PARA UN COMIENZO SALUDABLE A PARTIR DE LA ALIMENTACIÓN COMPLEMENTARIA.
Gracias a que te preparaste cuidadosamente y mantuviste una nutrición adecuada, durante tu embarazo y durante la lactancia materna, tu bebé tuvo ya un verdadero comienzo saludable en esta primera etapa de su vida. Vino al mundo rodeado de calor, amor y cuidados y estuviste pendiente de su satisfacción y comodidad. Lo alimentaste con tu leche el mayor tiempo posible, lo vacunaste, lo llevaste a sus revisiones médicas, lo hiciste sentir especial, querido y valorado y lo integraste cariñosamente al resto de tu familia.
Ahora tu atención y principal preocupación gira alrededor de una nueva etapa de su vida y aún cuando sigue siendo pequeño y frágil, poco a poco dejarás de amamantarlo para comenzar, junto con él, una nueva aventura de aprendizaje en relación con sus alimentos del futuro.
INTRODUCCIÓN DE OTROS ALIMENTOS EN LA DIETA DE TU BEBÉ.
Durante los primeros meses de vida, la lactancia materna satisface todas las necesidades del bebé. Sin embargo, al tener un crecimiento y desarrollo acelerado, se crean demandas nutrimentales diferentes a cualquier otra etapa de la vida y llega el momento en que la leche por sí sola deja de ser suficiente, principalmente en hierro, requiriendo de otras fuentes de calorías, vitaminas y minerales que se encuentran en distintos alimentos. Es entonces cuando el pediatra recomienda la introducción gradual y ordenada de los alimentos complementarios a la leche tales como: cereales, frutas y vegetales con el objeto de que el bebé reciba los nutrimentos esenciales para la etapa de crecimiento en que se encuentra, como:
Hierro: Ayuda a prevenir la anemia y contribuye al desarrollo social, mental y emocional del bebé.
Vitamina A: Ayuda a la visión y conservación de los tejidos, además de fortalecer su sistema inmunológico.
Zinc: Ayuda a lograr el potencial de crecimiento.
Ácido fólico: Contribuye al fortalecimiento del sistema inmunológico.
Calcio: Contribuye al fortalecimiento de huesos y dientes.
Vitamina C: Contribuye a la prevención de enfermedades.
El pequeño necesita ahora la paciencia y guía de sus padres y pediatra para aceptar y desarrollar hábitos positivos de alimentación a través de una nueva dieta, con la cual no está aún familiarizado. Gracias a su necesidad de comer, explorará con curiosidad esos “extraños” alimentos diferentes a la leche de su mamá.
A partir del momento que el bebé acepte sus primeros alimentos sólidos, poco a poco comenzará a demandar cada vez mayor variedad de sabores y condimentos, hasta llegar finalmente a disfrutarlos. Tendrá dominio de sus habilidades para batirse y comer las cantidades que desea de los alimentos que más le puedan atraer a su vista, gusto o tacto, logrando así el respeto de su individualidad y el placer de disfrutar comidas felices y gratificantes.
SUGERENCIAS PARA ENSEÑAR A TU BEBÉ BUENOS HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN.
Los hábitos y gustos por los alimentos en los niños se aprenden desde temprana edad. Con la leche materna se le transmiten las preferencias por los sabores de todos los alimentos que come la madre y es ésta una forma maravillosa de comenzar a enseñarle buenos hábitos de alimentación.
Los niños, cuando comienzan a probar otros alimentos diferentes a la leche, generalmente siguen los patrones de conducta de sus padres y llegan a preferir los alimentos que más se acostumbran y gustan en la familia.
Los padres que aprendieron a disfrutar una variedad amplia de frutas y verduras durante su infancia, probablemente propiciarán que sus hijos adopten ese mismo hábito. Si desde pequeño le fomentas a tu bebé la costumbre de comer frutas y verduras, es más probable que las siga consumiendo a lo largo de su vida.
Los padres necesitan tomar en cuenta que no se trata de que sus hijos coman verdura “hoy”, sino que sus hijos aprendan a disfrutar las verduras para que las coman “siempre”.
Es recomendable que uses los colores como una guía que estimule los sentidos de tu bebé y guste de comer vegetales verdes y amarillos, así como toda clase de frutas con amplio colorido.
Si la primera vez que ofreces a tu bebé un alimento nuevo hace gestos, no te preocupes, puede ser que sólo te indique que no reconoce ese sabor. Todos los bebés nacen con cierta inclinación a rechazar alimentos nuevos y puede tardar algún tiempo para decidir si le gusta o no.
De cualquier forma, es recomendable que nunca lo presiones. Cualquier tipo de presión, aún positiva, puede desacelerar el proceso de aceptación.
Al principio, ofrece un alimento nuevo como manzana con uno conocido como la leche que está consumiendo, después puedes mezclar el alimento ya conocido con otro nuevo, por ejemplo: si ya sabes que le gusta la manzana, agrégale plátano.
Es recomendable que cuides tus actitudes negativas. Si tú arrugas la nariz con un alimento o te niegas a comerlo, tu bebé puede reaccionar de la misma manera.
La variedad de sabores y texturas de las comidas estimulan más el apetito del bebé que cuando solamente se ofrece uno o dos alimentos repetidamente.
Es responsabilidad de los padres proporcionar alternativas variadas y nutritivas para estimular el apetito; la responsabilidad del bebé es decidir la cantidad que desea comer. Observa sus señales de satisfacción para que no lo sobrealimentes.
Hacer de la alimentación un momento agradable, traerá consigo beneficios en el desarrollo físico, social y emocional, tanto para tu hijo, como para toda tu familia.
Evitar usar los alimentos como premios o castigos, ya que esto reducirá la posibilidad de que el niño coma con gusto todos los alimentos. En su lugar, muéstrale tu cariño y abrázalo para recompensar su comportamiento.
Por lo general, los bebés nacen con un instinto de protección por lo que tienen miedo a los alimentos nuevos, pero si observas estos consejos y estás pendiente de su desarrollo y de sus señales de “estoy satisfecho” o “esto es nuevo”, muy pronto le habrás enseñado buenos hábitos de alimentación que perdurarán para toda la vida.
Esta página fué actualizada el
22/03/2011