madres son las profesionales que ayudan a dar los patrones alimenticios en varios de los fabricantes. Hace cinco años, ellas entraron a las empresas de alimentos, luego de que las escuelas de medicina integraron Nutrición como cátedra obligatoria. Un grupo de estas profesionales formó, en 2006, una asociación de nutriólogas de empresas. La idea fue intercambiar buenas prácticas y revalorizar el rol del nutriólogo en la industria.
No es fácil vérselas con mercadólogos y pelear que las papas ya no sean fritas sino horneadas. “Cómo los convences de incluir una tabla nutrimental más grande en el empaque que ya está ocupado por un logo promocional”, dice una de sus miembros. La demanda no es suficiente para investigar y bajar precios. Hoy los alimentos saludables y light sólo aportan una tercera parte de las ventas del sector, sin contar las bebidas.
Una fórmula difícil: lograr mexicanos mejor nutridos y con su peso adecuado que no dejen de comprar. La industria quiere más consumidores; el gobierno, menos pacientes. Al menos, la pelea desató una carrera contra el tiempo para ver quién pierde menos dinero.
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Frutas y verduras: su consumo no llega a la mitad de lo recomendado
Expertas en nutrición aportan consejos para vencer la habitual resistencia de los niños a incorporar ese tipo de alimentos
Podrá ser difícil, pero tampoco es una misión imposible. Lograr vencer la resistencia que muchos chicos presentan ante las frutas y las verduras requiere de paciencia, ingenio, perseverancia y, por sobre todo, de convicción en la importancia de adoptar desde la infancia una alimentación saludable.
"El bajo consumo de frutas y verduras en los niños es un problema que vemos habitualmente en la consulta, aquí en la Argentina como en todo el mundo", dijo a LA NACION la licenciada en nutrición Beatriz Grippo, investigadora del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) y coautora de una serie de libros que buscan por medio del cuento despertar en los chicos la atracción por las frutas y por las verduras.
Una atracción que no se ve reflejada en los estudios locales sobre alimentación infantil. Según mostró la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada recientemente por el Ministerio de Salud de la Nación, sólo el 7% de las calorías que incorporan los chicos de entre 2 y 6 años provienen de las frutas y las verduras.
"Distintos estudios sugieren que lo aconsejable sería que los niños incorporen el 17% de sus calorías a partir de las frutas y las verduras, cuando en la Argentina no llegamos ni a la mitad de esa recomendación", comentó la licenciada Paula Pueyrredón, también del Cesni y coautora junto con Grippo de los libros Verdulín y Frutilandia (Ed. Lumen, 2008), que incluyen recetas sencillas con frutas y verduras (ver Cuatro recetas ).
Pero no sólo se come poca fruta y verdura, advirtió Pueyrredón: "Es muy pobre la variedad de estos alimentos que se les ofrece a los niños. La encuesta del Ministerio mostró que las verduras consumidas en mayor proporción son la papa, la cebolla, el tomate en conserva y la zanahoria; la fruta más consumida es la banana".
De muchas frutas y verduras, los chicos no conocen ni el nombre, agregó Grippo. "Para los niños que vemos a los 8 u 11 años, que llegan al consultorio por problemas de obesidad, hay verduras que no saben que existen, que jamás las han visto siquiera. La idea de los libros es tratar de llegar a muchos más niños y muchos más padres de los que vemos en el consultorio."
Neofobia y rechazo
Neofobia, ése es el nombre que los nutricionistas le han puesto a la cara de "no me gusta" que ponen los bebes ante un alimento desconocido. Y, vale la pena tenerlo siempre presente, es una reacción universal que nada tiene que ver con las virtudes culinarias de cada madre o padre. "Es un mecanismo natural ante cada nuevo alimento, que hay que vencer insistiendo, pero sin forzarlo al niño a comer", aconsejó Pueyrredón. Hay estudios que sugieren que hay que insistir en un mismo alimento 15 veces antes de desistir.
Quizá lo peor de la neofobia es que, una vez superada, a veces vuelve. "A partir de los 2 o 3 años, es común que un niño empiece a rechazar un alimento que le gustaba. Esto tiene que ver con un momento en que el niño comienza a formar su carácter y lo demuestra a través de la comida. Hay que tomárselo con paciencia."
A veces, la lucha por incorporar frutas y verduras al menú infantil resulta ser eso: una verdadera lucha. Es por eso que las licenciadas Grippo y Pueyrredón aportan unas cuantas ideas para salir airosos en la batalla:
Evitar la monotonía: no ofrecer al chico siempre las mismas frutas y verduras, y tratar de variar incluso su preparación. "No hay que aburrirlo, ya que la monotonía puede hacer que pierda la preferencia que habíamos logrado que tenga por cierto alimento."
No complicarse: las comidas que requieren mucha elaboración pueden volverse en contra. "Hay que preferir preparaciones sencillas que se pueden reproducir en lo cotidiano, ya que hoy los padres no tienen mucho tiempo para cocinar."
Cocinar con los chicos: hacerlos partícipes de la preparación de comidas con frutas y verduras es un buen incentivo. "Cuando los chicos ayudan en la cocina, siempre prueban la comida, y que prueben un alimento que no conocen es un punto a favor."
No disfrazar las verduras: procesarlas para disimularlas en las comidas puede aumentar su consumo, pero no hará que los chicos las consideren como una posibilidad. "El disfraz no permite que el niño conozca las verduras, sus sabores y sus texturas."
Por último, dijo Grippo, los padres son quienes deben decidir qué comen sus hijos. "Cuando es uno el que les pregunta qué quieren comer, está perdido", afirmó.
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Debutan en el mundo del consumo desde los primeros meses de gestación. Gran parte del presupuesto familiar se destina a garantizar sus necesidades básicas.
“Los niños son consumidores, unos grandes consumidores, no controlan su conducta como consumidor, si a los adultos de repente nos llega a costar trabajo a los niños les cuesta más. Están en proceso de maduración y, por lo mismo, para ellos el gasto, el hecho de comprar algo es un regalo, quieren gastar, quieren comprar”, comentó Roberto Bello, director de Estudios Sobre Consumo de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
Expuestos por largas horas ante la televisión, se convierten en blanco fácil para comprar las marcas que ofrece la publicidad.
“Los niños actualmente están siendo bombardeados de una publicidad que los incita a ir y a exigirle a sus papás que les compren determinado producto”, dijo Fernando García Sais, investigador del ITAM.
“La estrategia es buscar en el niño que demanda la compra del producto y fastidie, le llaman en inglés "nack factor", es el fastidio del niño por la compra del producto y está claramente medido cómo ese fastidio incrementa las ventas de ciertos productos, incrementa las visitas a ciertas cadenas de comida rápida, a parques de diversión, entonces toda la publicidad va en ese sentido”, expresó Alejandro Calvillo, analista.
En una hora, en un solo canal, se transmiten 39 comerciales para niños, casi la mitad son de alimentos, en su gran mayoría chatarra.
“Los niños pasan largas horas frente a la televisión, a estas edades, edades de preescolar, estamos hablando de 5 a 7 horas diarias frente a la televisión, no hay selección, no hay quien los acompañe, engullen todo lo que pasa por enfrente, los niños ven todo desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche”, manifestó Lourdes Roca, investigadora del Instituto Mora.
En México, la televisión abierta ofrece escasa programación dirigida especialmente para los niños, contrario a la televisión por cable.
“Los canales especializados en niños claramente están descubriendo que hay un mercado muy fuerte ahí. Desde el momento que la industria ve un gran mercado en los niños como consumidores empieza a modificar todos los ámbitos y las necesidades de los niños, cuando nosotros éramos pequeños construíamos el juego ante nosotros. Sin embargo, ahora cada vez los niños dependen más de los artículos que se les venden para jugar”, indicó Calvillo.
Abrir la puerta al consumo de productos para niños incluye una larga lista de artículos elegidos por el menor. De lo contrario el costo para los padres puede ser un mal rato.
“Hemos visto muchas veces cómo un niños puede hacer un berrinche muy grande, por una cosa, un juguete principalmente, incluso un dulce, y ya que lo tiene se acaba el berrinche, es el tener las cosas, el hecho de obtener las cosas lo que muchas veces buscan, y ahí es donde los padres tienen que influir en la conducta, enseñarles el valor del ahorro enseñarles que el dinero para ellos puede ser mágico”, declaró Bello.
En el recreo escolar la conversación gira alrededor de consumo, marcas, de lo que tienen los otros compañeros y dónde se puede comprar algún producto o quién se lo ha de regalar.
En la era digital y de las telecomunicaciones, los niños representan un gran nicho de mercado. Su entretenimiento involucra sofisticados aparatos artículos con un alto precio. Y es que el consumo infantil no tiene fronteras. En otros países, incluso, se organizan grandes ferias del juguete.
“Los niños tienen celulares ahora, ellos tienen iPods, tienen sus propias computadoras. Entonces, realmente cuando hablamos de 40 a 50 dólares en juguetes tecnológicos, dejas de lado los 250 dólares del iPod, es una pequeña diferencia, que parece razonable”, opinó Chris Byme, analista.
Para atraer la mirada de los más pequeños, las marcas se valen de todo tipo de estrategias a fin de colocar sus productos y hacer que quienes ponen un pie en las tiendas salgan con las manos llenas y el bolsillo vacío.
Organizaciones de consumidores en México buscaron frenar el consumismo infantil. Diseñaron, incluso, la Guía del Pequeño Consumidor para orientar a los niños sobre todo tipo de trucos en la publicidad.
Ellos descubren que en algunos anuncios las cámaras se acercan tanto al producto que parece mucho más grande de lo que en realidad es; también invitan al niño a quitar el sonido a los comerciales para descubrir que se escuchan con mayor volumen que los programas, pero no siempre da resultados.
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La página web de Sabritas está diseñada para niños y posiblemente jóvenes, pero muy jóvenes, que en caso de ser engañados Sabritas se deslinda de cualquier responsabilidad. Es muy clara en su sección de “Legales” la forma en que se protege:
Limitación de la Responsabilidad
SABRITAS en ningún momento garantiza la exactitud, veracidad, confiabilidad, ni actualidad de la información incluida en el PORTAL. Dicha información… se presenta sin garantía de ningún tipo, sea expresa o implícita. SABRITAS tampoco se responsabiliza en forma alguna y el Usuario lo libera de responsabilidad alguna al entrar en nuestros juegos y promociones...
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Las buenas ideas llegan de un momento a otro y tal vez nadie se las espera. El problema del sobrepeso en México ha recibido mucha difusión en los últimos tiempos. Son alarmantes las cifras que tenemos disponibles y, sin duda, esto se convertirá en un problema de altas dimensiones si no es atacado desde la base: cuando somos niños.
Es cierto que en muchas ocasiones, a pesar de haber recibido buena educación y hábitos de comida saludable, ya de adultos tengamos sobrepeso. En esos casos, el problema generalmente tiene que ver con falta de decisión y control, pero no con falta de información. Sin embargo, durante la infancia, digamos, entre los 6 y los 12 años, comemos una gran cantidad de comida chatarra y tal vez si saberlo, nos está ocasionando problemas para el futuro, pues no tienen ningún aporte nutricional y sí muchas grasas de todo tipo.
Un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana presentó en el reciente certamen Microsoft Research Faculty Summit su proyecto y fue uno de los ocho ganadores a nivel internacional, compartiendo los honores con las universidades de Carnegie Mellon de Pittsburg, PA, EU; el RISD de Providence, Rhode Island, EU; la Technische Universiteit Eindhoven, Países Bajos; la University of Washington de Seattle, WA, EU; el Art Center in Pasadena, CA, EU; la Central Academy of Fine Art de Beijing, China, y el Dundee, del Reino Unido.
El proyecto, llamado Food Mates, incorpora tres elementos. El primero es una pulsera que usará el niño y a través del escaneo del código de barras del producto que está a punto de ingerir, de acuerdo con sus valores nutricionales, el brazalete “engorda” (se hace más ancho) y emite un sonido. El niño en ese momento tiene la opción de decir que sí se lo come, a pesar de que su pulsera quedará más ancha, o bien, decidir que siempre no para regresar a su estado normal. Así, con el paso del tiempo, el aparato va guardando la información de todo lo que ingiere el menor.
El segundo elemento es un juego de video. La pulsera incluye un conector USB donde es almacenada la información de sus hábitos alimenticios respecto a comida chatarra. Al insertarla en el juego, automáticamente se presentan algunos retos que debe vencer para poder “bajar” esos gramos o kilogramos que ganó por el consumo de comida chatarra. El video juego le da instrucciones para que salga a hacer ejercicio, mismo que es registrado en la pulsera y al regresar y conectarla de nuevo, comprobará cómo le fue.
El tercer elemento es un software complementario para los padres, donde a través de una guía interactiva, le informa a los papás sobre el consumo de alimentos de sus hijos, ofreciendo recomendaciones importantes.
El proyecto por el momento es sólo eso, un proyecto presentado formalmente para su desarrollo y posterior comercialización. Yo le veo mucho potencial, sobre todo porque los padres no pueden estar al pendiente todo el tiempo de lo que comen sus hijos y casualmente menos cuando se deciden a consumir alimentos chatarra. La combinación con el video juego hace que el niño se interese en “escanear” todo lo que consume durante el día.
Sin duda viene un camino largo y sinuoso para los creadores del concepto si es que deciden seguir adelante en la aventura comercial, pero con el apoyo de la universidad y Microsoft, igual y no estarán tan solos. El mercado potencial a nivel mundial es enorme, las oportunidades de crear una industria alrededor de este producto también. Esperemos las siguientes noticias con algunas demostraciones ya en vivo de la pulsera y su funcionamiento y desde aquí una felicitación al equipo creador del concepto.
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Los niños que hacen ejercicio y reducen el tiempo frente al televisor y la computadora son mucho menos propensos a tener sobrepeso que el resto.
American Academy of Pediatrics (AAP) recomienda que los niños no dediquen más de 2 horas diarias a mirar TV y utilizar videojuegos.
Los expertos insisten también en que los niños hagan ejercicio habitualmente.
Algunas instituciones, incluida AAP, recomiendan que los varones se muevan lo suficiente como para dar 13.000 pasos diarios y que las niñas den 11.000 pasos.
Otra recomendación frecuente es que los niños y los adolescentes hagan por lo menos una hora de ejercicio moderado, si no todos, la mayoría de los días de la semana.
Para el estudio, un equipo de investigadores de Iowa State University, en Ames, analizó si existían diferencias entre el peso de niños que cumplían o no esas recomendaciones sobre el tiempo frente a una pantalla y el ejercicio físico.
El equipo de expertos halló que entre 709 niños de 7 a 12 años los que no cumplían con ninguna recomendación eran entre tres y cuatro veces más propensos a tener sobrepeso que los que cumplían ambas recomendaciones.
Los resultados aparecen en la revista Journal of Pediatrics.
Dado que el estudio comparó grupos de niños en un momento determinado, no probó que hacer ejercicio y reducir el tiempo frente a la TV y a la computadora mantiene a los niños con un peso saludable, dijo la autora principal doctora Kelly R. Laurson.
De todos modos, los resultados demostraron que el tiempo frente a una pantalla y el ejercicio están independientemente asociados con la probabilidad de que un niño tenga sobrepeso, explicó Laurson, quien ahora trabaja en Illinois State University, en Normal.
Esto respalda guías elaboradas por expertos, dijo la autora a Reuters Health, quien destacó que "los padres deberían promover que sus hijos cumplan con ambas recomendaciones". El equipo dirigido por Laurson incluyó en el estudio a 709 niños de 10 escuelas en Iowa y Minnesota.
Los niños respondieron qué cantidad de horas miraban TV o usaban videojuegos y los investigadores le entregaron a cada uno un podómetro, o contador de pasos, para medir durante 4 días el nivel individual de actividad física.
Los varones que daban por lo menos 13.000 pasos diarios y las mujeres que caminaban 11.000 o más pasos cumplían con la recomendación de ejercicio físico.
El equipo halló que el 10 por ciento de los varones que cumplía con ambas recomendaciones tenía sobrepeso. Entre las mujeres, el 20 por ciento tenía sobrepeso. En el grupo de niños y niñas que no cumplían con ninguna recomendación, el 35 y el 40 por ciento, respectivamente, tenían sobrepeso.
"La actividad física y el tiempo frente a una pantalla son factores importantes en el sobrepeso infantil", dijo Laurson.
Desafortunadamente, el equipo determinó que sólo una minoría de los participantes en el estudio cumplían con las recomendaciones. Alrededor del 44 por ciento hacía suficiente ejercicio y sólo un 31 por ciento pasaba menos de 2 horas diarias frente a una pantalla.
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Ningún otro producto ha jugado un papel tan importante en el deterioro de los hábitos alimenticios y de la salud como el azúcar, seguido por las harinas refinadas. En la historia de la humanidad nunca estuvo disponible el volumen de azúcar que actualmente ofrece el mercado y consume la población. Durante milenios, el único azúcar concentrado al que tuvo acceso la población fue la miel. Sin embargo, los estudios muestran que su consumo no representó más de 3% del total de calorías consumidas.
Lea el artículo completo publicado por El Poder Del Consumidor
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Un nuevo estudio indica que los problemas relacionados con la obesidad aparecen a una edad mucho más temprana que lo que se pensaba.
Una investigación publicada en la revista Pediatrics halló que bebés con sobrepeso tenían más riesgo que el resto de sufrir retraso del desarrollo y problemas respiratorios, como asma. En la mayoría de los casos, los padres no estaban conscientes del problema de peso de su hijo.
"La idea de que las consecuencias del exceso de peso en la infancia y la niñez se manifiestan más adelante es incorrecta", advirtió el equipo dirigido por Ron Shaoul, del Centro Médico Bnai Zion, en Haifa, Israel.
"Nuestros resultados indican que hay que intervenir durante esos años críticos a través de hábitos alimentarios adecuados y un estilo de vida activo", señaló el equipo.
Los datos surgen de dos estudios. El primero incluyó a 2.139 bebés de hasta 2 años hospitalizados en el Centro Médico Bnai Zion por cualquier motivo entre el 2004 y el 2005. El segundo estudio fue poblacional e incluyó entrevistas con padres para evaluar la salud de 79 bebés con sobrepeso y 144 bebés con peso normal.
Los bebés tenían sobrepeso cuando el índice de masa corporal (IMC) superaba el percentil 85 para la relación entre la talla y el peso en dos o más mediciones, con un intervalo de por lo menos 3 meses.
Esto significa que el 85 por ciento de los niños de esa edad y género tiene un IMC menor.
En el primer estudio, el equipo halló que los bebés entre los percentiles 85 y 94 para la talla y el peso tenían menos hospitalizaciones y rehospitalizaciones que aquellos con peso normal.
Con todo, se registraron tasas más altas que lo esperado en la mayoría de los bebés con sobrepeso (percentil 95 o superior).
En el segundo estudio, el equipo observó que los bebés con sobrepeso eran más propensos que sus pares con peso normal a sufrir retraso del desarrollo y ronquidos.
Asimismo, se obtuvo evidencia de que el asma y otros problemas respiratorios eran más frecuentes en los bebés con sobrepeso.
Al entrevistar a los padres, apenas el 32 por ciento de las madres con un hijo con sobrepeso pensaba que el niño tenía sobrepeso.
Los padres, concluyó el equipo, deben tomar conciencia de que hasta los bebés tienen riesgo de sufrir las consecuencias del sobrepeso y, por lo tanto, deberían hacer todo lo posible para que sus hijos recuperen el peso normal.
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Escuche el programa Crónicas de Salud en el cual las Lic. Gina Gómez y Carmen Vargas explican el tipo de líquidos y la cantidad que se deben beber.
También le recomendamos leer el documento resumido o leer el documento completo: Consumo de bebidas para una vida saludable: Recomendaciones para la población mexicana
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La “comida chatarra” o “comida basura” conocida también en inglés como “junk food “ es aquella con altos contenidos de grasa, sodio (sal) o azúcares, y muy pobre contenido nutricional, aunque se le adicionen minerales o vitaminas. Estos alimentos procesados suelen contener también múltiples aditivos, como saborizantes, endulzantes (edulcorantes), conservadores, estabilizantes, colorantes y un largo etcétera, que tienen diversos efectos sobre sus consumidores.
¿Como identifico la comida chatarra?
Es la que por cada 100 gramos de producto contiene 15 gramos o más de azúcar, 20 gramos o más de grasa y 1.5 gramos o más de sal (sodio).
Por cada 100 gramos de producto |
ALTO |
MEDIO |
BAJO |
Azúcar |
más de 15 gr |
5-15 gr |
menos de 5 gr |
Grasa |
más de 20 gr |
3-20 gr |
menos de 3 gr |
Sal (sodio) |
más de 1.5 gr |
0.3-1.5 gr |
menos de 0.3 gr |
Lean también el artículo sobre los aditivos que se les agregan a estos alimentos
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Las bebidas frutales endulzadas suelen ser publicitadas como una alternativa saludable a los refrescos azucarados, pero son igualmente riesgosas para el aumento de peso y la diabetes, dijeron el lunes investigadores.
Los refrescos también son conocidos como bebidas gaseosas.
"El público debería ser consciente de que esas bebidas no son una alternativa saludable a los resfrescos en lo que respecta al riesgo de (desarrollar) diabetes tipo 2", escribió el equipo de Julie Palmer, de la Boston University, en su informe publicado en Archives of Internal Medicine.
La diabetes tipo 2, la forma más común de la enfermedad, está íntimamente relacionada con la obesidad y se ha vuelto muy común en todo el mundo.
Los resultados provienen de casi 44.000 mujeres negras de Estados Unidos que fueron controladas entre 1995 y el 2005.
Aquellas participantes que dijeron que tomaban dos o más refrescos no dietéticos por día tenían un 24 por ciento más de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellas que bebían menos de un refresco regular por mes, indicó el equipo.
Las mujeres que bebían dos o más bebidas frutales azucaradas al día tenían un 31 por ciento más de riesgo comparado con aquellas que tomaban menos de una bebida frutal al mes.
Los refrescos dietéticos, el jugo de uva y de naranja no se relacionaron con un aumento del riesgo de diabetes, indicaron los investigadores.
Si bien el jugo de naranja y el de uva contienen también azúcar naturalmente, tendrían un efecto metabólico distinto o serían menos consumidos como parte de las comidas, señalaron los autores.
Los refrescos y los jugos azucarados suelen consumirse entre comidas y acompañarían la ingesta de golosinas, dijo el equipo.
Un estudio previo que involucró a miles de mujeres blancas también relacionó la diabetes tanto con los refrescos como con los jugos endulzados.
Otra investigación publicada en la misma revista reveló que comer frutas y vegetales parece evitar la diabetes tipo 2, quizá porque previene la obesidad o brinda nutrientes protectores, entre ellos antioxidantes.
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El exagerado consumo de refrescos o bebidas carbonatadas con grandes cantidades de azúcares, es un hábito ya inculcado a las nuevas generaciones que tienen que enfrentar la disyuntiva de corregir esa tendencia alimenticia o desarrollar prematuramente desde sobrepeso y obesidad hasta enfermedades como diabetes, osteoporosis e hipertensión ya presentes en el 60 por ciento de la población adulta en el país.
Para el director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, Juan Rivera Dommarco, el creciente consumo de refrescos está condenando niños y jóvenes a engrosar cada vez más tempranamente las filas de obesos, diabéticos e hipertensos, por lo que ya se busca limitar la publicidad para esa clase de productos altamente dañinos para la salud y emprender campañas de difusión para que los padres de familia opten por bebidas sanas para el adecuado desarrollo de sus hijos.
"Es lamentable que desde los tres meses de vida, muchos padres empiecen a dar de beber refresco a sus hijos o endulcen exageradamente leche o líquidos, lo que sin duda, es un inadecuado hábito de crianza que mucho pesa en la salud de millones de mexicanos de todas las edades", comentó.
El especialista de la Secretaría de Salud observó que es tan acendrado ese hábito por las bebidas azucaradas que México ocupa ya el primer lugar mundial en consumo per cápita de refrescos con 152 litros lo que ha recrudecido los problemas de sobrepeso y obesidad, sobre todo entre la población infantil de entre cinco y once años de edad.
Ejemplo claro del problema, subrayó, es que la prevalencia de obesidad en niños menores de 11 años aumentó de 20 a 37 por ciento en la última década en que también se registró un incremento de más de 40 por ciento en el consumo de refrescos y todo tipo de bebidas elaboradas con sacarosa, glucosa y fructosa carentes de vitaminas y minerales que fácilmente llegan al flujo sanguíneo para pasar a los tejidos y convertirse en grasa.
Rivera Dommarco señaló que el sobrepeso y obesidad relacionados con la ingesta exagerada de refrescos afecta ya a uno de cuatro niños de entre cinco y once años, al 35 por ciento de la población de entre 14 y 25 años y al 70 por ciento de los adultos mayores de 40 años.Los pediatras del Hospital Infantil de México, Sandra Rangel de la Garza y Romeo Rodríguez Suárez, apuntan que es tanta la concentración de glucosa y sacarosa en las bebidas embotelladas, incluyendo jugos, que consumir un litro diario aumenta en 1.5 kilogramos el peso corporal en tan sólo dos semanas.
Por el contrario, disminuir en 10 por ciento el consumo de refrescos sobre todo los de cola que contienen alta concentración de fructosa, fósforo y cafeína, significa perder cuando menos cinco kilogramos de peso en los primeros tres meses.
Ambos especialistas coinciden en que el consumo de refrescos tiene impactos más dañinos en los niños porque afecta los dientes disolviendo el esmalte protector y provocando caries. Además, las bebidas de cola que abarcan un 70 por ciento del mercado, contienen ácido fosfórico que impide al organismo la absorción de calcio lo que produce descalcificación y huesos débiles que se manifiesta en talla baja y fracturas ante cualquier golpe o lesión.
Por otra parte, el consumo de refrescos altos en cafeína genera hiperactividad que en el menor se traduce en nerviosismo y trastorno de sueño, hecho que adquiere relevancia si se considera que dormir estimula la hormona del crecimiento, por lo que la falta de descanso profundo afecta el desarrollo normal.
Otro de los riesgos para los infantes es consumir bebidas dietéticas que contienen aspartame como sustituto del azúcar y que de acuerdo a expertos, puede alterar las funciones metabólicas de los niños debido a que es una bebidas elaborada para los adultos que tienen un organismo y sistema inmunológico plenamente desarrollado.
EL MERCADO POTENCIAL
México ocupa el primer lugar mundial en consumo per cápita de refrescos y el segundo en importancia en ventas después de Estados Unidos. Las 230 plantas embotelladoras del país comercializan más de 300 millones de cajas al año con valor aproximado a los 15 mil 500 millones de dólares.
Tan sólo entre 1998 y este año el consumo per cápita creció de 120 a 152 litros y con ello el gasto de las familias de 2 mil 850 pesos a más de 5 mil pesos anualmente, una cifra importante si se considera que las aguas carbonatadas no son consideradas un producto de primera necesidad.La Encuesta Ingreso-Gasto del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) revela que una familia de escasos recursos destina el 7.5 por ciento de sus ingresos totales a la compra de refrescos, mientras que las familias de ingresos moderados gastan un 12 por ciento de sus ingresos en la adquisición de aguas y jugos embotellados, aquí destaca una mayor demanda por refrescos de cola que cubren el 70 por ciento del mercado.
Dato importante de la encuesta es que mientras el consumo de refrescos en los últimos diez años aumento más de un 40 por ciento, en esa proporción disminuyó el consumo de leche, frutas y verduras, lo que ha incidido en un aumento inmensurable de la población con sobrepeso, diabetes y obesidad.
El sobrepeso y obesidad entre la población adulta aumentó en la última década de 40 a 70 por ciento y ahora México ocupa el deshonroso segundo lugar en personas con sobrepeso sólo superado por Estados Unidos. La atención de estas enfermedades relacionadas con hábitos alimenticios inadecuados y sedentarismo, absorbe el 30 por ciento del presupuesto de la Secretaría de Salud y son la causa de mortandad más importante después los tumores malignos.
Para la atención de la creciente demanda de refrescos y otras bebidas con cero valor proteínico, las embotelladoras cuentan con más de un millón de puntos de venta en todo el país. El 75 por ciento de las ventas se realizan en las pequeñas tiendas, el 24 por ciento en restaurantes, centros deportivos, discotecas y hoteles y sólo el uno por ciento en tiendas de autoservicio.
Alberto Zúñiga, jefe del Departamento de Nutriología del Instituto "Salvador Zubirán" observó que consumir refrescos de manera habitual y no realizar ninguna actividad física extraordinaria más que las normales (caminar, por ejemplo), significa subir de peso 12 kilogramos por año. Y es que, puntualiza, una sola lata de refresco representa aproximadamente 13 cucharaditas de azúcar lo que incrementa la posibilidad en 1.8 por ciento de ser obeso por cada lata adicional que se consuma.
El nutriólogo mencionó que independientemente de los malos hábitos alimenticios que se adquieren desde la niñez que hacen imprescindible el consumo de refrescos o aguas con gran contenido de azúcar, el aumento en los casos de sobrepeso y obesidad también tiene que ver con la introducción de alta fructosa o jarabe de maíz como endulzante que es más difícil de procesar por el organismo humano y que finalmente se convierte grasa en tejidos y arterias.
"Por ser más barata, los refresqueros han optado por utilizar la alta fructosa como endulzante sustituyendo la caña de azúcar que es un producto de más fácil absorción por el organismo y de menos efectos dañinos", añadió.
LIMITAR PUBLICIDAD
Ante el creciente consumo de refrescos en el país, las autoridades sanitarias urgieron al poder legislativo reformas a la Ley General de Salud para controlar y regular la publicidad de empresas embotelladoras que alientan el consumo con promociones y diversificación de marcas.
Juan Rivera Dommarco consideró que es necesario limitar la publicidad dirigida sobre todo a los jóvenes, por lo que se propondrá que las embotelladoras no patrocinen competencias deportivas y que se prohíba o limite la venta de refrescos en escuelas o espacios de concurrencia de menores de 18 años.
Además, precisó el funcionario de la SSA, se tiene la propuesta que a partir de enero del próximo año todos los refrescos y aguas carbonatadas incluyan la leyenda de que el abuso en el consumo es dañino para la salud.
El director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, indicó que por igual se emprenderá un análisis exhaustivo de los contenidos proteínicos y vitamínicos de las bebidas energéticas, a fin de que el consumidor tenga la certeza de que está adquiriendo un producto que realmente significa aportación calorífica ante la pérdida de sales por el esfuerzo físico.
También a principios de 2009, recalcó, se emprenderá una intensa campaña de difusión invitando a los padres de familia a sustituir el consumo de refrescos por leche y agua de frutas que además de ser altamente refrescantes aportan vitaminas y calorías.
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Según los resultados de un estudio publicado en la edición de junio de Pediatrics, el consumo reducido de sacarosa a largo plazo en niños entre 13 meses y 9 años de edad se asocia a mejores hábitos nutricionales y mayor crecimiento que un consumo de sacarosa más elevado.
Soile Ruottinen, MSc, de la University of Turku (Finlandia) y sus colaboradores del Special Turku Coronary Risk Factor Intervention Project señalan que “dado que los alimentos ricos en azúcar pueden reemplazar a otros nutrientes, el consumo elevado de sacarosa influye negativamente en la calidad nutritiva de la dieta. El consumo excesivo de azúcar en la infancia puede favorecer la obesidad”.
El objetivo de este estudio prospectivo aleatorizado era evaluar las asociaciones entre consumo de sacarosa y de otros nutrientes, consumo de alimentos específicos y crecimiento en 543 niños con edades comprendidas entre 13 meses y 9 años.
Para evaluar el consumo de alimentos utilizaron los registros anuales de comidas desde los 13 meses hasta los 9 años. Dividieron a los niños en tres grupos según el consumo promedio de sacarosa: consumo constantemente elevado de sacarosa (el 10% superior), consumo constantemente reducido de sacarosa (el 10% inferior) y consumo intermedio de sacarosa (el 80% intermedio). Determinaron el peso y la altura absolutos y relativos a los 7, 13 y 24 meses de edad, y después de forma anual hasta cumplir los 9 años.
Cuando los niños alcanzaron los 2 años de edad, el grupo de consumo elevado de sacarosa ya había superado el nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud (<>
En comparación con los niños con consumo elevado de sacarosa, los niños con consumo reducido y medio tomaban más proteínas, sus dietas tenían grasas de mayor calidad y tenían tendencia a un mayor consumo de vitamina E, niacina, calcio, hierro, zinc y fibra alimentaria. Los niños del grupo de consumo reducido de sacarosa también tomaban más cereales, verduras y productos lácteos. Aunque el consumo de azúcar no estaba directamente relacionado con la obesidad, el peso, la altura y el índice de masa corporal de los niños presentaban diferencias entre los tres grupos entre los 7 meses y los 9 años de edad.
La limitación principal de este estudio era la dificultad para calcular con precisión el consumo de alimentos por parte de los niños.
Los autores del estudio señalan que “en niños entre 13 meses y 9 años de edad, el consumo reducido de sacarosa a largo plazo se asocia a mejores hábitos nutricionales y mayor crecimiento que un consumo más elevado. La sacarosa reemplaza en la dieta del niño a los productos lácteos, los cereales y otros alimentos ricos en micronutrientes, por lo que un consumo elevado de sacarosa también se asocia a menor consumo de proteínas. Nuestros hallazgos indican que el consumo elevado de sacarosa podría incluso afectar ligeramente al crecimiento”.
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Todos saben lo que observar demasiada televisión puede hacer a la mente y lo que muy poco ejercicio puede hacer al cuerpo, pero un estudio canadiense ahora ha demostrado que el televisor también puede aumentar la cantidad de lo que comemos.
El nutricionista Harvey Anderson de la Universidad de Toronto descubrió durante un estudio sobre la obesidad infantil que los niños que veían televisión mientras almorzaban ingerían 228 calorías extra que aquellos que comían sin la televisión encendida.
"Una de las conclusiones de Anderson es que comer mientras se ve la televisión anula nuestra habilidad de saber cuándo dejar de comer", anunciaron el martes los Institutos Canadienses de Investigación de Salud, que financiaron el estudio.
"En efecto, ver televisión mecánicamente hace comer mecánicamente (...) Anderson tiene un consejo inmediato para los padres: apaguen la televisión durante horas de comida", agregaron.
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Investigadores canadienses aseguran que una prueba de evaluación estándar actual para detectar prediabetes en los niños con frecuencia no detecta la afección.
Irónicamente, los hallazgos provienen de un grupo de estudio conformado por 172 niños obesos de entre 5 y 17 años que se inscribieron en un programa para ayudar a alcanzar un peso saludable.
La prueba estándar de diabetes para los niños es la prueba de glucosa en el plasma (la sangre) en ayunas, pero identificó casi tres veces menos niños que la prueba de esfuerzo de glucosa, también llamada prueba oral de tolerancia a la glucosa. La prueba de esfuerzo de glucosa tarda más tiempo porque se toman muestras de sangre del paciente en ayunas y luego dos horas después de beber una solución azucarada.
Con la prueba de glucosa en ayunas, los investigadores hallaron que sólo el 8 por ciento de los niños del estudio cumplieron con los criterios de diagnóstico para la prediabetes. Pero la prueba de esfuerzo de glucosa indicó que el 25 por ciento de ellos tenía prediabetes.
"En una gran proporción de niños con prediabetes no se hubiera detectado la afección", aseguró en una declaración preparada la Dra. Katherine Morrison, del departamento de pediatría de la Universidad McMaster de Hamilton, Ontario, Canadá.
Los investigadores también hallaron que la prueba de glucosa en ayunas identificó el síndrome metabólico solo en el 5.2 por ciento de los niños, mientras que la prueba de esfuerzo de glucosa lo detectó en el 12.8 por ciento de ellos. El síndrome metabólico es un conjunto de factores de riesgo (como la hiperglucemia) para la diabetes y la enfermedad cardiaca.
Los hallazgos debieron presentarse durante el fin de semana en la reunión anual de la Endocrine Society en San Francisco.
"La prediabetes y el síndrome metabólico son comunes en los niños obesos, pero no se identifican fácilmente con la prueba que se recomienda actualmente. Exigen una prueba de esfuerzo de glucosa", señaló Morrison.
La prediabetes y el síndrome metabólico con frecuencia no causan síntomas obvios, agregó. La detección precoz es importante porque los cambios en la dieta, el ejercicio regular y la pérdida moderada de peso pueden prevenir o retrasar o prevenir la diabetes y el síndrome metabólico.
El tiempo necesario, la inconveniencia y el costo se encuentran entre las razones por las que las pruebas de esfuerzo de glucosa no se usan generalmente en los niños.
"Sin embargo, esta investigación sugiere que la prueba recomendada para evaluar a niños obesos para detectar prediabetes y síndrome metabólico se debe cambiar", aseguró Morrison.
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Ser el gordito de la escuela ya no es una excepción. Aunque todavía hay quien, por serlo, es el blanco de las burlas en la escuela, los “llenitos” están dejando de ser una minoría en el salón. Hace 20 años, por cada niño gordito había otros 20 que no lo eran. Hoy, la proporción se ha reducido, y por cada menor obeso hay sólo tres que tienen un peso adecuado.
La más reciente Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, realizada en 2006, demostró que eran ciertas las predicciones: en el mundo no hay país en el que la obesidad infantil esté avanzando más rápido que en México. Entre 1999 y 2006, pasamos de 20 por ciento de los niños con sobrepeso u obesidad a 27, es decir, un punto porcentual por año. Y en los adolescentes es peor, el 33 por ciento tiene ese problema.
¿Qué hace que nuestros niños se estén volviendo cada vez más gordos? Imagine que llena el tanque de gasolina de un auto una y otra vez, sin siquiera echarlo andar, hasta reventar la bomba. Así los niños van llenando su cuerpo de combustible que después no queman, calorías que compran en la escuela, encuentran en el refrigerador de la casa o en la tienda de la esquina. Se va acomodando, estira la piel al máximo y forma bolsas de grasa en los pliegues.
Juan Rivera, especialista en nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública, dirige a un equipo de especialistas que estudia desde hace más de diez años las causas de la obesidad en México.
“Estamos convencidos de que no se trata, como la industria ha querido hacer creer, de un problema de origen genético; los genes no podrían haber cambiado en 18 años, tiempo en el cual hemos pasado de ser un mexicano con sobrepeso por cada diez, a uno de cada tres”, explica Rivera.
Mucho tiempo se ha invertido en investigaciones que buscan encontrar una razón genética para la obesidad, pero aunque el mexicano tiene una predisposición biológica a subir de peso, no se ha podido comprobar que esa sea la causa.
Otras teorías han buscado encontrar una relación entre la mala nutrición durante el embarazo y el bajo peso al nacer: el feto, acostumbrado a recibir poco alimento aprende a aumentar su capacidad de almacenar energía y programa al organismo para que en el futuro sea propenso a la obesidad, diabetes y enfermedadescardiovasculares.
Las evidencias científicas indican que las razones están en el desequilibrio energético. En vez de elegir frutas y verduras los mexicanos están tomando alternativas de alimentos de mayor densidad energética y menor valor nutritivo. México se encuentra en un claro proceso de transición nutricional nada favorable para su salud ; cada vez consume más carbohidratos refinados, grasas y alimentos procesados, frente a una reducción en el consumo de granos enteros, vegetales y fibra dietética, que formaban parte de las dietas tradicionales.
Los niños mexicanos sacian su hambre en primer lugar con grasa, después con carbohidratos y mucho menos con fibras. Al mismo tiempo se han vuelto más sedentarios y cada vez realizan menos actividades físicas.
El análisis de los alimentos que adquieren las familias mexicanas con base en la Encuesta Nacional de Gasto en los Hogares 1984 y 1999 indica que en un periodo de quince años, de 1984 a 1999, hubo un cambio radical en la dieta de los mexicanos. La compra de refrescos aumentó 37 por ciento y la de carbohidratos refinados 6 por ciento. En contraste compraron 30 por ciento menos frutas y verduras, 27 por ciento menos leche y redujeron la ingesta de carnes en 18 por ciento.
Sólo ocho por ciento de los niños consume la cantidad de frutas y verduras que se recomienda, que equivalen por ejemplo, a tres manzanas o cuatro plátanos, pero 56 por ciento consume menos de una pieza de fruta al día.
Además, cada vez hay menos tiempo disponible para seleccionar los alimentos y cocinarlos, por lo que se opta por alimentos procesados. El poco tiempo que los padres pasan en casa, aunado al aumento de la inseguridad en la calle, facilitan un estilo de vida sedentario y un aumento en el tiempo empleado en ver la televisión y otras ideas, como el de que alimentar al niño es un acto de amor. También se asume que los bienes que favorecen la vida sedentaria son un símbolo de estatus social.
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Al sonar el timbre que a media mañana anuncia que el recreo comenzó, los niños se olvidan de los libros, salen al patio de la escuela hurgando en sus bolsillos en busca de monedas y pensando en lo que comprarán.
Cinco de cada diez eligen un dulce, cuatro compran además alguna fritura y dos una bebida con mucha azúcar. Entre los favoritos también están los antojitos preparados, casi siempre con mucho aceite, harina y crema. Sólo dos de cada 100 elegirá una fruta, probablemente con azúcar o crema chantilly, según contestaron 32 mil estudiantes de primaria a una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Nutrición (INN).
Al terminar las clases, al mediodía, con la disponibilidad de comida de alto contenido energético que ofrece la mayoría de las escuelas, habrán ingerido la mitad de las calorías recomendadas en una dieta saludable para todo un día.
En 10 o 20 años se darán cuenta de que la forma en que invirtieron el dinero de sus padres les ha dejado como saldo diabetes e hipertensión, además de mucha grasa acumulada en el cuerpo. “Pero es lo que hay”, justifica Alejandra Mondragón, estudiante de primero de secundaria.
Y es cierto. El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) está por concluir el estudio más completo que se ha realizado sobre los alimentos que se venden en las cooperativas escolares incluye 12 ciudades del país y la doctora Margarita Safdie adelanta que, aunque hubo variaciones, ninguna serviría de ejemplo para una alimentación adecuada.
En la Ciudad de México predominan los antojitos y otras comidas preparadas, y en el resto del país la comida chatarra industrializada. Frutas, verduras y alimentos más saludables están presentes casi siempre, pero en menor proporción que el resto y casi nadie las elige.
En el poco tiempo que pasan los niños en la escuela, tienen hasta cinco oportunidades de comer lo que ellos quieran: a la puerta de la escuela, al recibir el desayuno que reparte el DIF (que generalmente incluye dulces, cereales con azúcar, pan industrializado, leche entera y endulzada), durante clases con lo que traen en la lonchera, a la hora del recreo y en los puestos de la salida.
El doctor Guillermo Meléndez, coordinador del programa de nutrición de la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud), explica que al entrar a la primaria el sobrepeso en niños se dispara. Entre los niños de uno a cinco años de edad la enfermedad afecta sólo a cinco por ciento, al entrar a primaria se incrementa a 25 por ciento, y para cuando se gradúen ya habrán llegado a 33 por ciento.
Aunque cerca de la mitad de las legislaturas estatales han aprobado leyes que prohíben o limitan la venta de productos con alto contenido energético, no existe a escala federal ninguna ley o autoridad que controle lo que se vende al interior de los planteles.
El reglamento de cooperativas escolares fue modificado por última vez en 1982, y no hay en él un solo párrafo que se refiera al tipo de alimentación que deberían ofrecer y regula sólo lo administrativo.
La Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la oficina de Comunicación Social, informó que no existe ningún reglamento que se encargue de regular las cooperativas, pero que se han hecho convenios con instituciones para fomentar la venta de comida saludable. El diario solicitó copias de los acuerdos, pero no fueron proporcionados.
Los estudios realizados por el INSP demostraron que el ambiente escolar, no sólo a la hora del recreo, invita a consumir en exceso alimentos no saludables e impide que las calorías que se consumen puedan ser gastadas por el organismo.
Si a ello se le suma el desayuno que tomaron por la mañana y el lunch que algunos llevan, al mediodía, al salir de las aulas, ya habrán ingerido mil 1159 calorías, 58 por ciento de lo que deberían en todo el día (dos mil).
Comprar calorías resulta barato. Por cada peso que llevan para gastar en el recreo y con el menú que se les ofrece pueden comprar entre 20 y 140 calorías, y cada niño lleva en promedio entre ocho y once pesos.
Una banderilla de salchicha, por ejemplo, cuesta dos pesos y proporciona 340 calorías; en cambio, un vaso con fruta del mismo precio proporciona sólo 33.
Con 15 pesos podrían completar la dieta recomendada para todo el día. De acuerdo con Meléndez, por cada cien calorías diarias un niño toma de más cada día las que contiene un trozo de pizza hawaina— acumula en un año un kilo o dos de sobrepeso.
Margarita Safdie y Guillermo Meléndez coinciden en que una oferta tan variada en las cooperativas es innecesaria. Si un niño desayuna en su casa a la hora del recreo no necesita más de 200 calorías.
Incluso, Meléndez asegura que las cooperativas podrían desaparecer sin afectar la nutrición de los niños, sino todo lo contrario. Calcula que un niño de ocho años necesita las calorías que contiene una porción de fruta pequeña.
Margarita Safdie opina que un lunch tradicional con agua simple, fruta y un sandwich, de preferencia sin mayonesa, no es el menú ideal, pero puede ser saludable.
En contraste con la alta disponibilidad de alimentos que proporcionan mucha energía a los escolares, hay pocas oportunidades para gastarla. El estudio del INSP demostró que la tercera parte del tiempo del recreo los niños están parados, una décima sentados, ocho por ciento del tiempo caminando y sólo tres por ciento de los 30 minutos que duran están más activos.
Hay restricciones de espacio, incluso se les multa por correr, “por razones de seguridad”, explicó el docto Juan Rivera, jefe del departamento de Nutrición del INSP.
“Se dedican a comer, los niños dan vuelta alrededor de los puestos de los vendedores, todas las actividades en esa media hora giran en torno a los alimentos y es un tiempo más para comer, que para el recreo
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La Secretaría de Salud (Ssa) pondrá fin durante el siguiente ciclo escolar a la falta de regulación en los alimentos que se venden a los niños a la hora del recreo y prohibirá bebidas endulzadas y alimentos con alto contenido de grasa.
Además promoverá cambios en las etiquetas de los alimentos para que informen claramente si son o no saludables, y buscará que se establezcan impuestos especiales a los alimentos que adicionen endulzantes para que los precios fomenten una alimentación más sana.
Sin embargo, Mauricio Hernández Ávila, subsecretario de Prevención y Promoción para la Salud, reconoció que estas dos últimas estrategias podrían demorarse por la oposición de la industria de alimentos e incluso por la Secretaría de Economía, que teme desincentivar el comercio.
La dependencia contempla además otras medidas para frenar la epidemia de obesidad que tiene a uno de cada tres niños en peligro de sufrir enfermedades crónicas cuando sean adultos y colapsar las finanzas del sector salud.
En breve firmará un convenio con la red de abasto popular Diconsa para que deje de vender más productos que fomentan la obesidad e incluyan productos bajos en grasa y azúcar. Además está en marcha la estrategia para sustituir la comida chatarra que contienen los desayunos que entrega el DIF por frutas y verduras crudas o secas.
El primer paso en la lucha contra la obesidad infantil se dará a través de un acuerdo con la SEP. En junio un comité de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) entregará una guía que contendrá recomendaciones sobre los productos que deben salir de las escuelas.
Juan Rivera, director de Investigación del INSP, explicó la tendencia mundial para atacar el problema ha sido establecer límites a la energía o calorías disponibles en los alimentos que se consumen en las escuelas en cuatro elementos: azúcar, grasas saturadas, ácidos grasos trans y sodio.
“Aún no hemos llegado a un consenso sobre las recomendaciones que haremos, en algunos países se han prohibido las máquinas expendedoras de dulces, botanas, refrescos y bebidas de jugos que tienen mucha azúcar, y no me extrañaría que se restringiera la venta de algunos alimentos y bebidas que sabemos que no son positivas”,
Mauricio Hernández confirmó que el objetivo es prohibir que se vendan alimentos no saludables. Los productos que se dejarían fuera de las aulas serían aquellos que en porciones muy pequeñas dan al cuerpo muchas calorías.
El funcionario está consciente de que la presión de los industriales será muy fuerte y difícil de sortear. “La industria de los alimentos nos va ir cerrando los espacios, porque además son un sector muy importante de la sociedad que genera empleos y ayuda a la economía”, advirtió. Hernández señala que evitarán confrontarse con los fabricantes de alimentos no sanos y buscarán negociar, pero sin perder de vista que el problema debe resolverse con urgencia.
“A mí los refresqueros, Pepsico en especial, me dicen, bueno qué hacemos; yo lo que digo es, busquen un acuerdo, sálganse de las escuelas primarias, es un mercado muy pequeño pero que le incrementa mucho el gasto calórico a los niños”, señaló.
El combate a la comida chatarra fue una de las primeras promesas del secretario José Ángel Córdova al iniciar su gestión, en diciembre de 2006; sin embargo, hasta ahora no se ha concretado ninguna medida contundente en su contra.
En lo que respecta al cambio de etiquetas, el subsecretario Hernández informó que ya están preparando estudios para conocer cuál sería la forma más sencilla de indicarle a los consumidores cuál es el valor nutricional de los alimentos y advertirle con claridad cuáles son los más dañinos.
Uno de los métodos más utilizados internacionalmente es un semáforo que indica con los colores rojo, amarillo y verde cuándo un alimento puede comerse sin problemas, cuándo con moderación y cuándo es mejor evitarlo.
“Ese etiquetado va a ser una negociación muy fuerte con la industria; yo no lo veo en el corto plazo, la industria se ha opuesto activamente porque no quieren que sus productos estén etiquetados con un foco rojo”, expuso.
La industria ha propuesto que únicamente se señale con un círculo verde a los alimentos que cumplen con los requerimientos para ser sanos, sin señalar a los que son dañinos.
El doctor Juan Rivera no descartó la posibilidad de que las empresas que tradicionalmente dirigen sus productos a la infancia se opongan a la adopción de las guías o pongan en duda su validez científica, como ya hicieron con la guía de bebidas que presentaron en febrero y que recomendaba limitar al máximo el consumo de refrescos y jugos.
“Con toda razón las empresas buscan su beneficio económico, pero la Secretaría de Salud no está para cuidar los intereses de las empresas sino para cuidar la salud de mexicanos y, por tanto, la Secretaría tiene la convicción de que hay que hacerlo, incluso a costa de afectar algunos intereses particulares”, señaló el experto.
El sociólogo Alejandro Calvillo, que dirige la organización civil El Poder del Consumidor, señaló que aunque en 15 estados del país se ha legislado para sacar la comida chatarra de las escuelas, no hay claridad sobre qué productos debe considerarse dentro de esa clasificación, por lo que una guía oficial sería de gran utilidad.
Reportaje de Lucía Irabién publicado en ExOnline
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Un estudio señala que los problemas relacionados con la respiración son más probables entre los que tienen sobrepeso
Los niños obesos son mucho más propensos que los niños de peso normal a tener problemas respiratorios durante la cirugía, señala un estudio del Sistema sanitario de la Universidad de Michigan.
Los investigadores, que analizaron a 1,380 niños de peso normal, 351 con sobrepeso y 294 obesos, de dos a 18 años de edad que se sometieron a cirugías no cardiacas, halló que los niños obesos tenían una mayor tasa de problemas de ventilación con mascarilla, obstrucción de las vía respiratorias y mayor desaturación de oxígeno (reducción del oxígeno en la sangre) y otros problemas de las vías respiratorias
Específicamente, el estudio hallo que:
el 19 por ciento de los niños obesos y el once por ciento de los niños de peso normal experimentaron obstrucciones importantes en las vías respiratorias.
Casi el nueve por ciento de los niños obesos y el dos por ciento de los niños de peso normal experimentaron problemas de ventilación con mascarilla.
El 17 por ciento de los niños obesos y el nueve por ciento de los niños de peso normal experimentaron una desaturación importante de oxígeno.
Los niños obesos también tenían tasas más elevadas de asma (28 por ciento frente a 16 por ciento), hipertensión, apnea del sueño y diabetes tipo 2, todos factores que contribuyen a problemas durante la cirugía.
Sin embargo, a pesar del mayor riesgo de eventos adversos entre los niños obesos del estudio, ninguno sufrió enfermedades importantes.
El estudio aparece en la edición de marzo de Anesthesiology.
"Basándonos en las tendencias actuales, es probable que los anestesistas continúen atendiendo a un número creciente de niños con sobrepeso u obesos, así que es vital que estemos al tanto del mayor riesgo que enfrentan en el quirófano", advirtió en una declaración preparada el autor principal Alan R. Tait, profesor en el departamento de anestesiología del Sistema sanitario de la U-M.
Entre el quince y 17 por ciento de los niños y adolescentes de los Estados Unidos son obesos, de acuerdo con la información de fondo del estudio.
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Conseguir que, en el recreo, los niños cambien los bollos por manzanas es posible, según apunta una investigación británica. La clave está en ofrecerles fruta variada y reforzar los buenos hábitos alimenticios.
El grave aumento del número de jóvenes con problemas de obesidad en el Reino Unido ha llevado al ejecutivo londinense a introducir distintas medidas contra la obesidad. Una de ellas consiste en fomentar el consumo de frutas y verduras; sin embargo, hasta el momento, la estrategia no ha cosechado muchos éxitos.
¿Por qué los niños no toman fruta? ¿Consumirían más si se ofreciera en el colegio, de forma que pudieran acceder a ella de forma sencilla? Partiendo de esta hipótesis, un equipo de investigadores de las universidades de Cardiff y Swansea (Reino Unido) realizó un experimento en 43 escuelas de primaria de zonas con pocos recursos en Gales y el suroeste de Inglaterra.
En la mitad de estos centros se instaló un pequeño puesto en el que se ofrecía a los estudiantes sólo fruta variada y a buen precio. En algunas escuelas, esta iniciativa se sumó a otros proyectos para favorecer buenos hábitos alimenticios; mientras que, en otras, esta suponía la primera iniciativa anti-obesidad.
En total, participaron en la investigación un total de 1924 niños, cuyas costumbres alimenticias fueron seguidas durante aproximadamente un año.
Los resultados mostraron que la instalación de los puestos apenas tuvo influencia en el consumo de fruta de los niños analizados. "Tampoco pareció influir en la cantidad de 'snacks' que los niños consumían al día", comentan los investigadores del estudio quienes remarcan que, sin embargo, la medida sí parecía efectiva si se combinaba con otras políticas para favorecer buenos hábitos alimenticios.
"En las escuelas que no permitían a los alumnos comida de casa o sólo permitía tomar fruta en los recreos, la instalación de la tienda tuvo un impacto mucho mayor que en los centros donde no había ninguna restricción", comentan los autores en su trabajo.
"Estos resultados sugieren que, cuando los estudiantes no pueden tomar tentempiés poco saludables en el colegio, sus ganas de tomar fruta aumentan considerablemente", concluyen.
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Recomendaciones para la población Mexicana
El secretario de Salud convocó al Comité de Expertos para la elaboración de las "Recomendaciones sobre el consumo de bebidas para la población mexicana"; la finalidad fue desarrollar lineamientos basados en evidencia científica para los consumidores, los profesionales de la salud y el sector gubernamental.
Las prevalencias de sobrepeso, obesidad y diabetes han aumentado con rapidez en México y las bebidas representan la quinta parte de la energía que consumen los mexicanos. La evidencia señala que las bebidas con aporte energético incrementan el riesgo de obesidad.
Considerando los beneficios y riesgos para la salud y nutrición, así como el patrón de consumo de las bebidas en México, el Comité clasificó las bebidas en seis categorías de acuerdo con su contenido energético, valor nutricio y riesgos a la salud en una escala que clasifica las bebidas de la más (nivel 1) a la menos (nivel 6) saludable.
Nivel 1: agua potable; nivel 2: leche baja en grasa (1%) y sin grasa y bebidas de soya sin azúcar; nivel 3: café y té sin azúcar; nivel 4: bebidas no calóricas con edulcorantes artificiales; nivel 5: bebidas con alto valor calórico y beneficios a la salud limitados (jugos de fruta, leche entera, licuados de fruta con azúcar o miel, bebidas alcohólicas y bebidas deportivas); y nivel 6: bebidas con azúcar y bajo contenido de nutrimentos (refrescos y otras bebidas con altas cantidades de azúcares agregadas como jugos, aguas frescas, café y té).
El Comité recomienda el consumo de agua en primer lugar, seguido de bebidas sin o con bajo aporte energético y leche descremada. éstas deben tener prioridad sobre las de mayor aporte energético o endulzadas, incluso con edulcorantes artificiales. Se presentan cantidades recomendadas para cada categoría de bebidas y se ilustran patrones de consumo saludables para adultos de ambos sexos.
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Los cereales para el desayuno infantil son menos saludables que los cereales producidos para los adultos y aquellos que se comercializan más agresivamente para los niños tienen la peor calidad nutricional, indicó un nuevo análisis de 161 marcas disponibles en el mercado.
"El cereal que están comiendo los padres es seguramente mucho mejor que el que le están dando a sus hijos", dijo a Reuters Health la doctora Marlene B. Schwartz, de la Yale University, en Connecticut, autora principal del estudio.
El equipo dirigido por Schwartz halló también que los atributos saludables que la publicidad destaca en los cereales infantiles eran a menudo erróneos.
Los cereales comercializados como "reducidos en grasa" o "reducidos en azúcar" no tenían menos calorías, como pensarían los padres. En tanto, los productos que las marcas presentaban como "con granos integrales" tenían más fibra, también tenían tanta sal, azúcar y grasa como el resto de las marcas y el mismo contenido calórico.
La industria alimentaria y las autoridades de salud pública están alentando a los niños a desayunar, en especial, cereales listos para comer, afirmaron los autores en Journal of the American Dietetic Association.
Para comparar la calidad nutricional de los cereales infantiles y los productos orientados a los adultos, el equipo seleccionó 161 cereales; el 46 por ciento se comercializaba para los niños.
Un cereal ingresaba en esta categoría si tenía un personaje infantil en la caja, si incluía un juguete o un juego dentro o si la empresa colocaba a la marca en la lista de productos infantiles en su sitio de internet.
Los cereales infantiles tenían más cantidad de azúcar, sodio, carbohidratos y calorías por gramo que los cereales para adultos y menos proteína y fibra.
El azúcar representaba en promedio más de un tercio del peso de los cereales infantiles, comparado con menos de un cuarto en los productos para adultos.
El 34 por ciento de los cereales infantiles cumplían con los estándares de nutrición para los alimentos comercializados en las escuelas, a diferencia del 56 por ciento de los cereales para adultos, informó el equipo.
Los padres que quieren darle a sus hijos cereales saludables deberían optar por las marcas que ofrecen 4 gramos de azúcar por porción (alrededor de una cucharada de té) o menos, recomendó Schwartz, y 4 gramos de fibra por porción de cereal.
Como psicóloga, Schwartz le recomienda a los padres de niños pequeños que "deben tomar una decisión y no apartarse de ella porque si se ceden una vez, lo lamentarán".
Publicado en el Journal of the American Dietetic Association, abril del 2008
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LA OBESIDAD PONE EN RIESGO DE SUFRIR DIABETES A 35% DE LOS ADOLESCENTES.
Grave, que los padres alienten el consumo de refrescos
Especialistas del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI advirtieron que 35 por ciento de los adolescentes en el país están expuestos a padecer diabetes tipo dos, causada por obesidad, y el mismo fenómeno se presenta en 26 por ciento de los prescolares.
Agregaron que las investigaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social revelan que de continuar incrementándose en un dos por ciento anual dicho fenómeno, en 20 años 90 por ciento de la población adulta será obesa con alto riesgo de padecer diabetes tipo dos.
La situación se ha tornado preocupante, ya que en una década México pasó de ocupar el lugar 26 a la posición número dos en la lista de naciones con población obesa, puntualizó la doctora Donají Miranda.
En el contexto del Día Mundial de la Salud, Donají Miranda y Elisa Nishimura, jefa de endocrinología del citado hospital, comentaron que los desequilibrios alimentarios, el sedentarismo y la herencia genética influyen en el aumento de los menores de edad con sobrepeso. En la década de los 90 en el país, dijo Miranda, la desnutrición decreció, pero se elevó la obesidad, y en los pasados 12 años aumentó sustantivamente.
Nishimura explicó que, de acuerdo a un estudio entre la población infantil de 6 a 11 años de edad, 26 por ciento presenta sobrepeso y se estima que uno de cada cinco menores tiene una alteración en su metabolismo; en el caso de los adolescentes es de 35 por ciento y de ese total al menos 40 por ciento “es probable que sea diabético y no lo sepa”.
No descartó que una de las causas del sobrepeso sea por la ingesta de refrescos, ya que los padres de familia dan esa bebida todos los días al menos a dos por ciento de los menores de un año; dicho porcentaje se eleva a 10 por ciento en el caso de prescolares y adolescentes.
Si un niño de cuatro años de edad pesa 20 kilogramos en lugar de 16, ya presenta un grado de sobrepeso que debe atenderse, pero también hay que sensibilizar a los padres para que no sobrealimenten a los niños y respeten su punto de saciedad durante la ingesta de los alimentos, señaló Miranda.
A su vez, el doctor Hugo Rivera Márquez apuntó que otra de las enfermedades por atender en la población infantil es el cáncer, el cual se ha convertido en la segunda causa de muerte, aunque las probabilidades de padecer dicha enfermedad son de uno por cada 7 mil menores de 19 años.
“Son pocas las enfermedades de oncología pediátrica que se pueden prevenir y se consideran como un problema de salud pública por el impacto familiar, social, emocional y económico que representan”, expuso.
Cada año se atienden 300 nuevos pacientes con algún tipo de cáncer, de los cuales 70 por ciento pueden lograr su curación si son atendidos oportunamente.
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DARÁ LA SECRETARIA DE SALUD NUEVO "MENU" PARA LOS NIÑOS
Con el fin de evitar la obesidad en niños y prevenir la diabetes, la primera causa de muerte en el país, este año se distribuirán nuevos desayunos escolares que incluirán leche descremada, fruta y verduras, informó la SSA.
A través de un comunicado la Secretaría de Salud (SSA) detalló que estos desayunos contendrán leche descremada sin azúcar y sin chocolate e incluirán obligatoriamente una ración de frutas y verduras, pues urge disminuir los casos de obesidad en pequeños.
Explicó que en la actualidad un niño de primaria del Distrito Federal debe hacer por lo menos 10 horas de ejercicio físico intenso a la semana, sin embargo sólo practica 29 minutos.
La dependencia indicó que en el 20 Congreso Nacional sobre Diabetes, realizado en en León, Guanajuato, el titular de la SSA, José Angel Córdova Villalobos, anunció un innovador programa para combatir la diabetes mellitus.
Córdova Villalobos informó que la SSA desarrolla un nuevo modelo dentro del Programa Nacional de Prevención de la Diabetes, a través de intervenciones focalizadas con un proceso educativo contra estas enfermedades no transmisibles.
Precisó que el programa contempla un paquete básico de intervenciones único en todo el sector salud, aunque con nombres diferentes en cada institución, con esquemas universales de prevención, detección oportuna y medidas de control.
El funcionario especificó que en el marco de la Estrategia Nacional de Prevención y Promoción para una mejor Salud, cuyo objetivo principal es retrasar la aparición de la diabetes, también se fomenta una cultura de la salud que implique cambios de actitud.
Asimismo una atención multidisciplinaria para prevenir las complicaciones, mejorar estilos de vida con dieta saludable y ejercicio.
Los objetivos del nuevo modelo se enfocan en la detección oportuna y mayor difusión con información de calidad, además de lograr un control glucémico adecuado en las personas con diabetes y que no sean indiferentes ante el padecimiento.
Aclaró que estas acciones intersectoriales son entre las secretarías de Salud, Educación, Trabajo y Previsión Social y Desarrollo Social, así como con la Comisión Nacional del Deporte, la industria farmacéutica y alimentaria.
También participan las legislaturas estatales y federales para hacer los cambios pertinentes en las leyes.
Comentó que se trabaja con sociedades académicas para crear guías nutricionales de líquidos y sólidos, para distribuirlas entre profesores y padres a fin de crear conciencia de ciertos alimentos y bebidas que aportan una gran cantidad de calorías y conducen a obesidad.
Este nuevo modelo de atención incluye la creación de 250 Unidades Médicas Especializadas en todo el país en los próximos cinco años, en las que se atenderá el problema de sobrepeso, obesidad, diabetes e hipertensión y después se incluirán otros padecimientos.
Reiteró que el manejo es integral, ya que cuentan con un médico, psicólogo, nutriólogo y trabajador social, con intervenciones basadas en evidencia clínica, mejores prácticas clínicas y expectativas del paciente.
Recordó que sólo el gobierno federal destina cada año 317 millones de pesos, para atender a los pacientes y complicaciones por la diabetes, y lo peor es que la tendencia es que vaya en aumento.
"La diabetes consume una gran parte del presupuesto en salud, pues sólo en el caso del IMSS en 2005 ocupó 35 por ciento para su atención, así como de sus complicaciones", dijo.
Advirtió que en la próxima década, la diabetes mellitus podría causar la "bancarrota" del Sistema Nacional de Salud de no lograr implementar todas las acciones específicas para controlarla, así como mitigar los altos costos que representa su atención.
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EXIGEN RETIRAR CAMPAÑAS DE COCA COLA Y PEPSICO DE LAS ESCUELAS COMO RESPUESTA A LAS INVESTIGACIONES DE LA SECRETARÍA DE SALUD
· El Poder del Consumidor ( EPC ) advierte que la SS no avanzará en el combate a la obesidad si basa sus políticas en la autoregulación de la industria, la experiencia lo demuestra. · EPC envía documento confidencial de Coca Cola a la Secretaria de Educación Pública para demostrarle que la campaña “Movimiento Bienestar” tiene por objetivo fortalecer la venta de los productos de Coca Cola entre los niños, más que promover la actividad física.
Para ser congruente con las “Recomendaciones sobre el Consumo de Bebidas para una Vida Saludable” (RCBVS) presentadas este lunes 25 de febrero por el Secretario de Salud, debe exigirse, para empezar, el retiro de las campañas “Movimiento Bienestar” de Coca Cola y “Vive Saludable” de Pepsico, de las escuelas, además de impedir que estas estrategias sigan siendo desarrolladas en los municipios marginados del país”, señalo El Poder del Consumidor.
La Secretaría de Salud es clara, a través de las RCBVS, en establecer que no deben ingerirse refrescos, reconociendo que representan la mayor ingesta calórica en la dieta, por lo cual, es una de las principales causas de la epidemia de obesidad en la población mexicana. Además, las recomendaciones establecen que no deben consumirse las bebidas light por preescolares y escolares. En relación a los jugos de frutas, se reitera la necesidad de aumentar el consumo de frutas, sin embargo, se advierte que el consumo de frutas en forma de jugo no es recomendable por la asimilación inmediata de sus azúcares, ya que la fruta ha perdido la fibra que permite que éstos se vayan liberando más lentamente. En el caso de jugos de fruta se recomienda no consumir más de 125 ml al día, si se consumen.
La Secretaría de Salud ha dado un paso fundamental en el combate a la epidemia de sobre peso y obesidad al dejar atrás el concepto impuesto por las empresas de que “no hay alimentos buenos o malos” para comenzar a señalar que hay alimentos y bebidas que no son recomendables para su consumo habitual y que si se consumen, sólo debe hacerse de manera esporádica.
El Poder del Consumidor ha demostrado públicamente, a través de un documento de Coca Cola, que el programa “Movimiento Bienestar” busca fortalecer el posicionamiento de los productos de esta empresa al interior de las escuelas, productos que no son recomendables de acuerdo a las RCBVS. El lanzamiento de “Movimiento Bienestar” el 27 de septiembre pasado, contó con el apoyo de la Secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, y como lo expresó el presidente de Coca Cola México James Robert Quincey el convenio que se firmó ese día permitiría llegar a más de 4 mil escuelas públicas y “beneficiando a un millón de niños”. EPC envío a la Secretaria de Educación Pública el documento de Coca Cola referido donde claramente se expone la intención de introducir sus productos a las escuelas a través de un programa que tiene por fachada la actividad física.
Tan sólo nueve días antes de la presentación de “Movimiento Bienestar” fue lanzado el programa de Pepsico “Vive Saludable Escuelas” con la presencia también de la Secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota. El programa patrocinado por el grupo Pepsico conformado por Gamesa-Quaker, Gatorade, Pepsi, Sabritas y Sonric´s ofrece un software que es instalado directamente en las escuelas y al cual no se tiene acceso público. El objetivo de este programa es llegar a más de un millón de niños.
El Poder del Consumidor recomienda llevar adelante las recomendaciones que presentó el pasado 10 de diciembre como parte de la Campaña Global contra los Refrescos (Global Dump Soft Drink Campaign*) lanzada por diversas organizaciones a escala internacional demandando: 1. Detener toda la publicidad dirigida a menores de 16 años de refrescos y bebidas endulzadas, 2. Prohibir la venta de refrescos y bebidas azucaradas en las escuelas públicas y privadas, 3. Prohibir el patrocinio por parte de estas marcas de cualquier tipo de actividad al interior de las escuelas, 4. Promocionar el consumo de agua.
“El Secretario de Salud ha sido claro en señalar el impacto negativo de la publicidad de comida chatarra sobre los niños, la necesidad de establecer un nuevo etiquetado que en verdad oriente a los consumidores, el impacto negativo de los refrescos y la necesidad de que las escuelas cuenten con bebederos de agua potable. Sin embargo, el Secretario espera llegar a un acuerdo con las empresas, promueve su autoregulación. Al respecto señalamos que la autoregulación de las empresas no es funcional. Los Estados Unidos son el mejor ejemplo del fracaso de la autoregulación. Es necesaria la regulación, aquello a lo que se oponen sistemáticamente las empresas” señaló Alejandro Calvillo.
*La Campaña Global contra los Refrescos (Global Dump Soft Drink Campaign) está integrada, entre otras organizaciones por el Center for Science in the Public Interest (Centro por la Ciencia de Interés Público), International Association of Consumer Food Organisations (Asociación Internacional de Organizaciones de Consumidores en Alimentos), Corporate Accountability International (Responsabilidad Corporativa Internacional), Safe Food International (Comida Sana Internacional), International Baby Food Action Network (Red Internacional de Acción en Alimentos para Bebes) y por El Poder del Consumidor A.C.
Para más información, llamar al 53384587, a al 0445523154210 o visitar www.elpoderdelconsumidor.org
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LA SECRETARÍA DE SALUD LANZA SUGERENCIAS DE BEBIDAS SALUDABLES
Expertos buscan que mexicanos eviten líquidos que engordan
La leche entera, los jugos naturales, los atoles, los refrescos y el alcohol son bebidas con un alto contenido de calorías, que aumentan el riesgo de obesidad y diabetes en México, alertó un grupo de expertos nacionales e internacionales convocados por la Secretaría de Salud (Ssa).
Este grupo de científicos en nutrición y de enfermedades crónicas presentó ayer las “Recomendaciones sobre el consumo de bebidas para una vida saludable para la población mexicana”, que buscará frenar las tasas de obesidad y de diabetes tipo II en el país, que alcanzan cifras alarmantes en la literatura científica mundial.
José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, explicó que existe un desbalance de la energía como resultado de la falta de actividad física y una alimentación con muchos aportes calóricos. De ahí, agregó, que la población ingiera más calorías y gaste menor cantidad de ellas.
Incluso, la población mexicana duplicó su proporción de energía obtenida por el consumo de diversas bebidas, al pasar de 100 calorías por día a 300 en tan sólo siete años.
El funcionario evidenció que 21% del consumo total energético de los adolescentes y los adultos proviene de las bebidas cuyo patrón de consumo es poco saludable. Lo ideal, explicaron los especialistas, debería ser un aporte calórico de 10%.
José Ángel Córdova aclaró que estas guías nutricionales no tratan de satanizar ningún alimento o bebida; “se trata de que el consumo sea reducido o moderado, ya que ninguna bebida es venenosa o tóxica”, afirmó.
Los especialistas en nutrición explicaron que los estudios sobre sensaciones de hambre y apetito muestran que los líquidos tienen menor capacidad para producir saciedad que los alimentos sólidos.
Lo que sugiere que la ingestión de energía a partir de bebidas no se acompaña de regulación eficiente del apetito, lo que contribuye al aumento de peso.
El grupo de expertos de la Secretaría de Salud clasificó en seis niveles, de más a menos saludable, los diferentes tipos de bebidas.
Al respecto, el coordinador del Comité de Expertos, Juan Rivera, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), explicó que entre las recomendaciones a la población es que el agua natural debe consumirse entre seis y ocho vasos diarios, porque además de ser necesaria para el metabolismo proporciona calcio, magnesio y fluoruro.
También, dijo, es recomendable consumir al día uno o dos vasos de leche semidescremada y bebidas de soya sin azúcar adicional, porque son fuente de calcio y vitamina D, así como de proteína.
Del café y té, explicó Juan Rivera, del Instituto Nacional de Salud Pública, podrán tomarse hasta cuatro tazas al día pero sin azúcar, y en el caso de las mujeres embarazadas hasta tres, porque su alto consumo aumenta el riesgo de aborto o provoca bajo peso del producto.
De las bebidas no calóricas con edulcorantes artificiales, como son los refrescos de dieta, aguas con vitaminas, bebidas energizantes y dietéticas, deben tomarse sólo dos vasos al día, y solamente adultos, “no niños en edad preescolar y escolares, porque es preocupante que se acostumbren a este sabor dulce”, aclaró.
Lo menos recomendable son las bebidas con alto valor calórico y beneficios a la salud limitados como lo son la leche entera, que por sus efectos de grasa saturada pueden provocar riesgo de enfermedades cardiovasculares; los jugos de frutas, “porque al licuarlos se duplica el nivel de azúcar” o las bebidas deportivas y las alcohólicas, las cuales deben consumirse sólo medio vaso al día, de así desearlo o de preferencia ninguno.
En el caso de la leche entera, no se recomienda su consumo en niños menores de un año, ni en personas mayores de dos años.
Y lo que debe evitarse beber totalmente, de acuerdo con los expertos, son los refrescos y aguas de sabores hechas en casa, y si se consumen éstas últimas debe procurarse no hacerlas muy dulces o de preferencia comer las rebanadas de fruta entera.
En esta reunión, también se hizo énfasis de que los desayunos escolares que promueve la Secretaría de Desarrollo Social deben cambiar, ya que contienen una alta ingesta de calorías, y sólo deben permanecer en zonas de alta marginación donde aún hay desnutrición.
El secretario de Salud informó que todas estas recomendaciones se distribuirán en escuelas, oficinas de gobierno y se hará una amplia campaña de difusión con la finalidad de que toda la población (padres de familia, médicos y maestros) las conozca y las aplique
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EL PESO INFANTIL PREDECIRÍA RIESGO CARDIACO Y DIABETES EN EL FUTURO
Los niños que superan los límites considerados saludables de circunferencia de cintura e índice de masa corporal (IMC) correrían riesgo de sufrir síndrome metabólico en la edad adulta.
En cambio, los chicos que están por debajo de esos límites promedio, tendrían una gran ventaja de por vida, ya que "se puede predecir que no desarrollarán síndrome metabólico en la adultez", dijo la doctora Shumei S. Sun a Reuters Health.
El síndrome metabólico aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes.
Está formado por un conjunto de factores, como obesidad, hipertensión, glucosa elevada, gran cantidad de moléculas de grasa en la sangre (triglicéridos) y bajos niveles de lipoproteínas de alta densidad o "colesterol bueno", según Sun, de la Virginia Commonwealth University, en Richmond.
Los niños con una circunferencia de cintura promedio según las guías de crecimiento de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC) y los chicos y adolescentes con IMC por debajo de ese promedio no serán propensos a desarrollar síndrome metabólico en la edad adulta, afirmó el equipo.
El IMC es la relación entre la estatura y el peso.
En cambio, un tamaño de cintura y un IMC por encima del promedio sugiere que los chicos corren riesgo significativamente elevado de desarrollar síndrome metabólico en la adultez, escribieron los autores en Journal of Pediatrics.
El equipo de Sun, que trabajaba en la Wright State University al momento de realizar el estudio, analizó el tamaño de la circunferencia de cintura y el IMC de 743 personas a las que se había medido desde el nacimiento y que participaban en el Estudio Longitudinal FELS.
Los investigadores establecieron las edades de los participantes en el momento en que las medidas los dividieron en adultos con y sin síndrome metabólico. Entre los hombres, esto comenzó a los 6 años, mientras que en las mujeres, a los 13.
Una vez que las mediciones comenzaron a diferenciarse, siguieron aumentando por separado en el tiempo, informaron los autores.
El riesgo de desarrollar síndrome metabólico en la edad adulta fue entre 1,4 y 1,9 veces mayor en los varones y entre 0,8 y 2,8 veces más alto en las mujeres con elevado IMC.
El aumento del riesgo en el caso de la circunferencia de cintura fue entre 2,5 y 31,4 veces para los varones y entre 1,7 y 2,5 veces para las mujeres.
"La circunferencia de cintura sería un indicador más confiable", dijo Sun, dado que proporciona una estimación más cercana a la realidad del nivel de grasa corporal.
El equipo sugiere que los pediatras les midan a sus pacientes la cintura como parte del control anual de los niños para identificar a los que necesitan prevención.
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QUERIDO, ESTAMOS MATANDO A LOS NIÑOS
Libro creado para ir de la mano con la serie Televisiva llamada Honey We Are Killing the Kids, en la que los padres de niños con sobrepeso observan el futuro nutricional de sus hijos, es decir, mediante computadoras hacen una proyección de cómo serán físicamente los niños a los 40 años, generando una serie de emociones encontradas en los padres, a quienes se les propone la oportunidad de generar un cambio en el estado nutricional de sus hijos.
Vea el impresionante video en el siguiente link:
http://www.alertanutricional.org/estamos_matando_a_los_ninos.htm
Conozca más sobre la autora Kristina Murrin, psicóloga y especialista en marketing, creadora de este exitoso programa. (link con información en inglés, verá también un video)
http://www.firstartist.co.uk/client.asp?nm=kristinamurrin
El programa se produce por el canal TLC de Discovery conducido por la doctora y nutricionista Lisa Hark tiene más de 20 años de experiencia en consejeria nutricional, y por la nutricionista Felicia Stoler.
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Publicado en Alerta Nutricional
Reportaje de la BBC de Londres (inglés)
El peso de los niños (traducción google)
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ESTUDIO RELACIONA LA DURACIÓN DEL SUEÑO CON EL PESO INFANTIL
La cantidad de horas que duerme un niño varía según el día o la estación del año, pero los que duermen poco siempre tendrían más riesgo de padecer sobrepeso, sugirió un nuevo estudio. En un seguimiento a 591 niños hasta los 7 años, un equipo de investigadores halló que, en general, los chicos tendían a dormir un poco menos los fines de semana y en verano que en los días de semana y otras épocas del año.
Aquellos que dormían poco a los 7 años presentaban más riesgo de sobrepeso o problemas de conducta, según publica la revista Sleep.
El equipo halló que los niños que dormían menos de 9 horas por noche eran tres veces más propensos que los que descansaban más a tener sobrepeso u obesidad.
Del mismo modo, los que dormían menos cantidad de horas eran más propensos a tener problemas de conducta y síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), según cuestionarios que respondieron padres y maestros.
Los resultados sugieren que la falta de horas de sueño adecuadas induciría el aumento de peso y otros problemas en los niños, señaló el equipo dirigido por el doctor Edwin A. Mitchell, de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda.
Estudios previos hallaron indicios de que la falta de sueño puede aumentar el peso. Aunque se desconocen las causas, una teoría sostiene que la deficiencia de sueño altera las hormonas que regulan el control del apetito y el metabolismo.
En el estudio, destacó Mitchell, la relación entre la falta de sueño y el peso se mantuvo tras considerar los hábitos físicos de los niños y la exposición a la televisión, dos factores clave del riesgo de sobrepeso infantil.
Esto sugiere que la falta de sueño tendría un efecto "real" sobre el peso, dijo el autor a Reuters Health.
En general, los médicos recomiendan que los niños en edad escolar duerman 10 a 11 horas por noche y que los preescolares descansen 11 a 13 horas. Los niños de 7 años que participaron en el estudio durmieron, en promedio, 10 horas.
Los resultados, opinaron los autores, destacan la importancia de que los niños duerman la cantidad de horas recomendadas.
"Nuestros resultados sugieren que la duración del sueño sería, por lo menos en parte, un factor de riesgo modificable de otras consecuencias de la baja calidad de la salud en la infancia, incluida la obesidad", concluyeron los expertos.
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EL SOBREPESO Y LA OBESIDAD PUEDEN AFECTAR AL CORAZÓN A LOS NIÑOS
Incluso los niños "fornidos" sin sobrepeso evidente presentan cambios en el funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos que podrían elevar el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, indicó un estudio.
Los resultados son "una llamada de atención a los padres, los cuidadores, la comunidad y los pediatras", dijo el doctor Yanbin Dong, de la Facultad de Medicina de Georgia, en Augusta. El equipo dirigido por Dong inició un estudio con participantes adolescentes para comprobar si esos cambios agravan la salud cardíaca.
El equipo realizó la investigación sobre pacientes en los que se usaba la frase "en riesgo de sobrepeso" al referirse a un índice de masa corporal (IMC), la relación entre el peso y la altura, que hoy se consideraría "sobrepeso", pero no obesidad.
Si bien es conocido el aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular con el sobrepeso, Dong sostuvo que se desconoce si las personas en la categoría "en riesgo" también corren mayor peligro.
Para investigarlo, el equipo comparó varias medidas de la función cardiovascular para conocer el peso de 972 gemelos blancos y negros, de unos 17 años de edad.
Alrededor del 17 por ciento de todos los participantes tenía sobrepeso, mientras que el 22,6 por ciento de los adolescentes negros y el 12,1 por ciento de los blancos eran obesos.
Los adolescentes negros y blancos con sobrepeso obtuvieron peores resultados que aquellos con peso normal en las mediciones de los parámetros de salud cardiovascular, desde la presión hasta el funcionamiento del ventrículo izquierdo, que es la principal cámara de bombeo del corazón.
Pero los resultados de los adolescentes con sobrepeso eran mejores que las mediciones de los obesos.
Según Dong, los resultados demuestran que "no deberíamos olvidar a los niños que aún no tienen sobrepeso, pero que son fornidos (...), a falta de un término mejor".
El equipo concluyó: "Los adolescentes en riesgo de sobrepeso corren más peligro cardiovascular que sus pares con peso normal. Nuestros resultados sugieren que la categoría 'en riesgo de sobrepeso' tiene efectos clínicos sobre los adolescentes".
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Publicado en la revista Pediatrics
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ASOCIAN LA REPUTACIÓN SOCIAL EN LA ESCUELA CON EL AUMENTO DE PESO EN LAS ADOLESCENTES.
Un estudio halla que aquéllas que dicen tener una baja autoestima son más propensas a aumentar de peso en un periodo de dos años
Las adolescentes que creían que estaban en los niveles más bajos de la escala social eran más propensas a tener peso de más, informan investigadores de EE.UU.
Los investigadores, dirigidos por Adina R. Lemeshow, de la Facultad de salud pública de Harvard en Boston y la Oficina de control de tabaco del Departamento de salud e higiene mental de la ciudad de Nueva York, analizaron los cuestionarios completados por 4,446 niñas de entre 12 y 18 años de edad en 1999.
El cuestionario recopiló información sobre altura, peso, hábitos televisivos, dieta y otros factores, incluida la reputación social percibida por las adolescentes en la escuela.
Las adolescentes que consideraban que tenían una puntuación de cuatro o menos (el punto más bajo) en una escala de 10 puntos de reputación social eran más propensas a aumentar de peso en los dos años siguientes que las que tenían una puntuación de reputación social de cinco o más.
El índice de masa corporal (IMC) promedio entre todas las niñas fue de 20.8 en 1999 y de 22.1 en 2001. Durante esos dos años, 520 de las adolescentes (11.7 por ciento) habían experimentado un incremento de al menos dos unidades en el IMC.
"Tras ajustar la edad, el grupo étnico o raza, el IMC de punto de partida, los hábitos de ver televisión, la depresión, la autoestima global y social, el primer periodo menstrual, la altura, el IMC de la madre y el ingreso familiar antes de impuestos, las niñas adolescentes que consideraban que estaban en el punto más bajo de la escala social de la escuela tenían unas probabilidades 69 por ciento mayores de experimentar un incremento de dos unidades en el IMC durante los dos años siguientes en comparación con las otras adolescentes", escribieron los autores del estudio.
Los hallazgos aparecen en la edición de enero de Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine.
"Es importante que los investigadores consideren factores físicos, conductuales, ambientales y socioemocionales que puedan contribuir a la prevalencia creciente del sobrepeso entre los adolescentes", concluyeron los investigadores.
"Una investigación previa sugiere que factores emocionales como la depresión, la baja autoestima y la autopercepción contribuyen a la carga de sobrepeso en los adolescentes. Nuestro estudio contribuye a este cuerpo de literatura ya que, hasta donde sabemos, es la primera en evaluar de manera prospectiva la relación entre el estatus social subjetivo en la comunidad escolar y el cambio en el IMC, además nuestros hallazgos sugieren que tener una percepción de bajo estatus social en la escuela podría contribuir de manera importante con incrementos en el IMC en las adolescentes con el tiempo".
De acuerdo con la información de fondo del estudio, el porcentaje de niñas estadounidenses adolescentes con sobrepeso pasó de 14 a 16 por ciento entre 1999 y 2004.
Otro estudio en la misma edición de Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, analizó a 3,345 adolescentes estadounidenses del octavo al decimosegundo grado y encontraron que los que eran activos físicamente en la escuela y fuera de ella eran menos propensos a tener sobrepeso cuando llegaban a la adultez.
Por cada día a la semana en que los adolescentes eran activos físicamente en la escuela, su riesgo de tener sobrepeso en los primeros años de la adultez se reducía en 5 por ciento, dijo el estudio. Los adolescentes que tenían educación física cinco días a la semana eran 28 por ciento menos propensos a tener sobrepeso en la edad adulta.
"En cuanto a las actividades físicas extracurriculares, la probabilidad de tener sobrepeso en la edad adulta se redujo casi en 48 por ciento al realizar actividades sobre ruedas (o sea, como patinaje en línea, patinaje sobre ruedas, montar en monopatín o ciclismo) más de cuatro veces a la semana", escribieron los autores del estudio.
Cerca del 16 por ciento de los adolescentes estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, y el 85 por ciento de los adolescentes obesos llegan a la edad adulta con obesidad, de acuerdo con la información de fondo del estudio.
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Publicado en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine
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LOS NIÑOS QUE DUERMEN MENOS PESAN MÁS.
Según los investigadores, los patrones de sueño de los niños también varían según la estación y el día
Una investigación reciente señala que los niños que duermen menos de nueve horas por noche son más propensos al exceso de peso o la obesidad.
Los niños que no duermen lo suficiente también tienen un aumento de más de tres por ciento en la grasa corporal, en comparación con los que duermen más de nueve horas cada noche. Los investigadores también informaron que los patrones de sueño de los niños varían según la estación y el día. Los niños duermen menos horas en el verano y los fines de semana, según el estudio.
Los investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda estudiaron los patrones de sueño de 591 niños de siete años con actigrafía, un método no invasivo basado en el movimiento utilizado para estudiar los patrones de vigilia y sueño y los ritmos circadianos. Los niños fueron evaluados al nacer, al año, a los tres años y medio y a los siete años.
El equipo halló que los niños durmieron en promedio 10.1 horas. Durmieron menos horas el fin de semana que entre semana, en el verano y cuando la hora de irse a la cama era después de las 9 p.m. También durmieron menos horas si no tenían hermanos menores.
El equipo de investigación informó que, además de mayor peso y grasa corporal, los periodos de sueño más cortos se correlacionaron con mayor volatilidad emocional.
"El sueño es importante para la salud y el bienestar durante la vida", aseguró en una declaración preparada Ed Mitchell, autor líder. "Pocos estudios han medido objetivamente la duración del sueño. En este estudio de gran tamaño sobre el sueño entre los niños de siete años, hubo una variación considerable en la duración del sueño. La duración del sueño fue cuarenta minutos mayor en el invierno que en el verano y 31 minutos mayor entre semana que el fin de semana. Una menor duración del sueño se relacionó con un aumento de tres veces en el riesgo de exceso de peso u obesidad del niño. Este efecto fue independiente de la actividad física o del tiempo que pasaran frente al televisor. La atención al sueño en la infancia podría ser una estrategia importante para reducir la epidemia de obesidad".
La American Academy of Sleep Medicine recomienda que los niños de preescolar duerman entre once y trece horas por noche, y los de edad escolar entre diez y once.
La academia sugirió a los padres le den a los niños la oportunidad de obtener la cantidad recomendada de sueño manteniendo una rutina constante de irse a la cama en un ambiente relajado. Los niños quizá duerman mejor si tienen un padre con el que puedan relacionarse antes de irse a la cama en lugar de televisión o juegos de video. Los alimentos, las bebidas y los medicamentos que contienen cafeína son todos enemigos del sueño, según la academia.
El estudio aparece en la edición de enero del Journal of Sleep.
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LA OBESIDAD INFANTIL, UNA CRISIS COMPARABLE AL CAMBIO CLIMÁTICO Dos estudios alertan de que si no se ataja la actual tendencia, las crecientes tasas de sobrepeso en la adolescencia harán que se dispare en el futuro la incidencia de afecciones coronarias
Una crisis inminente de salud pública. Es la predicción que hacen sobre el futuro próximo los especialistas en obesidad si no se toman de forma inmediata medidas para atajar la actual tendencia a acumular kilos durante la infancia. Y para dar idea de la gravedad de la situación comparan el problema del sobrepeso adolescente con el del calentamiento global del planeta.
Igual que los escépticos respecto al cambio climático han visto como la investigación corrobora día a día los cálculos más pesimistas, los sucesivos estudios realizados en la población infantil de los países desarrollados encienden nuevas alarmas sobre las consecuencias que tendrá la epidemia sobre su salud cuando lleguen a adultos, especialmente para el corazón. Dos trabajos publicados esta semana en la revista The New England Journal of Medicine dan cuenta del previsible impacto multiplicador que tendrá el exceso de peso en la infancia sobre la incidencia de la enfermedad coronaria.
El primero de ellos realiza una proyección de la prevalencia de obesidad que exhibirán en los próximos años los adolescentes estadounidenses que tenían sobrepeso en 2000 (alrededor del 17%, es decir, unos nueve millones de chavales). Paralelamente, mediante un programa informático de simulación, se calculó el exceso de enfermedad coronoria que podría ser atribuible a esta causa cuando esos menores alcancen la madurez. El resultado es inquietante. Las consecuencias de la escalada en la báscula juvenil de EEUU se estiman, para el año 2035, en un incremento del 5% al 16% de la prevalencia de enfermedad coronaria y en un total de 100.000 casos adicionales de patología cardiaca directamente atribuibles a problemas de exceso de peso.
Las perspectivas al otro lado del Atlántico tampoco son halagüeñas. El segundo análisis, realizado en Dinamarca, ratifica el impacto nocivo de la obesidad infantil a largo plazo. En este caso, se ha investigado la asociación entre el índice de masa corporal (IMC, valor que se utiliza para determinar si el peso es adecuado en relación a la altura) registrado entre los siete y 13 años de edad con el riesgo de sufrir enfermedad coronaria entre los 25 y 60. Para ello, se han revisado los datos históricos de la salud de cerca de 300.000 vecinos de Copenhague. La conclusión es clara: el riesgo de sufrir un evento cardiaco se asocia con el IMC que se exhiba en esa etapa precoz de la vida y es mayor tanto a medida que éste aumente como a medida que el menor siga cumpliendo años con un peso por encima de lo aconsejable.
Los autores ofrecen un ejemplo para hacer más comprensible el impacto de esta relación. En comparación con un adolescente de 13 años con un IMC dentro de la media, un menor de la misma edad con 11,2 kilos de más tenía un riesgo un 33% superior de padecer una dolencia coronaria al llegar a adulto.
Este trabajo llama la atención sobre el hecho de que cualquier ganancia de peso importa y que, incluso, una cantidad de más sorprendentemente pequeña podría pasar factura en el futuro en forma de patología coronaria. Lo que revelan ambas investigaciones es la trascendencia de un problema conocido, la incidencia cada vez mayor de factores de riesgo cardiovascular en los infantes obesos. Trastornos como la hipertensión, las dislipemias, la intolerancia a la glucosa y ciertas anomalías vasculares están ya presentes en los menores con sobrepeso. Y España no es ajena a esta situación. Las tasas nacionales de obesidad infantil superan a las nórdicas y con una incidencia del 15% se sitúan más cerca de las estadounidenses, a la vez que figuran en los primeros lugares de Europa.
NUEVAS ENFERMEDADES
Teniendo en cuenta que el 80% de los que llegan a la adolescencia cargados con unos kilos de más alcanzarán la madurez siendo obesos, el panorama para la salud cardiovascular patria no es favorable. «Estamos muy preocupados porque la obesidad infantil va a modificar nuestro tradicional menor riesgo cardiovascular, que se atribuía a la dieta mediterránea», reconoce la cardióloga Nieves Tarín, de la Fundación Española del Corazón.
Rafael Tojo, catedrático de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela, reconoce que en las consultas infantiles florecen enfermedades hasta ahora «desconocidas», ya que estaban reservadas al adulto: además de los citados factores de riesgo, menciona el hígado graso, la diabetes tipo 2, las alteraciones musculoesqueléticas, la apnea del sueño y los trastornos del ánimo. «Se están expresando de forma preocupante y cada vez se inician antes», dice. Es en esa etapa precoz cuando hay que intervenir, y de forma agresiva según los expertos, para revertir esta tendencia antes de que sea demasiado tarde.
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LA IMPORTANCIA DE DISMINUIR EL TAMAÑO DE LA RACIÓN DE ALIMENTO
Investigadores hallaron que aún cuando los chicos de 5 años no terminaban las porciones pequeñas de varios platos, comían más cuando recibían una porción doble. Los resultados publicados en American Journal of Clinical Nutrition coinciden con la evidencia de que las porciones grandes favorecen el consumo excesivo de comida. Expertos apuntaron a las porciones generosas de la industria alimentaria como uno de los factores que influyen en el problema de la obesidad en los Estados Unidos.
Y algunos estudios en el laboratorio de nutrición demostraron que los adultos y los niños tienden a comer más cuando las porciones son grandes. El estudio, dirigido por la doctora Jennifer O. Fisher, del Baylor College of Medicine, en Houston, incluyó 59 niños afroamericanos e hispanos de bajos recursos, grupos en riesgo de obesidad. Los niños y sus madres pasaron dos días en el Centro de Investigación en Nutrición Infantil de Baylor, donde se controló el consumo calórico diario.
Un día, las madres y los niños recibieron porciones normales de comida y "snacks"; al día siguiente, comían lo mismo, pero la porción del plato principal de cada comida era doble e incluía macarrón con queso en el almuerzo y pollo en la cena. La merienda también tenía tamaño doble. El equipo dirigido por Fisher halló que cuando los niños recibían las porciones dobles, comían unas 180 calorías diarias más de esos alimentos. Sí comían menos alimentos en porciones reducidas, pero esto no compensaba las calorías adicionales. El mismo patrón se observó en las madres, pero el efecto fue aún mayor en sus hijos, que comían un 12 por ciento más de calorías el día "de porción abundante", comparado con el 6 por ciento más que comían las madres. Es improbable que los niños comieran más el día que recibían la porción abundante porque las porciones pequeñas eran demasiado pequeñas, indicaron los autores. Y señalan que los niños comían menos de dos tercios de esas porciones.
Los resultados sugieren que las porciones abundantes favorecen un entorno alimentario que promueve la obesidad alrededor de muchos niños en los Estados Unidos. Y concluyen que se necesitan estudios de largo plazo para conocer si el tamaño de las porciones está directamente relacionado con el riesgo de obesidad infantil.
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Publicado en la revista Tha American Journal of Clinical Nutrition.
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ESTUDIOS PREVÉN ENORMES AUMENTOS EN CASOS DE OBESIDAD INFANTIL
La cantidad de niños obesos se incrementará drásticamente en los próximos años, al igual que las tasas de enfermedad cardíaca, según dos estudios realizados en Estados Unidos y Dinamarca.
"Si no tomamos medidas para revertir la tendencia, los chicos de cada generación futura parecen estar destinados a ser más gordos y enfermarse más que sus padres", señaló el doctor David Ludwig, del Hospital de Niños de Boston, en un comentario en New England Journal of Medicine, donde se publicaron los estudios.
El estudio danés, que evaluó a más de un cuarto de millón de niños en edad escolar en Copenhague entre 1930 y 1976, reveló que los chicos con sobrepeso crecieron con más problemas cardíacos, sobre todo los varones.
Cuanto más pesaban en la niñez, particularmente en la adolescencia, mayor era el riesgo de desarrollar problemas de corazón.
Por ejemplo, un chico de 13 años que pesaba 11,2 kilos más que el promedio era un 33 por ciento más propenso que un niño de peso normal a padecer un ataque cardíaco o algún otro problema causado por la enfermedad coronaria a los 60 años.
Los hallazgos "sugieren que más chicos que nunca están enfrentando mayores riesgos de enfermedad coronaria en la adultez", dijo el equipo dirigido por Jennifer Baker, del Centro de Salud y Sociedad de Copenhague.
Cerca del 17 por ciento de los varones y el 16 por ciento de las mujeres que viven actualmente en Estados Unidos, más de 9 millones de personas en total, tienen sobrepeso.
El segundo estudio indicó que de este grupo, el 25 por ciento de los chicos son actualmente obesos y que la cifra aumentará a entre el 30 y el 37 por ciento en el 2020, cuando los pacientes tendrán unos 35 años.
Para las mujeres en ese grupo, el 32 por ciento de las cuales ahora son obesas, la tasa aumentará a entre el 34 y el 44 por ciento, según el equipo de investigadores dirigido por Kirsten Bibbins-Domingo, de la University of California en San Francisco.
Esto conducirá a más casos de enfermedad cardíaca, diabetes e hipertensión a edad más joven y ni los tratamientos agresivos no bastarán para detener la tendencia, indicaron los expertos. En el 2035, la prevalencia de enfermedad cardíaca habrá aumentado entre un 5 y un 16 por ciento, estimó el equipo.
"Mis colegas y yo predijimos que la obesidad pediátrica reduciría la expectativa de vida en Estados Unidos dos a cinco años a mitad de siglo, un efecto equivalente al de todos los cánceres en conjunto", dijo Ludwig.
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MÉXICO: EL PARAÍSO DE LA COMIDA CHATARRA
"La principal causa de diabetes es el sobrepeso y la obesidad. En México hay 10 millones de diabéticos. La diabetes es la principal causa de muerte en el país."
"Las principales causas del sobrepeso y la obesidad son la comida chatarra y la falta de actividad física"
"En México el consumo de refrescos aumentó un 60% en los últimos 14 años y bajó en 30% en consumo de frutas y verduras"
"En México no existe regulación a la publicidad de la comida chatarra, se vende en escuelas y no existe información en las etiquetas acerca del riesgo que significa su consumo"
México se ha convertido en el paraíso para empresas procesadoras de alimentos de bajo o nulo valor alimenticio, conocidos popularmente como “comida chatarra”. En consecuencia, los cambios en los hábitos alimenticios en México han sido radicales. En las familias más pobres del país el consumo de refrescos se ha incrementado en 60% y en las más ricas en 45%, en los últimos 14 años. Y lo más dramático, el consumo de frutas y verduras bajo un 30% en ese periodo (1). Por su parte las empresas alcanzan ventas formidables, Coca Cola realiza el 11% de sus ventas mundiales en México. Los datos oficiales muestran una situación fuera de control. Entre los niños de 5 a 11 años el sobrepeso y la obesidad creció un 40% en los últimos 7 años y en ese mismo periodo la circunferencia promedio de las mujeres en edad fértil aumentó 10 centímetros. Entre los mayores de 20 años, 71.9% de las mujeres (alrededor de 24,910,507) y 66.7% de los hombres (alrededor de 16,231,820) tienen sobrepeso u obesidad. Uno de cada tres hombres y mujeres adolescentes tiene sobrepeso u obesidad (2). Paralelamente, la diabetes tuvo un crecimiento del 3% anual. De acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública el costo para el sector salud del tratamiento de la diabetes es superior a los 3 mil millones de pesos. La Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud señala que los costos indirectos son 6.6 veces mayores que los costos de tratamiento, es decir de cerca de 20 mil millones de pesos (3).
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, después de exponer el grave panorama del sobrepeso y la obesidad en México indica que “Los resultados señalan la urgencia de aplicar medidas conducentes a la prevención de la obesidad en los escolares” y “El aumento de la prevalencia de obesidad en los últimos siete años en México es alarmante, ya que ocurre en todos los grupos de edad. Es urgente aplicar estrategias y programas dirigidos a la prevención y control de la obesidad del niño, el adolescente y el adulto”. El Informe Salud 200-2005 de la Secretaría de Salud señala “La magnitud que ha alcanzado este problema permite calificar la situación de la obesidad en México como una epidemia que requiere de acciones inmediatas como la promoción a nivel poblacional de la actividad física y restricciones al consumo de alimentos de calidad nutricional inadecuada en escuelas y oficinas”. Se concluye en la necesidad de realizar “programas de prevención y control” y regulaciones para “restringir el consumo de alimentos de calidad inadecuada en escuelas y oficinas”.
Por otro lado tenemos a las empresas. ConMéxico, que agrupa, entre otras, a las empresas procesadoras de alimentos, en su Informe de Actividades 2006 establece : “Los conceptos de “alimentos chatarra” y “alimentos de bajo y nulo valor nutricional” son subjetivos y discrecionales” y “CONMÉXICO se ha manifestado claramente en contra de cualquier tipo de acción para prohibir la venta o consumo en las escuelas de “alimentos de bajo o nulo valor nutricional”.
Sin información en las etiquetas de estos productos sobre los riesgos que significa su consumo frecuente; sin regulaciones a su publicidad y, en especial, la que dirigen a los niños; sin restricciones a la venta de estos productos que se convierten en los más accesibles (desde los grandes centros comerciales hasta las comunidades más pobres) de manera especial en las escuelas, oficinas y hospitales; sin campañas gubernamentales que promuevan hábitos alimenticios sanos señalando se manera clara cuáles son los productos que deben consumirse menos; en México lo que prevalece es un ambiente obesigénico con muy graves consecuencias para la salud de millones de personas, para la economía del país y de millones de familias.
“Obesity and nutrition-related chronic disease in middle income countries: the case of México”. Dr. Simon Barquera, Dr. Mario Flores. Artículo aparecido en “Understanding and Overcoming Obesity: The need for action”. Decision Media, Conference of Montreal. Health Decision Series. Edited by Gil Rémillard. 2004.
Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, Secretaría de Salud.
Macroeconomía y Salud. Invertir en salud para el desarrollo económico. Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud. Fondo de Cultura Económica, 2006.
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Etiquetas: ALIMENTACIÓN INFANTIL, NUTRICIÓN INFANTIL, OBESIDAD INFANTIL
CONSUMO DE REFRESCOS Y OBESIDAD. ¿SABÍA UD QUE....
¿Sabía usted que una botella de refresco o soda de 360 ml (12 onzas) contiene aproximadamente 10 cucharadas de azúcar y 150 calorías ?. Beber una sola botella o lata de refresco al día aumenta a los niños el riesgo de presentar obesidad en un 60 por ciento.
Fuente: American Academic of Pediatrics
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DENUNCIAN A NESTLÉ Y KELLOGG'S POR ENGAÑAR Y MANIPULAR A LOS NIÑOS, DETERIORANDO SUS HÁBITOS ALIMENTICIOS
· Se solicita aplicar la mayor sanción contra Nestlé por publicitar en contra del consumo de alimentos naturales. · Kellogg´s reincide en publicidad engañosa.
Las empresas Nestlé y Kellogg´s han sido denunciadas por la asociación civil El poder del Consumidor por mantener campañas publicitarias de alimentos procesados dirigidas a niños que violan la legislación que protege la salud y a los consumidores de México, haciéndolos caer en el engaño y deteriorando sus hábitos alimenticios. “La trascendencia de estas denuncias reside en que la publicidad dirigida a niños, de este tipo de alimentos procesados, como lo establece la Organización Mundial de la Salud, es uno de los factores que contribuye a la epidemia de sobrepeso y obesidad en la infancia”, señaló Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor (EPC).
Leer el Boletín completo publicado por el Poder del Consumidor
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