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La vitamina C es uno de los nutrientes más beneficiosos y necesarios. Es imprescindible en la alimentación de la mujer embarazada y en la de su hijo, porque además de reforzar las defensas, influye positivamente en la regeneración de los tejidos.
La vitamina C, como el resto de las vitaminas, son fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo. Existen dos grandes grupo de vitaminas: las liposolubles, como la A, la D,la K y la E, y las hidrosolubles, como la vitamina C. Esta es un antioxidante hidrosoluble que tiene un alto poder reductor, no es sintetizada en el organismo y por eso hay que aportarla desde el exterior.
Tiene la capacidad de evitar enfermedades, como el escorbuto; también está relacionada con procesos como el resfriado. En determinados tipos de cáncer y situaciones cardio-vasculares, como la arterioesclerosis, también tiene su incidencia, de modo que para disminuir la tendencia a desarrollar ciertos procesos tumorales se recomienda la vitamina C.
Los antioxidantes son muy importantes en el organismo, ya que la oxidación es el proceso de envejecimiento. Las fuentes de vitamina C son la fruta, como el kiwi, la guayaba, la fresa y las frambuesas; las verduras, sobre todo las de hoja verde. Está presente en la leche materna.
Las dosis necesarias de vitamina C varían según la edad. No importa tomar un exceso de vitamina C ya que se elimina por la orina, al contrario que otras vitaminas, como la A y la D, que no son eliminadas y su exceso puede ser perjudicial para el organismo.
La alimentación ideal para un bebe es la leche materna, ya que tiene la composición óptima para su buen desarrollo. Para que la leche materna tenga vitamina C, la mujer debe tener un aporte adecuado. Por eso las madres que dan el pecho a sus hijos deben tener una alimentación equilibrada y correcta.
Aunque lo mejor es que la madre dé el pecho a su hijo, a veces no puede ser y se puede utilizar la leche materna, que previamente se saca la madre, para hacer un biberón. La conservación de la leche debe hacerse en la nevera, a 4 grados y hasta 48 horas. Entre 0 y 4 grados la leche se conserva hasta 8 días y congelada puede durar hasta 6 meses.
Cuando se calienta la leche es cuando hay un pérdida de las vitaminas y proteínas. No es necesario calentar la leche, puede darse fría o temperatura ambiente.
El problema de la acumulación de aire a nivel del estomago del niño es algo que se puede disminuir con biberones especialmente diseñados.
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