Las últimas novedades en el campo de la pediatría, en un lenguaje accesible para los padres.
Como ya se ha publicado en Bebés y más, el Bisfenol-A es un producto químico contenido en el policarbonato que se emplea para fabricar biberones, botellas de plástico y embalajes de alimentos. Un agente químico que podría resultar perjudicial para la salud en determinadas circunstancias, según apuntan investigaciones diversas desde todo el mundo. La última, probada en seres humanos, la vimos hace unos días.
Desde hace un tiempo existe un debate sobre si es nocivo o inocuo cuando alcanza temperaturas elevadas, ya que se enfrentan los estudios que demuestran que las partículas que se desprenden del producto son perjudiciales para la salud con fabricantes y otros laboratorios que parecen indicar lo contrario.
Si tenemos en cuenta que el bisfenol A es el producto químico más fabricado del mundo, con más de dos millones de toneladas en 2003 para satisfacer una demanda en alza, tal vez se entienda mejor esta disparidad de conclusiones.
El hecho de que la agencia estadounidense de alimentos y medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) indicara que el bisfenol-A no era peligroso para la salud humana (aunque dejaba la puerta abierta a nuevas investigaciones) fue muy criticado por parte de la comunidad científica y entre las organizaciones de defensa de los consumidores en Estados Unidos.
Muchas son las voces que apuntan a que la FDA y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que también señala que el producto no es perjudicial para las personas, han optado por hacer caso omiso de los estudios que alertan contra el peligro del bisfenol-A.
Estos organismos afirman que las cantidades que pueden pasar al organismo humano, en especial al de los bebés, no alcanzan los niveles que pudieran ser considerados peligrosos. Que el bisfenol sí que puede pasar a los alimentos, pero en unas dosis mucho menores a las que son necesarias para que el producto pueda ser peligroso. También aceptan que existen estudios que afirman que la cantidad de bisfenol A que llega al organismo sí es suficiente, pero señalan que están realizados bajo unas condiciones poco realistas…
Pero, ¿quién establece esos límites? ¿Por qué ante el mismo hecho existen conclusiones tan dispares? ¿Hacen falta más estudios para determinar los niveles de peligrosidad? ¿Qué es más rentable para los bolsillos de las potencias químicas? ¿Son la FDA o la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria organismos totalmente independientes? ¿No recibirán presiones de las multinacionales químicas? ¿Hay intereses que muevan al bando contrario, los partidarios de limitar el uso del bisfenol-A?
Muchas son las voces que reclaman que se establezcan leyes restrictivas acerca del uso de este compuesto, especialmente en productos infantiles. Las investigaciones con animales han dado paso a investigaciones con personas.
Lo hemos visto en nuestras páginas, un nuevo estudio lo vincula a enfermedades cardiovasculares, a la diabetes y a anomalías hepáticas en los humanos. Y la tendencia parece ser ésta en los últimos tiempos.
Ante tantas dudas, no cabe sino esperar, sin cerrar los ojos a cada versión y atentos a las novedades en este debate. Los estudios que señalan que el bisfenol A es inocuo no tienen la repercusión o la visibilidad que los que afirman lo contrario, por eso personalmente tengo mis reservas sobre el agente químico.
Ya hay algún país que ha tomado medidas frente a ese probable efecto perjudicial: Canadá es el primer país que prohibirá la importación y venta de biberones fabricados con policarbonato plástico, y en EEUU existe un proyecto similar presentado por el partido demócrata.
Etiquetas: INTOXICACIONES, INVESTIGACIÓN
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